¿Por qué Honduras debería retornar a un azul más oscuro en la bandera nacional?
Jairo Núñez *
En los últimos años, una sigilosa controversia
ha surgido entre las distintas generaciones de hondureños respecto al color de
nuestra amada bandera. Desde la generación silenciosa (los nacidos antes de
1945) hasta la Generación Z (nacidos después de 2010), este debate toca las
fibras más profundas de nuestra identidad nacional. ¿Qué representa realmente
el azul turquesa que adoptó el actual gobierno en 2022? ¿Acaso refleja
fielmente el legado de Francisco Morazán, el prócer que en 1830 impulsó la
independencia de Centroamérica eligió un tono de azul más oscuro para nuestra
bandera? Así lo menciona uno de los más grandes historiadores de Honduras:
Miguel Cálix.
El debate no es trivial. En 1949, el gobierno
de Juan Manuel Gálvez emitió un decreto para establecer el uso de un azul
turquesa como el color oficial de la bandera. Sin embargo, hay que preguntarse,
¿este cambio fue una continuidad del gobierno dictatorial de Tiburcio Carías
Andino quien se dice que deseaba crear un cambio significativo en simbología ya
al entregar el poder en 1948? La historia nos muestra que, en efecto, fue un
esfuerzo por distanciarse de los principios republicanos y liberales que
Morazán defendió con tanto fervor. Lo que se presentó como una
"reivindicación histórica" fue, en realidad, un alejamiento de los
valores que el prócer hondureño abrazaba: independencia, soberanía y dignidad.
Es cierto que el azul turquesa tiene una
amplia gama de tonalidades, pero la versión más clara que se adoptó
recientemente no solo es un distanciamiento estético, sino también simbólico.
La bandera es más que un simple símbolo visual; es el reflejo de nuestra
historia, nuestras luchas y nuestras aspiraciones. El tono menos claro
propuesto por la UNAH en 2021 —antes de la toma de posesión de la presidente
Xiomara Castro— está profundamente enraizado en el espíritu morazánico que nos
define como nación.
La pregunta que muchos hondureños debemos
hacernos hoy es: ¿fue esta decisión un mero capricho o, como algunos sugieren,
un deseo personal de Irene Castro, padre de la presidente, quien estuvo
vinculado al nacionalismo histórico? Este vínculo con el gobierno de Gálvez,
marcado por la continuidad de un régimen autoritario, sugiere que el azul claro
actual no solo es un error estético, sino también una afrenta a nuestra memoria
histórica, muy diferente a lo que el gobierno nos ha querido “vender”.
Es necesario recordar que la bandera azul
oscura que Morazán estableció ha sido reconocida internacionalmente como el
símbolo de Honduras. De hecho, fue utilizada en los momentos más gloriosos de
nuestra historia, desde la participación en batallas hasta la firma de tratados
internacionales. El azul oscuro no solo refleja la profundidad de nuestros
mares y cielos, sino también la seriedad y el carácter de una nación que ha
luchado por su soberanía.
Historiadores hondureños como Marvin Barahona
han señalado en múltiples ocasiones que los símbolos nacionales son
fundamentales para la construcción de una identidad cohesionada. El tono azul
oscuro, por su historia y su simbología, está más alineado con los ideales que
defendemos como pueblo. Asimismo, historiadores extranjeros como Ralph Lee
Woodward han documentado que las banderas centroamericanas originales,
incluidas las de Honduras, se diseñaron para transmitir fortaleza y unidad,
características que se ven debilitadas con un azul más claro.
Entonces, la pregunta queda abierta: ¿fue
este cambio un acto consciente de distorsionar nuestra historia o simplemente
una falta de respeto por nuestros próceres? Al reflexionar sobre el peso
histórico del azul oscuro que Morazán implementó, debemos considerar si es hora
de reclamar ese símbolo y restaurarlo, no solo como un acto estético y
meramente demagógico, sino como un gesto de profundo respeto hacia nuestra
historia.
Es crucial que como nación nos planteemos:
¿habrá sido más bien algún tipo de deseo de Irene Castro, de reconocida
trayectoria nacionalista y extinto padre de la Gobernante Castro, quien
falleció sin ver que el tono azul propuesto por el gobierno nacionalista de
Juan Manuel Gálvez en 1949 finalmente regresaba? Esta pregunta debe resonar en
el corazón de cada hondureño.
A 7 de cada 10 hondureños no le gusta el cambio al actual tono de azul celeste, uno estaría a favor y a dos les resulta indiferente. Una cosa es la ley, la cual no se cumplió por más de 70 años y la costumbre, que como dice la Corte Interamericana de Derechos Humanos: La costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable, siempre que no sea contraria a la moral o al orden público y que resulte probada. Y por más de 70 años fue costumbre sin afectar a la moral y al orden público, así que, la costumbre, en este caso, precede a la ley.
* Doctor en Ciencias. Profesor de posgrados en la UNAH y en la Universidad Católica de Honduras.
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