Cosas del Español (16) LA EÑE, SIMBOLO DEL ESPAÑOL

 

Si hay letra que representa internacionalmente el español, esa es, sin duda, la décimo quinta de nuestro abecedario. Hace unos años, sin embargo, su existencia se vio amenazada y la eñe tuvo que hacer frente a una batalla política y legal por su supervivencia. Corría el año 1991 cuando la Comunidad Europea denuncio las leyes españolas que garantizaban la presencia de la letra en los teclados comercializados en España. Dos años después, el Gobierno Español promulgaba un real decreto que, amparándose en la excepción del carácter cultural recogida en el Tratado de Maastricht, aseguraba la presencia de la letra – así como los signos de apertura de interrogación y exclamación – en los aparatos electrónicos, eléctricos y mecánicos utilizados para la escritura.

En realidad, el sonido de la eñe no tiene nada de especial. Representado por dígrafos --secuencia de dos letras que representan un solo sonido – forma parte de lengua romances como el catalán (ny: espanyol), el portugués (nh: espanhol) o en el francés y el italiano (gn; espagnol y spagnolo, respectivamente). Si resulta peculiar, en cambio, la grafía que raramente se encuentra en otras lenguas: el vasco y el gallego, en el bretón, en algunas lenguas africanas y, por influencia española, en el tagalo y en lenguas americanas como el aimara, el mixteco, el quechua, el zapoteco, el mapuche o el guaraní. En pocas más.

Si seguimos la terminología lingüística, la letra eñe representa un fonema sonante nasal palatal inexistente en latín. ¿Cómo se incorporó, entonces, a nuestra lengua? Ya en la época medieval, determinados grupos consonánticos latinos evolucionaron en castellano hacia ese sonido. En el caso de lg (lignun } leño), nn annus } un año), o ni (Hispania } España). Por entonces era habitual que los copistas emplearan abreviaciones para ahorrar tiempo y espacio (como ocurre frecuentemente en las redes sociales). Pues bien, la eñe procede de la abreviatura del dígrafo nn – hacia en el que en buena medida habían convergido ya otras grafías en el siglo XIII—que simplificaban la consonante geminada y añadía una rayita encima.

Esta tendencia se vio reforzada por la ortografía de la época de Alfonso X el Sabio, cuando empezaron a fijar las normas del español, y Nebrija, en sus Reglas de Ortografía en la Lengua Castellana (1517), incorpora la eñe como letra independiente. No figura como tal, sin embargo, ni en el Diccionario de Autoridades ni en la primera edición de la ortografía de la Real Academia Española, donde se señala que “si a la N en nuestra lengua se le añade una tilde así ñ, es su pronunciación diferente: y a no tener cuidado, puede en lo escrito variar mucho la significación de las voces como en moño y mono”. Año y ano, una y uña, coño y cono. Sí se registra en la segunda edición, de 1754.

Fuente: “Nunca lo hubiera dicho”, Taurus, Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Madrid 2022, págs. 59 y 60


Comentarios

Entradas más populares de este blog

WikiLeaks: Las Reflexiones Completas del Embajador Ford sobre “Mel” Zelaya.

Contracorriente: LOS “HIJOS” DE MEL, ¡ENSILLAN SUS CABALLOS!

Contracorriente: JOSE ERNESTO HIJO, COMPAÑERO Y AMIGO.