Cosas del Español (19): LA HACHE, UNA LETRA DISCRETA

 

La hache es una letra muy discreta, tan discreta que, en la mayoría de los casos, es muda. Podría haberse suprimido, pero, en la reorganización ortográfica llevada a cabo por la Real Academia Española desde su fundación hasta los primeros años del siglo XIX, se decidió conservarla por motivos etimológicos o de tradición.

En latín, la hache se empleaba para representar un sonido aspirado que desapareció tempranamente de la lengua oral – no quedaba ya rastro en la época imperial --, pero se mantuvo en la escritura. Muchas de las haches del español tienen su origen en las voces latinas correspondientes. Puesto que carecían de valor fónico, durante gran parte de la Edad Media se extendió la costumbre de suprimirlas (se escribía ombre por hombre, ora por hora o avia por había), pero desde mediados del siglo XIII muy especialmente a partir del siglo XV, con la moda latinizante derivada de la difusión del humanismo, se repusieron muchas de ellas.

Otro grupo de palabras con hache, sin embargo, carecían de ella en latín. Por influencia del vasco, la mayoría de las efes iniciales latinas seguidas de vocal pasaron a pronunciarse aspiradas en el castellano medieval, aunque siguieron representándose con la letra f hasta el siglo XVI, cuando se generalizo ya el uso de la h (ferrun > hierro, farina> harina, ficus >higo). A finales del siglo, la aspiración se había perdido y ya no formaba parte de la norma culta en casi toda la península ibérica. Se mantuvo en Andalucía, Extremadura, Canarias y algunas áreas de América.

Existen otras haches de origen distinto. Algunas son etimológicamente inesperadas, como las de hermano (del latín germanus) o hinchar (del latín inflare). O las de hueso del latín vulgar ossum) y huevo (del latín ovun) a pesar de que estas últimas están justificadas por razones históricas. Llevan hache la gran mayoría de palabras con diptongo ue (también ua y ui) a principio de silaba. Y no por capricho. Puesto que la u y la v se emplearon indistintamente para representar sonidos vocálicos (/u/) y consonánticos (/b/), se añadía la hache, con matiz distintivo, para destacar su carácter vocálico: ueso podría haberse leído de forma errónea (beso), mientras que hueso, con esa hache añadida, solo podía leerse como (ueso). Esa es la razón por la que no llevan hache las palabras de la familia de hueso que no representan diptongo: óseo, osario.

En otras voces, muy pocas y de incorporación reciente, la hache ha conservado el sonido aspirado que tiene en sus lenguas de origen: hámster (del alemán hamster), hachis (del árabe hassis), hándicap (del inglés hándicap). En estos casos es habitual la aspiración, que sigue siendo excepcional fuera de las áreas dialectales mencionadas con anterioridad.

Fuente: Nunca lo Hubiera Dicho, Taurus, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, Madrid, 2022, pags. 63, 64).

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