MORAZAN, ENTRE AMIGOS Y ENEMIGOS (2/2)

 Juan Ramón Martínez

Morazán invicto a caballo, por Marco Rietti

La posteridad y la justicia.

Morazán, comete militarmente muchos errores en Costa Rica. El desplazamiento de fuerzas suyas a Puntarenas y su disposición natural para negociar, creyendo en la buena fe de sus enemigos, fueron dos errores capitales. E incluso, su confianza que “la posteridad le hará justicia”, era muy optimista, como confirmaran los hechos que siguieron a su muerte el 15 de septiembre de 1842. Misma que de repente, explican su mansedumbre ante sus asesinos y su valentía ante la muerte. Que no deja de impresionar a los que no conocieron su personalidad.

Para cuando Morazán fue fusilado en Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y Honduras, estaban controladas políticamente por sus enemigos. Su muerte fue objeto de celebración en esos países. Solo El Salvador, les da refugio a los derrotados seguidores de Morazán. En Honduras, las celebraciones que ordena Francisco Ferrera a todas las corporaciones municipales del país, se regodean con su muerte,  ratifican las calumnias en su contra; y se  desarrolla la creencia ingenua, tal lo que escribieron algunos secretarios municipales en las actas levantadas  en los cabildos abiertos celebrados en – Comayagua, Juticalpa, Gracias, Santa Bárbara y otras –  que a partir de “la desaparición del tirano, volverá la paz, la tranquilidad y el progreso florecerá en todos los campos hondureños”.

Los líderes liberales hondureños, muy pocos relativamente hablando, andan escorados; o están escondidos en sus casas o fincas ganaderas. Los que se atreven – muy pocos, casi no tenemos evidencias suficientes todavía para ordenar sus nombres – corren peligro. Joaquín Rivera que había sido Jefe del Estado de Honduras, fue fusilado en Comayagua, como prueba del trato que  los enemigos de Morazán les dan a los liberales centroamericanos. En Guatemala, Rafael Carrera pone un cerrojo que duro mucho tiempo romper. En Honduras en 1852, José Trinidad Cabañas, es derribado por un movimiento apoyado por Rafael Carrera, el caudillo de los conservadores y curas guatemaltecos; y solo será hasta 1882, cuarenta años después de su muerte que los hondureños erigirán una estatua al más grande hondureño de toda la historia. La primera honra marmórea, fue obsequio de los salvadoreños, para la ciudad de Amapala, lo que confirma la lenta disposición de los hondureños para honrar al más grande de sus hermanos.

Los “socialistas” los nuevos enemigos

Ahora los socialistas, manosean su historia y quieren usarlo para destruir al liberalismo y a la democracia hondureña. En una jugada en que, en primer lugar, lo desbancan como el líder máximo de Centroamérica; y lo presentan como un hombre que, por sus luchas en favor de la democracia y el imperio de la ley, hay que ponerlos entre los grandes como un fruto del socialismo, porque según ellos, son los que inventaron la lucha en favor de los pobres, la libertad y la independencia. Esta degradación de Morazán a héroe, entre otros héroes, igual que hacen con Juan Ramón Molina que ya no es el mas grande, sino que uno de los mas grandes nada más, es muy sospechosa.

El uso de Morazán por sus amigos y sus enemigos, en una dirección positiva o negativa, no es nueva. En lo negativo, fue algo natural en sociedades mezquinas como las centroamericanas que resisten la gloria de sus coterráneos. Hasta finales de siglo, un periodista radial hondureño de mucha audiencia, Napoleón Mairena Tercero se ufanaba de su anti “morazanismo”. Repetía cada noche que se le apodaba “chico ganzúa”, porque había sido un ladrón juvenil. Que no le gustaba trabajar y que prefería la vida fácil Era una forma de mostrar que los hondureños somos un pueblo inferior que no puede por ello, tener grandes héroes. Y que cuando los tiene, no los defiende y ni siquiera los exalta. Todo el mundo se reía de la gracia y el periodista Mairena Tercero, se regodeaba porque creía que ello era una forma de sentimiento colectivo a sus visiones particulares.

Los seguidores de Morazán, los que le acompañaron en el fusilamiento en Costa Rica, regresaron a El Salvador, en donde fueron bien recibidos, Se llamaron los “coquimbos”, para que sus enemigos no los bautizaran, con apodos denigrantes, ellos se autonombraron antes. A Honduras los que regresaron no les fue muy bien. Lo excepción fue Texiguat donde todos, eran de alguna manera, morazanistas militantes, gracias a las predicas del padre cura Márquez. En occidente, entre otros, los Hermanos Cano fueron acusados de brujos; y ajusticiados brutalmente.

