Contracorriente: NARCOTRAFICANTES DE AQUI Y DE NUEVA YORK
Juan Ramón Martínez
Tienen razón, los que evitan que
Xiomara Castro, improvise y ofrezca declaraciones. Las ultimas suyas, han puesto
en evidencia la visión que tiene la familia gobernante, las categorías
clasificatorias del delito manejadas, las valoraciones y las diferencias entre
los indiciados; y los juicios sobre las conductas ilegales. Espontáneamente ha aceptado
que, ellos – los miembros de su familia, correligionarios y aliados del PLR--
son, en efecto, narcotraficantes. Pero no son narcotraficantes como los otros,
como los que están en Nueva York, por ejemplo. La “gobernanta”, no acepta que
todos los narcotraficantes son malos, ilegales y de conducta peligrosa. Que hay
diferencias, evidentes y significativas. George Orwel, en la “Rebelión en la
Granja”, había anticipado cuando en un momento el Comandante dice que “todos
somos iguales”, pero que “hay unos más iguales que otros”. Xiomara Castro
establece en forma clara que hay por lo menos dos clases de narcotraficantes:
los de aquí. Algunos están en el gobierno y son parte de su entorno familiar y
no han sido sometidos a procesos judiciales en Estados Unidos--. Y los que se
han entregado a la DEA, han sido capturados en el exterior; o son objeto de
extradición y condenados en Nueva York. Es decir que, hace una lúcida taxonomía
del narcotráfico que, debe ser integrada en los anales de la criminología.
De acuerdo con la explicación de la
titular formal del Ejecutivo, los narcotraficantes de Nueva York, esos sí – en
efecto – son delincuentes peligrosos, malos compatriotas que amenazan la paz
pública; y comprometen nuestras relaciones con el mundo moderno que rechaza el
narcotráfico. Pero los que solo han sido mencionados o incriminados mediante
filmados hechos públicos; e incluso, confirmada su involucramiento en actos
delictivos; o haber renunciado a cargos representativos o de figuración
política, como en el caso de su cuñado Carlos Zelaya, esos son otra especie de narcotraficante.
Y tiene razón la señora Castro: el sistema legal, la Fiscalía General
especialmente, no ha dictado ninguna providencia en su contra, de forma que son
diferentes a los encausados o señalados desde Nueva York. Para Castro la calificación
de narcotraficante la da el sistema legal de los Estados Unidos y el mecanismo
de la extradición, que la única instancia que realmente enjuicia, condena y
castiga a los infractores.
El sistema judicial hondureño es “protector”.
No procede contra todos. Opera más bien, deliberadamente distante. Y en forma
selectiva: se aplica contra los “adversarios políticos”, protege a los “correligionarios”.
Se hace indiferente, con los juicos informes y solicitudes, los que se
archivan; o se pierden. Por lo que, sin darse cuenta, la titular del Ejecutivo,
ratificó que el sistema judicial, -- magistrados y jueces, fiscales y policías--,
es uno protector de narcotraficantes, con la única condición que sean amigos,
familiares o correligionarios. Típico y natural. ¿Somos un “narco—estado”’?.
Igual que en las pandillas privadas, el
gobierno parece operar como ellas, favoreciendo a unos; y, persiguiendo a
otros. Con la 18 y contra la 13. Consolidando un anti estado de derecho, que
protege a los narcotraficantes de aquí, calificados como honrados; y persigue a
los de alla. “Los enemigos”. La Corte Suprema, los jueces, los policías y los
militares, operan en favor de una red clientelar que protege a unos; y, persigue
a otros.
Las negociaciones con los Estados
Unidos, tienen como finalidad un nuevo pacto, porque los narcotraficantes que
se perseguirán antes, ya no son los mismos. Ahora, son otros. Por lo menos
hasta que el gobierno de Castro concluya, -democráticamente si es posible- en
las próximas elecciones generales. Si hay elecciones.
Es inevitable crear una nueva “cultura”,
con “nuevos” héroes, de aire anti imperialista, para que la población piense
que el narcotráfico es un problema de Estados Unidos. Solo de ellos. Rixi ¡lo dijo¡.
Palabra de oro.
La otra especie de narcotraficante que diferencia la presidente Castro, como la del señor Carlos Zelaya, es la sana y buena, la del socialismo democratico.
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