Extranjeros notables en Honduras
Rubén Darío Paz
Desde la Dirección de Gestión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma
de Honduras, Campus- Copán y la Universidad Pedagógica Nacional Francisco
Morazán en Santa Rosa, aprovechando las conmemoraciones que se realizan por el aniversario
de la Independencia, donde creemos afloran los sentimientos por el país, hemos
venido compartiendo una serie de biografías de extranjeros notables, que por
distintas razones llegaron a nuestro país.
A lo largo de los siglos anteriores y en diferentes momentos, muchos
extranjeros, se establecieron, otros pasaron, incluso algunos se quedaron para
siempre. Llegaron académicos de alta escuela, hombres de ciencia, saqueadores
de oficio, prófugos de la justicia, investigadores, escritores, empedernidos
viajeros, negociantes, docentes, artistas entre otros.
Unos vinieron de manera transitoria, cumpliendo misiones diplomáticas,
otros llegaron exilados, por aventura, siguiendo huellas femeninas, e incluso con
fines de adoctrinamiento religioso. De todos se dice mucho, de algunos
comentarios favorables, a otros se les ha criticado con razón, porque
dilapidaron fondos públicos, e incluso se llevaron piezas del patrimonio histórico
cultural. Tampoco podemos olvidar la complicidad de las autoridades hondureñas,
que no actuaron quizás por ignorancia. A la fecha, numerosos objetos, han
regresado al país y están bajo la custodia del Instituto Hondureño de
Antropología e Historia.
Pero, estos textos breves, se han preparado como láminas digitales-coleccionables, para que nuestros docentes de los distintos niveles, puedan compartir entre sus estudiantes, e incluso sirvan de punto de partida, para analizar con mayor profundidad la vida y obra de algunos personajes. Estos contenidos, son para reconocer, para poner en valor las contribuciones de extranjeros, que queramos o no, están ahí y sin duda han sido beneficiosas para el país. No debemos olvidar, que, a los hondureños, nos cuesta reconocer el éxito o el talento incluso, entre paisanos.
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Mary Lester, viajera de origen
británico. Durante la segunda mitad del siglo XIX llegaron al territorio
hondureño exploradores, comerciantes y diplomáticos, como Wells, Stephens, Squier
y más tarde Lester; esta última gustaba autodenominarse “María Soltera”. Ellos,
describieron la irregular geografía, narraron dificultades, y se enteraron de
las luchas entre hondureños.
Lester ingresó por Amapala en 1881, siguiendo la ruta transversal que
siglos atrás habían visualizado los conquistadores españoles. Se aventuró a
pesar de las advertencias, hasta correr el riesgo de morirse de hambre.
Carias Zapata al valorar el libro de Lester, Un viaje por Honduras, extrae fragmentos como "yo no temo las dificultades", "ya que soy la hija de un soldado inglés y las circunstancias me han obligado a depender de mí misma". Lester en muy buen español, negocia monturas, arrendamiento de mulas, enfrenta matones y también burla nefastos guías. Coincido con Carías, en que es una joya de libro, con sus entretenidas narraciones e ilustraciones impecables. Al referirse a Comayagua, anotó: “Fue agradable ver entre fuertes encinos, las paredes y techos de tejas acanaladas de la antigua capital de Honduras. La ciudad está construida pintorescamente, pero sus calles silenciosas cubiertas de césped, su aire de pobreza, y la ausencia de una vida agitada y activa, todo anuncia que su gloria es cosa del pasado...”.
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Wilson Popenoe. Nació en 1892 en Topekas, Kansas, Estados Unidos. Desde 1914 trabajó para el Departamento de Agricultura de su país, exploró la flora de Centroamérica. Investigador, botánico y docente. Visitó varios países, entre ellos Brasil, en donde se fascinó por los cultivos endémicos como la Jaboticaba y las flores del Frangipani. Llevó semillas tropicales para estaciones y laboratorios agrícolas en Estados Unidos e insertó en los países centroamericanos árboles del sudoeste asiático, como el de lichas o rambután, mazapán y masgostín, hoy plantas significativas para numerosas familias.
