Cosas del Español (20): LA KA, UNA HISTORIA ACCIDENTADA
La letra k existía en latín – solo la mayúscula, el alfabeto latino no
empleaba minúsculas--, proveniente del etrusco, con un sonido equivalente al
que hoy tiene en castellano. En la época arcaica, se empleaba ante la vocal a, y con mismo sonido, la c, que en ningún caso se correspondía
con la /z/ (civitas se lee (kíbitas), se combinaba con la e y la i, y la q, con la o y la u (no es casual,
por cierto, la vocal que se ha elegido con los nombres de estas letras: ka, ce, cu).
Con el tiempo, se generalizo el uso de
la letra c ante cualquiera de las vocales, en tanto que la q se reservaba para
ser empleada con u seguida una vocal perteneciente a la misma silaba: quadrivium, quercus. En latín clásico,
la presencia de la k ya era casi
anecdótica, pues solo aparecía en determinadas voces que conservaron su
ortografía arcaica.
Como consecuencia, en la evolución del
latín al castellano y, en general, en las lenguas romances, la letra tuvo
escasa relevancia. Aunque su presencia puede resultar significativa en los
textos más primitivos, tendentes a la escritura fonética, sometidos a gran
variabilidad ortográfica y dependientes de factores como el tipo de letra
elegido, a partir del siglo XII apenas se utiliza. Aun así, tuvo sus valedores,
entre ellos Gonzalo Correas (Korreas
en sus obras), que en su Ortografía
kastellana nueva i perfecta (1630), dedicada al katolico rei don Felipe N.
S. III”, defendió una simplificación ortográfica de carácter fonético. En todo
caso, la posición periférica de la k
en el sistema español condujo a la real Academia Española a eliminarla del
alfabeto en 1815. Fue una decisión relativamente efímera. Poco mas de cincuenta
años después, en 1869, la academia decidió replantearse la cuestión.
La gran mayoría de las voces que se
escriben con k en español son
prestamos de otras lenguas: kétchup,
kínder, koala, karaoke. Buena parte de ellas se han incorporado a nuestro
léxico con grafias adaptadas (cacatúa
[del malayo kakatuva], canguro [del
inglés kanguroo], esmoquin [del inglés
smoking] o presentan dos variantes:
una etimológica y otra que sigue el patrón tradicional español (bikini/ biquini, harakiri/ haraquiri, póker/
póquer, kiosco/ quiosco, folklore/ folclore).
El carácter tradicionalmente marginal
de la letra en español está detrás del uso que se hace de ella en sectores
contestatarios y contraculturales. Así, se han impuesto en la lengua general
palabras como okupa (que hace
referencia a la ocupación de viviendas y locales no habitados) o bakalao (una música electrónica de
carácter discotequero). En estos ámbitos no es infrecuente, por ejemplo, el uso
de la k en termino como kolectivo o anarkia, y en un topónimo
como Vallekas (en realidad Vallecas) un barrio de Madrid.
Fuente: Nunca lo Hubiera Dicho, Taurus, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, Madrid, 2022, págs. 65, 66).
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