MORAZAN, ENTRE AMIGOS Y ENEMIGOS (1/2)

Juan Ramón Martínez

Francisco Morazán (Tegucigalpa octubre 3 de 1792—San José Costa Rica, 15 de septiembre de 1842) es la más alta figura de la historia y la política de Centroamérica. Es el eje central de la nación que pudimos tener y con la cual, no tendríamos las dificultades de ahora. Alvarado Contreras dice que, si prescindimos de su figura gallarda, de su fuerte motivación; y de su ejemplar conducta, desparece la historia de Centroamérica y se desmorona y la frágil Republica inventada se pierde en las brumas del olvido. José María Vargas Vila, escribió que, a Morazán, solo Santander – el estadista fundador del estado colombiano --se le compara. Pablo Neruda, lo reconoce como el faro que orienta, la luz que ilumina y evita el naufragio de una población desamparada, amenazada por las aguas de dos mares bruscos e inquietos y los apatitos de varias potencias imperiales. Menos culto que Valle – que es el más grandes, en la teoría y el conocimiento de las realidades y en la calidad de los modelos para construir la nación centroamericana – lo supera eso sí, en el musculo de la acción, la fuerza para el sacrificio, la habilidad para conducir multitudes y sus tranquilas virtudes para negociar hasta con sus peores enemigos. Lo que le hace a él con Valle, complementarios. Porque el pensamiento del uno, fue la guía de la acción del otro y su justificación. Y si la obra no se ha cumplido, -- tanto la de Morazán como la de Valle--, son inevitables en el sueño de hacer de Centroamérica, alguna vez, una gran nación, constructora de escenarios imaginados por el talento del redactor de la independencia y defendidos por el musculo, la fuerza y el talento militar y la dedicación de Morazán.

Morazán, el desafortunado que nació en Honduras

No fue Morazán un hombre afortunado. Aunque nace en una familia de comerciantes que le permite una cercanía exigente con las libertades, la democracia y el respeto de los derechos de los demás, nació en Honduras, en un momento en que las fuerzas conservadores -- propias del atraso económico de la provincia más pobre de la Capitanía General de Guatemala – ejercían sus dominios y su imperio.  Es y ha sido, un hondureño y ello ha pesado mucho, porque los hondureños no tenemos buena imagen ni fuerza para honrar a los nuestros. Desarrollo sus acciones públicas, en el momento en que el liberalismo en Centroamérica, mostraba sus flaquezas y sus debilidades más elementales. Por ello es que los liberales, especialmente los hondureños, no le apoyan ni le aportan nada o casi nada a su lucha; y más bien, sus más fieros enemigos, los produjo su tierra natal, en una maldición que le persiguió, hasta que los ricos, cumplieron la voluntad de los hombres de Ferrera y Carrera que lo habían condenado a muerte desde hacía muchos años y terminaron con su vida, en San José de Costa Rica. Es el liberalismo salvadoreño, más cercano a la modernidad, el que le da fuerza y razón a sus movimientos y la sociedad que le aporta, los hombres, los pertrechos y las motivaciones para hacer de la lucha, una cruzada de la libertad de los pueblos centroamericanos. Si Morazán hubiera nacido en El Salvador o en Guatemala, su figura sería más completa e irradiaría más luces sobre la historia de América Latina. El ser hondureño lo dañó y comprometió su existencia y su posteridad a las mezquindades que acusan y han acusado a estos conservadores, descendientes de ganaderos y añilaros, que siempre rechazaron la libertad, porque les impedía la acumulación mezquina de riqueza y defensa de honores y canonjías. También impidió que recibiera el apoyo de los liberales que entonces y ahora, eran casi inexistentes. Fueron más los curas amigos, -- salvadoreños y hondureños--, los que le aportaron más apoyo a sus ideales y luchas.  Después de los guatemaltecos, los hondureños han sido los peores enemigos de Morazán, los que menos lo acompañaron e incluso, los que menos lo han honrado y que mas bien, en los últimos tiempos, son los que quieren instrumentalizar su figura y transformar su imagen en una nueva cadena para someter a los mas débiles.