La United
Brand en 1925 lo contrató como agrónomo general y creó la “Estación
Experimental Valle de Lancetilla”, cerca de Tela, Atlántida. Hoy reconocido
Jardín Botánico de renombre continental.
Con apoyo de
la United Fruit Company, Wilson Popenoe fue el artífice de la creación de la
Escuela Agrícola Panamericana en 1942, hoy con rango de universidad,
prestigiosa institución en su género.
Ed Loy, uno de sus biógrafos, dice sobre Popenoe: “Fue uno de los personajes más influyentes del siglo XX en Centroamérica, tanto en ciencias botánicas como en educación”. Apasionado por el estudio de los aguacates, se le conoció como “el gringo aguacatero”. Falleció en 1975 en Antigua Guatemala. Su residencia se convirtió en Casa Popenoe, lugar obligado para los investigadores de las ciencias agrícolas.
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Karl M. Helbig. Nació y murió en Alemania (1903- 1991). Explorador y académico; sus conocimientos comprendían geografía y etnología. Visitó Sumatra, Borneo, Centro América y México, entre otros. A mediados del siglo pasado, el conocimiento sobre la Mosquitia hondureña era escaso, las descripciones existentes se limitaban a Misiones educativas o religiosas, algo similar sucedía respecto al resto de Centroamérica.
Helbig, lideró un
estudio visitando las Áreas y Paisajes
del Noreste de Honduras e, incluso, con ese título se reconoce su libro,
publicado en 1953. Su obra respecto a Honduras es abundante en descripciones
geográficas, históricas, botánicas y etnológicas. El aludido libro es fuente
bibliográfica obligada para comparar las condiciones de aquel entonces en tan
inhóspita región.
Sobre Laka dice: “La aldea principal de Laka, situada en la parte del suampo, ha gozado de una más larga existencia, habiéndose probablemente vuelto, después de la expulsión de los payas, una de las poblaciones misquitas más viejas en tierras hondureñas”. Se dice que los payas que se apartaban o escapaban hacía Kropunta habían tratado de llevarse consigo a ese lugar las campanas de la iglesia de gran tamaño. Áreas y Paisajes del Noreste de Honduras, merece una nueva edición, ilustrada y ampliada.
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Gelasio Giménez nace en Cienfuegos, Cuba, en 1923 y fallece en Tegucigalpa en el 2008. Se forjó como trabajador en el taller mecánico familiar. Ingresó como becario a la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro en la Habana. Gelasio llegó a Honduras presionado por la inestabilidad política que terminó derrumbando al dictador Batista. Sabemos de su periplo por México, Guatemala y El Salvador, hasta radicarse en Honduras en 1958. En algunas revistas cubanas se encuentran leves descripciones sobre su labor como escultor. Una vez radicado en Tegucigalpa, su apuesta fue la pintura. Ante el interés por absorber otras fuentes, Gelasio visitó Ecuador y conoció a Oswaldo Guayasamin convirtiéndose en su colaborador. Después de una corta estancia en Costa Rica se le otorgó a Gelasio la nacionalidad hondureña en 1962.
Era habitual encontrarse a Gelasio en una librería en Tegucigalpa, distante y huraño, con una lucidez sorprendente; ya anciano se le veía con guayabera blanca como su prolongada barba. Conversador pausado que nunca renunció a su inconfundible acento. En su etapa final escribió versos, tantos como sus múltiples autorretratos. Fue reconfortante escucharle simpáticas anécdotas. Uno de sus alumnos fue el connotado artista nacional Aníbal Cruz. Al paisano Gelasio Giménez se le debe una biografía.
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Anne Chapman nace en Los Ángeles, Estados Unidos, en 1922 y fallece en París, Francia, en el 2010. Antropóloga franco-estadounidense, que realizó estudios en varios países de América. De relevancia nacional son las investigaciones sobre los tolupanes y los lencas de Honduras. Egresada de la Escuela de Antropología de México y la Sorbona de París. Vivió en Argentina y Chile para estudiar a varios pueblos próximos a la Patagonia, de ahí surgieron importantes investigaciones que se convirtieron en libros memorables.