Sus amigos, sin embargo, -- en El Salvador, Honduras y Nicaragua--, no abandonaron su figura y menos sus ideas. Persistieron en la lucha. En El Salvador, después de recibir apoteósicamente sus cenizas lo impusieron como el héroe máximo. En Honduras, Cabañas, por sus prestigios, fue elegido presidente y desde el cargo discretamente siguió el morazanismo que lo había forjado como hombre y como valiente luchador, pactando con sus adversarios menos rencorosos, -- como el Padre Reyes--, pero no logro calmar a los conservadores hondureños que se unieron a Rafael Carrera que, desde Guatemala, apoyo la invasión de Juan López que echó por tierra el primer gobierno post Morazanista en la historia de Honduras. En 1876, desde Guatemala – después de la revolución liberal de Barrios y García Granados, Marco Aurelio Soto en un arreglo político con los salvadoreños, en el municipio de Chingo, trajo la reforma liberal y con él, las estatuas y el primer reconocimiento ordenado del cumplimiento de la esperanza de Morazán que la historia le haría justicia. Policarpo Bonilla, durante su presidencia, fue más alla: efectuó el esfuerzo de construcción de la unidad centroamericana, más perfeccionado que se recuerde. Pero como al final, solo era la unidad de tres países – Honduras, Nicaragua y El Salvador--, un golpe de estado en contra del presidente salvadoreño, destruyo el que ha sido el más completo y ordenado esfuerzo de unidad centroamericana de toda la historia centroamericana. Policarpo Bonilla, demostró que, bajo la sombra generosa de Morazán, era el mejor de sus seguidores, pese a sus defectos caudillistas inevitables en su fogosa y ladina personalidad.

 Al final extrañamente, el más morazanistas de los hondureños ha sido Tiburcio Carias Andino. En 1935, cambio el nombre del departamento de Tegucigalpa por Francisco Morazán, mucho tiempo después que los salvadoreños lo honraran, porque tienen además de un departamento con su nombre, un municipio que se llama San Francisco Morazán. Y guardan con enorme celo, los restos suyos, en un panteón que, pese a las amenazas, sigue intacto, preservando la gloria del hijo de Tegucigalpa que prefirió ser enterrado en San Salvador porque conocía suficientemente a sus paisanos de nacimiento. Y en 1942, junto a los intelectuales de la dictadura, Carias Andino celebro con dignidad y gloria, el primer centenario del nacimiento de Francisco Morazán. De aquello solo queda el Puente del Guanacaste que, aunque llamado Morazán, no ha derrotado la sombra y el agradecimiento de los vecinos mayor al enorme Guanacaste de las cercanías mas que al más grande de sus hijos. Nadie lo conoce como Puente Morazán, igual que nadie explica porque el Parque Cabañas, ahora se llama Parque la Merced en un guiño triunfal de los enemigos de Morazán. Que no pudiendo golpearlo de frente, ofenden al más leal de sus compañeros de armas.

Ahora, en el presente régimen “refundacional” de Xiomara Castro y su marido Manuel Zelaya y sus hijos, se intenta algo inédito en Honduras: el uso de Morazán, como figura política para oponerlo a la mitad de los hondureños que no tienen confianza en la familia Zelaya. Manuel Zelaya ha sido, de dientes para afuera, muy Morazanista. En algún momento de su caótica gestión al frente del ejecutivo hondureño, hablo de la posibilidad que los salvadoreños les prestaran el cadáver por un tiempo, para andarlo en romería, celebrando ferias cívicas en todos los pueblos de Honduras. Evidentemente, los salvadoreños, tomaron el asunto a broma del errático lector de García Márquez y de sus cuentos de la “Mama Grande”. Ahora el esfuerzo es más ordenado sistemático y sigue una experiencia que han transitado los cubanos con José Martí, los nicaragüenses con Cesar A. Sandino y los salvadoreños con Facundo Martí.

En Honduras, durante la guerra fría, una facción pro china que había estudiado en Cuba, de espaldas a la estrategia de la dirección del PCH bajo la subordinación soviética que rechazaba la lucha armada para conquistar el poder, abrió un frente armado en Olancho y levanto la bandera de Morazán. Bajo su nombre intentaron crear un foco guerrillero que, como otros, en otras partes del mundo, fue un fracaso que Regis Debrey nunca imagino jamás.

La instrumentalización de José Martí

Los intelectuales cubanos, usaron a Jose Martí para justificar el anti imperialismo de la revolución castrista. La tarea, les resulto fácil en su primera fase porque Martí había vivido alla – en el interior del imperio salvaje y violento – era un periodista de línea que había descrito numerosos acontecimientos, en los que su visión crítica fue alterada por la violencia del “imperialismo yanqui”. De modo que el Apóstol, fue presentado como el iniciador y Fidel Castro el que había honrado sus objetivos, poniendo a la revolución en contra de un imperio voraz que, pese a su tamaño, no podía contra la isla solitaria que era un espacio de dignidad martiana, anti imperialista. Donde fracasaron – como les ocurrirá aquí con Morazán – fue en el esfuerzo de mostrar que Martí había sido marxista o socialista.