Los ticos, no tienen por qué rendir cuentas, Cometieron el crimen porque estaban acostumbrados a ejecutar esas mortales tareas. Era su naturaleza de orilleros centroamericanos, que se creen más que españoles, ingleses, poco interesados en la integración. Blancos, poco preocupados en el mestizaje de la región.

 Un líder liberal.

Para evitar equívocos, Morazán hay que decirlo de entrada, es el más grande líder liberal centroamericano. Heredero de las ideas de Montesquieu sobre la división de los poderes, el respeto total al imperio de la ley de Montaigne, defensor de los derechos ciudadanos, especialmente de la libertad, como base de la democracia y con el concepto que más que el gobierno, era el ciudadano, el llamado a construir sociedades y desarrollar naciones. Su base social, son los comerciantes, proletarios urbanos con bienes, jornaleros con residencia en Tegucigalpa, pequeños mineros y otros centros mineros. Todos ellos, unidos por el concepto que entre menos autoridad reguladora, más libertad para ejercer la libertad que, en su ejercicio en los mercados, los oferentes pueden ir a los mismos a comprar y vender, libremente, lo que quieran a quien quieran, toda vez que se haga dentro de la ley. O en las jornadas electorales, ejercer sus derechos y escoger sus autoridades, sin atender linajes forzados; o seguir el ruido de los apellidos coloniales. Cuando muere en 1842, el capitalismo liberal, está en su impulso hacia la cima en Inglaterra y las fabricas sustituyen a las granjas y los campos ganaderos rurales como puestos de trabajo. Seis años después, Marx y Engels, publican su panfleto, -- El Manifiesto Comunista – con el que la clase obrera, buscara tomar el control de los medios de producción y crear, en la tierra, el reino de los cielos ofrecidos por los cristianos. De modo que hay que reconocer que entre Morazán y el socialismo, no hay posibilidad de cruzarlo, excepto en el uso de las reglas que establecieran Marx y Engels, para analizar el capitalismo inicial que Morazán apenas sintió en sus días de comerciante haciendo negocios con los ingleses de Belice.  Morazán es por sus conceptos del bien y el orden de la sociedad, un heredero de las ideas cristianas de Jesucristo.

Por supuesto, Morazán es un liberal centroamericano, con las limitaciones que crea una sociedad agrícola, que busca la autonomía local y no favorece el comercio, porque sigue atrapada en consideraciones que alimentaron el proteccionismo comercial de España que se oponía al comercio con los ingleses y franceses especialmente en el Caribe. Y con una población iletrada, sin acceso a la educación y por ello, sometida a la servidumbre y a la explotación. Las leyes en tiempos de Morazán, eran usadas para consolidar la superioridad de los grupos o pre clases dominantes, herederas de la sociedad colonial. La Iglesia y su poder sobre los indígenas – que los liberales no valoran políticamente, por lo menos al principio y lo que les llevara a cometer el mayor error de sus conductas políticas – será la base del poder conservador, sobre el cual, incluso se cree que pueden sobrevivir las nobles oligarquías coloniales de los Aycinena, especialmente.

De modo que históricamente es imposible, acercar a Morazán al socialismo y mucho menos a colocarlo en una actitud anti Estados Unidos. Lo primero por razones de tiempo. Y lo segundo, por sus acciones: el método Lancaster de enseñanza, lo toma de Estados Unidos. Y sus ideas de la ley, en manos del pueblo – al propiciar los juicios por jurados – es típicamente una copia de una práctica estadounidense que sobrevive hasta hoy. Hay que entender que Estados Unidos, para el tiempo de Morazán, todavía está implicado en su lucha contra los ingleses que además de oponerse a la consolidación de Centroamérica, porque temen que se alié con los Estados Unidos y les disputé el control del Caribe como ocurrirá unos años después, resisten que Estados Unidos se forje como una gran nación. Hay que recordar, además, que un sector de los liberales salvadoreños, considero para ese periodo, formar parte de los Estados Unidos, solicitando que fueran considerado, estado de la unión estadounidense. Y, además, la Constitución Federal de Centroamérica es de alguna manera, una copia, mala copia, por cierto, de la copia que los políticos mejicanos hicieron de la Constitución de los Estados Unidos y, especialmente de su portátil modelo federal. Este modelo, que tiene raíces en Estados Unidos, en México y Centroamérica, carece de fundamento o base para sobrevivir. Alla, primero fueron lo estados que, por su soberana voluntad, deciden crear el Estado Federal. En México y Centroamérica, es el Estado Federal primero y el surgimiento de los estados de alguna manera, es torpedeado por el poder central del primero. De allí que, la figura de Morazán, se agiganta porque se vuelve, en la práctica, un liberal federalista que defiende la base del sistema protegiendo los derechos de los estados y luchando por el imperio de la ley.

