Contracorriente: PACTOS POLITICOS, CUMPLIMIENTO Y RESULTADOS

Juan Ramón Martínez 

Los pactos son inevitables en la vida política, especialmente en la democrática. Se hacen en favor y en contra. No se han inventado como creen algunos inocentes para emprenderla en contra de Mel. Resulta que el gobierno actual, presidido formalmente por Xiomara Castro, pero ejercido ilegalmente por Manuel Zelaya, es fruto de un pacto político. Salvador Nasralla, aparentemente influenciado por Jorge Farah y Pedro Barquero, --llegaron a la conclusión--- que en forma separada no podían derrotar la candidatura del PN que se consideraba un peligro, porque significaba ni más ni menos, “la continuidad de la dictadura”. Por ello, en lo práctico, los financistas norteños de la campaña de Nasralla, no estaban en disposición de continuar apoyándole y más bien, --con números en mano -- recomendaron una unión entre los esfuerzos del PRL y los del PSH. Así, se firmó, en forma por lo demás inocente, un pacto privado, que nunca se elevó a carácter de público – como sí ocurrió con el de 1971 que fue ley de la República, aprobado por el Congreso Nacional -- entre Mel, en su condición de coordinador del PRL y Nasralla en nombre del PSH. Suscribieron un acta notarial; pero sin mecanismos de cumplimiento, de modo que una vez en el gobierno después de ganar la alianza las elecciones, Mel otra vez se salió con la suya. No solo desconoció el pacto, sino que menosprecio y descalifico a Nasralla que incluso tuvo que renunciar a su condición de Designado Presidencial. Eso sí, Mel cargo desde entonces el estigma que, con él, no se puede pactar, porque no es confiable; ni siquiera para ir a bañar al Talgua, porque esconderá las ropas de sus acompañantes, mientras gozan las frescas aguas conversando.

De modo que cuando hablamos de pacto no estamos inventando el agua caliente. Proponerlo entre el PL y el PN es porque ambos están en la llanura, luchan en contra del continuismo de la “dictadura”. Y tienen más posibilidades democráticas de corregir los daños que el PLR le ha inferido a Honduras. Igualmente, no se puede excluir el PSH, aunque su membrecía haya mermado tienen diputados en el Congreso que pudiendo repetir en las próximas elecciones, deben participar en este esfuerzo restaurador del sistema democrático y de recuperación del estado de derecho.

Como la conducta irregular de Mel, puede ser imitada por otros picarillos de la política catracha, es necesario que el pacto sea patrocinado por un Grupo de Notables como dicen algunos amigos; o por la Iglesia Católica, los Evangélicos, el COHEP, los sindicalistas, la Asociación de Medios de Comunicación y los hondureños en el exterior. Hay que excluir a las Fuerzas Armadas que están sometidas al gobierno y dominadas por Mel así como la Policía que es un “guachimán” del régimen, como solo había ocurrido en Honduras antes de 1954.

Y suscrito por los dirigentes del Partido Liberal, el Partido Nacional y el PSH. En el que, se establezcan los objetivos que tendrá el nuevo gobierno, la forma como se ejercerá y los cargos que le corresponderá a cada uno de los partidos firmantes, de modo que no haya que hacer negociaciones a la carrera o caer en las trampas en que Mel es tan hábil . O que los ganadores ingenuos, terminen entregando su progenitura a los más irresponsables.

Finalmente, el Pacto de Unidad debe ser elevada a ley por el Congreso. Aquí, hay un problema. El Congreso ha perdido su condición democrática y no es un foro nacional, sino que espacio baldío propiedad de Mel. Para ello, hay que torcerle el brazo a Redondo, para que convoque, ponga en agenda y permita la discusión y aprobación por la mayoría de los diputados del Pacto de Unidad.

Mel y sus colectivos se opondrán. Lanzaran todo en contra de la posibilidad que el Congreso lo apruebe. Pero la sociedad, debe respaldar a los partidos democráticos porque si en estas elecciones el PLR logra imponer su voluntad por encima de la ley, el país estará perdido y la dictadura, igual que en Nicaragua y el Salvador, serán la regla en una Centroamérica que otra vez, volverá a ser la zona balcánica más insegura del continente.

Por la gravedad, es necesario analizar cuáles son las alternativas. Si hay algo mejor que el Pacto Político entre los partidos democráticos, hay que usarlo. Me sumare, porque el fin es salvar a Honduras.

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