Los exegetas fidelistas, egresados de la Universidad Central de la Habana, fracasaron en el intento. Y al final, se contentaron con un Martí forzado   a ser un probable antecesor de un Fidel Castro barbudo que hacía posible su sueño de libertad, sin que muchos creyeran el cuento realmente. Tan es así, que pocos valoraron y menos tomaron en serio, el que Fidel Castro haya sido enterrado en el mismo cementerio que el apóstol de América José Martí.

Los nicaragüenses y el uso de Sandino

Los nicaragüenses tuvieron más éxito con Sandino.  Por lo menos en la primera fase. Los enemigos, contra los que luchaban los jóvenes seguidores de Carlos Fonseca Amador, eran coetáneos con el héroe de las Segovias. Sandino y Somoza habían sido contemporáneos y el primero muerto a traición por el segundo. Además, la lucha de Sandino tenía el mismo modelo irregular seguido contra la ocupación de los soldados estadunidenses en la Segovia, que el que fuera usado por sus seguidores, para derribar la dictadura somocista en Nicaragua. El problema fue que después de cuarenta años, la revolución derivo hacia la dictadura; y aquí, el modelo fue Sandino -- que no fue un dictador sino un hombre con inclinación democráticas evidentes--, fue inútil. El adecuado fue de Somoza, porque al final, el enemigo derrotado, sobrevive en la conducta de los que le han derrotado. Por ello, la familia Ortega en Nicaragua, se parece más a la familia Somoza que a la familia de Sandino. Rosario Murillo, ni de lejos se parece con la telegrafista de Ocotal que fuera la compañera sentimental de Cesar A. Sandino.

Los salvadoreños y Facundo Martí

En el caso de El Salvador, Facundo Martí, solo fue un nombre que no tenía mucho que darle a una revolución fraccional que, una vez en el poder, no tuvo otra ruta, sino que un sendero estrecho que le permitió el modelo político que pretendió derrotar, con los resultados negativos que observamos actualmente. Dejaron la lucha, se hicieron partido político y ejercieron el poder durante dos periodos, sin que, durante los mismos, la figura de Facundo Martí haya sonado una vez siquiera. El único recuerdo que queda es que el departamento de Morazán, fue el lugar en donde la guerrilla encontró mayor respaldo popular y se libraron las más interesantes batallas populares.

Ahora, Morazán amenazado sobrevivirá

En el caso de Honduras, la tarea es mucho más compleja. Difícil e imposible, completamente. Morazán es más difícil de usar como justificación. Hasta ahora, se han dedicado a popularizarlo entre los más jóvenes – los más vulnerables en el manejo de los hechos y la verdad—usando a los historiadores graduados por la UNAH especialmente, para buscar en la orilla de la improvisación, una lejana cercanía entre la lucha de Morazán en favor de los pobres -- que históricamente no tiene mucho fundamento – con la supuesta lucha del gobierno de los Zelaya en favor de los menos favorecidos, cuyos resultados tampoco se pueden evidenciar. Más que resultados, hay que esperar – especialmente si no tienen resultados favorables en la próximas elecciones generales – daños a la profesión del historiador que ha pasado, bajo los estipendios generosos del régimen, de profesionales al servicio de la verdad y la comprensión de los hechos y los procesos del pasado, a simples repetidores de historias de camino real, juglares oficiales, burócratas de tinta negra, narradores de cuentos improvisados, con lo que la ciencia histórica se verá severamente afectada y reducidas las posibilidades que el ejercicio critico acompañe la mente de los más jóvenes al juzgar a las autoridades. Este retroceso que anticipamos, afectara mucho al país; pero no dañara a Morazán, cuya fortaleza es tal que, si en el pasado pudo evitar la fuerza de sus enemigos con facilidad, evitara ahora también la manipulación de estos falsos morazanistas que no son más que los mismos conservadores del pasado, herederos de los mercaderes de ganado que lo enfrentaron desde el mercantilismo guatemalteco.

Los Zelaya – menos el constructor de la catedral de Tegucigalpa -- pasaran al olvido, algunos cobardemente señalados, mientras Morazán invicto, continuara a la espera de las nuevas generaciones que pueden seguir haciéndole justicia a sus sueños, disciplinas y fuerzas para aceptar la derrota y los sacrificios de la vergüenza, seguro que las palomas no le harán daño en el futuro a sus estatuas blancas e inmaculadas. Firme y valiente, seguir ando orientando a los soñadores infinitos del futuro, mientras los historiadores asalariados del régimen, son condenados al olvido inevitable.

Tegucigalpa, 10 de noviembre de 2024 


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