Los conservadores, sus enemigos.

El liberalismo de Morazán no hay porque, desde ahora, intentar enfrentarlo con los socialistas que no existían, sino que, con las visiones coloniales de los conservadores, monárquicos o “españolistas”, que eran sus adversarios. Los grupos ganaderos hondureños y salvadoreños, eran explotados por los comerciantes guatemaltecos y por ello, en principio resentían una nación encabezada por los guatemaltecos. El liberalismo de Morazán, es una reacción a las redes de dominio y control de las clases dominantes guatemaltecas que manejan el comercio y tienen el control del crédito en la región. De modo que no se trata de lucha de clases; ni mucho menos de creer que cualquiera lucha entre fuertes y débiles, entre iglesia y gobierno, o entre ciudades – Managua con Granada, Tegucigalpa con Comayagua --tiene su raíz en el marxismo y específicamente en la lucha de clases – que para entonces no se han desarrollado. El liberalismo centroamericano tiene un carácter singular. Es anti guatemalteco, contrario al mercantilismo y abiertamente laico porque el clero es español, es monárquico y rabiosamente colonial. Por ejemplo, su postura contra la Iglesia Católica, no tiene nada que ver con conceptos teológicos, sino que con el carácter español peninsular de los líderes de ella. Casaus y Torres, se comportaba más como español peninsular que como líder de la Iglesia Católica. La fe católica de Morazán no tiene duda. Incluso en su testamento, ratifico la misma en forma clara e indudable. Y en cuanto a la defensa de los más débiles, es notorio que los liberales y Morazán, se equivocaron al menospreciar el tema y la cuestión indígena. Los liberales de Molina, Barrundia, Valle y Morazán, querían suprimir las comunidades indígenas, querían ladinizarlas e incorporarlas sabiamente como fuerza de trabajo a la operación económica general. Por ello, políticamente permite que esos grupos de población, muy influidos por la Iglesia Católica – especialmente en Guatemala –fueran la base social, sobre la cual Rafael Carrera, construirá el poder que le permitirá derrotar a Morazán y destruir el proyecto liberal de la Republica Centroamericana. Estos son los hechos.

Los juicios que se hacen en sentido contrario, solo tienen una finalidad política instrumental; y por ello, son incorrectos moralmente y carecen de base histórica. Son inventos interesados, mentiras deliberadas que ofenden la verdad y menosprecian el talento de los centroamericanos. Con Martí los cubanos pudieron encontrar líneas anti imperialistas, anticapitalistas. Con Sandino, los nicaragüenses hallaron en sus luchas, claras facetas de sus actitudes anti estadounidenses. En el caso de Morazán, la tarea es imposible. No hay pruebas históricas, documentos; ni mucho menos rastros mínimos en su correspondencia y menos en las biografías escritas por sus contemporáneos. Por ello, solo los más tontos – civiles y militares – aceptan que Morazán era socialista, que luchaba contra los mismos que ahora impiden la libertad y el desarrollo. Y menos aceptan que haya algún tipo de parentesco, con las formas, estilos y discurso de un régimen político que, tiene muy poco de socialismo y nada que ver con el espíritu e ideas de Francisco Morazán. Más bien, entre los enemigos hondureños, los olanchanos y los vecinos de Opoteca, fueron los más fieros enemigos suyos. Con los primeros pactó acuerdos razonables en las Vueltas del Ocote; y les faltaron a sus compromisos. A los otros, tuvo que derrotarlos militarmente. Ambos fueron sus enemigos. Y sus descendientes lo son, aunque ahora, ladinamente quieran disimularlo. (CONTINUARÁ)

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