Olanchito: CIUDAD EN MI MEMORIA

Armando García Estación del tren, Olanchito, Yoro. Viene a mi memoria, al asomarme a mis seis años, en 1954, el recuerdo imborrable de un rimero –gigantesco e infinito– de varas apiladas cerca de la oficina de boletería del ferrocarril y la bodega de la Compañía. Una línea interminable de carromatos de rejilla llenos de hojas de guineo, ensuichados frente a la estación. Un mar de gente merodeaba los andenes. No cabían bajo la marchita ramazón de los jamacuaos del solar de los Carrasco. Había una chamuchina bañándose en el grifo del tanque donde acostumbraban abrevar las jadeantes locomotoras de la Standard Fruit Company. Otra muchedumbre se guarecía en la fronda del añoso tempisque del campo de fútbol. Había otro gentío, apeñuscado, bajo el follaje del negrito de la planta eléctrica y en la calle frente al solar baldío del timbiriche de Toño «Pelón» Hoch, un palestino recién llegado. Otro cachimbo de campeños estaba sentado en la acera de la ebanistería del turco Salomón Busmail ...