Chapman convivió por muchos años con dos de los principales pueblos
indígenas de Honduras: por un lado, con los lencas, producto de ello, el libro Los hijos
del Copal y la candela; y con los tolupanes, a quien dedica su trabajo en el libro Los
hijos de la muerte; el universo mítico de los tolupanes.
Chapman profundizó sobre la cultura lenca describiendo con amplios
criterios sus mitos, tradiciones y, sobre todo, presenció y fotografió sus
prácticas culturales como la Compostura y el Guancasco que aún persisten. En Los Hijos de la Muerte describió
los mitos que explican el origen del mundo y de diferentes elementos naturales
como los ríos, las plantas y los animales. También describe a seres
sobrenaturales que gobiernan diferentes aspectos de la naturaleza e incluso a
los dueños de animales. Sus relatos narran temas como la muerte, el chamanismo
y las creencias del pueblo Tolupán.
Con acierto, el Instituto Hondureño de Antropología e Historia le otorgó un homenaje a escasos años de su muerte en su última visita al país.
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Luis Mariñas Otero nace en Mugardos, La Coruña, España. Fallece en República Dominicana en 1988. Licenciado en Derecho y doctor en Ciencias Políticas y Económicas, diplomático, investigador, conferencista y escritor. Desde 1950 se desempeñó en el Servicio Exterior de Haití, Cuba, México, Guatemala, Honduras, Venezuela, Filipinas, así como Embajador en El Salvador, Tanzania, Zambia y República Dominicana. Un promotor cultural ejemplar en cada uno de los países en donde fue asignado. “Fue un exponente de la estirpe de diplomáticos viajeros y escritores, acompañando su estadía en cada país con el estudio de su cultura y cuerpo normativo”. Además, “un diplomático que, como todos deberíamos hacer, no sólo se dedicó con alta eficacia a sus labores profesionales, también se preocupó en conocer éste y otros países donde fue destinado, en todos los aspectos de su vida, en su historia, su cultura y su geografía”.
Mariñas Otero publicó un significativo libro: Honduras. Entre sus ensayos destacan: Pintura y Paisajes de Honduras, Formación de la Literatura hondureña, Panorama de la Música hondureña, La Escultura hondureña y notables biografías de Don Narciso Mallol, último alcalde español de Tegucigalpa. El médico español Ramírez Fontecha, Rector de la Universidad de Tegucigalpa y El padre Manuel de Jesús Subirana, Misionero Español en Honduras. Parte de su obra fue antologada por el diplomático Álvaro Ortega.
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Doris Zemurray Stone nace en Nueva Orleans en
1909 y fallece en Covington, Luisiana, en 1994. Arqueóloga y etnógrafa
especializada en Mesoamérica formada
en la Universidad Radcliffe en Cambridge, Massachusetts. Al año de
graduarse, se unió al Departamento de Investigación Mesoamericana en Tulane
donde laboró como investigadora asociada en etnografía y arqueología. En
1939 junto a su esposo empresario se trasladaron a Costa Rica para apostarle al rubro cafetero.
Rafael Heliodoro Valle, conocido como el polígrafo de
América, la describió como “una mujer a prisa”. Viajera, inquieta, acuciosa,
hizo cosas sorprendentes para impulsar proyectos culturales en Honduras. En sus
últimos años, Doris se convirtió en presidenta de la Fundación Zemurray
logrando un apoyo constante para cientos de jóvenes de America Latina. En un
valioso artículo, el Dr. Simón E. Malo señala: “Sobre sus éxitos profesionales
se puede escribir muchos tomos… Ella misma era un libro de referencia ambulante
sobre las culturas mayas y aztecas, y había promovido con su padre cientos de
estudios… consideraba a Copán como la joya más valiosa en el panteón
arqueológico del continente y se disgustaba cuando veía que el gobierno no le
daba la atención que se merece”. En 1956 Honduras le otorgó la Orden de
Morazán. Dos años antes, su libro Estampas de Honduras fue publicado
en México, muchos años después se editó en Honduras.
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