Contracorriente: HONDURAS EN AGUAS PROFUNDAS
Juan Ramón Martínez
Por más que nos quieran engañar, la
realidad nos golpea la cara. Honduras está en crisis. La economía estancada. La
población creciendo; y, cerca de la mitad de la mano de obra trabajando en el
exterior y sosteniendo afortunadamente, la operación del país por medio del
envío de remesas. Dicen los técnicos que creceremos un 4%, mientras la
población lo hará en 3.6%. Al comparar cifras el crecimiento es inexistente.
Somos incapaz de producir los bienes y servicios necesarios para alimentarnos.
Por ello, hay tanta desigualdad en el consumo.
Mientras a muy pocos les sobran las
tortillas, en la mayoría de los hogares hacen faltan para calmar el hambre. Además,
la inseguridad hace que los homicidios, asesinatos y raptos, exhiban números
que nunca antes habíamos observado en la historia. Engañarnos con porcentajes
es absurdo, porque los números absolutos son escandalosos e hirientes. Las
muertes de las mujeres en Tamara, no se ha resuelto y no se muestra interés en
su esclarecimiento. Y los secuestros de los jóvenes garífunas de Tela y los
hombres de Omoa, siguen sin esclarecerse porque la Policía que tenemos, no es
competente para servirnos.
Y le clima general del país, no atrae
el interés de los turistas e inversores. La imagen que proyectamos no es la de
una sociedad democrática fraterna y abierta, sino que una que vacila entre la libertad
y el totalitarismo, jugando con fuego; o dispuesta para ahogarse en las aguas
profundas del miedo.
El discurso del gobierno divide y
polariza. Busca enfrentar a unos hondureños con otros. Para que nos matemos como
en el pasado. Y en nombre de la igualdad, amenazan con empobrecernos y destruir
a la pequeña clase media que por su propia naturaleza, esta poco dispuesta a
defenderse. Y más bien es muy acomodada. Maestros, militares, médicos,
burócratas y medianos empresarios, están paralizados esperando que todo cambie
por obra milagrosa. Muchos con el pasaporte escondido, están preparados a
emigrar como los jóvenes que dejan todo atrás, antes que enfrentar los riesgos
de una sociedad que amenaza con destruir sus vidas y sus sueños.
Esta realidad no es cualitativamente
nueva. Hemos sido una sociedad de agachados. Somos una población que se
satisface con poco, que tiene limitadas aspiraciones; y, que no cree que cuenta
con la fuerza para soñar y construir una mejor nación. Por vocación de
arrimados, reclamamos a Estados Unidos. O le hacemos guiños a China, mientras
algunos construyen discursos irresponsables que no tienen nada que ver con el
pasado. Y menos con el presente y futuro de todos.
Detrás de estos “discursos” están los
políticos. La mayoría no entiende que la política es una misión para construir
el bien común que hacen posible la democracia y la libertad colectiva. La
mayoría no tiene conocimientos del pasado. Y menos de las condiciones del
presente del país. Son bobos, conduciendo a bobos. Otros, negociantes
aprovechados del negocio de la democracia. Piensan solo en términos de elecciones
y solo quieren ganarlas. Sin importarles lo que harán durante los cuatro años
en que el pueblo les confié sus destinos.
No hay discusión del porque de las
cosas son como son; y nadie se pregunta si el sistema educativo sirve para
construir una nueva Honduras. O, para entrenar sirvientes y peones al servicio
de a los caudillos consagrados a la tarea de destruir todo. O para exportar
mano de obra. Tampoco pensar que hacer
para salir de las aguas profundas.
El gobierno, permite el ejercicio de
tiro a los irresponsables. Desde 1982 destruye lo que las generaciones anteriores
hicieron. El Seguro Social está paralizado y la reforma agraria no es el eje
del desarrollo. Nadie planifica e imagina el futuro. Pareciera que todos estuviéramos dispuestos a
irnos al norte, solo esperando que “el ultimo apague la luz”. Y clausure a
Honduras que para muchos es una hacienda. Y para otros una pulpería.
Estamos en una campaña electoral
extraña. Un solo discurso: Xiomara anunciando la continuidad femenina del
atraso refundacional que quiere terminar todo, para que no haya donde colgar el
sombrero del ultimo caudillo que, imitando a Carias, construye la paz de los
ahogados. Los candidatos democráticos,
no ofrecen alternativas. Dicen que en elecciones internas no deben hablar de problemas
nacionales. Solo temas de partido. Vaya usted a creer semejante estupidez. Por
ello, apenas dicen que serán diferente porque son mejores, sin aportar pruebas
al respectó.
Las aguas siguen creciendo y amenazan
ahogarnos.
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