Mirador: BARISTA, CAFÉ Y OPORTUNIDADES
Juan Ramón Martínez
Starbucks, San Pedro Sula, Honduras
La Real Academia Española acaba de incorporar una ultima palabra al diccionario: “barista”, que define como la persona con habilidades para darle a los clientes, lo mejor del café. En Honduras la palabra se ha abierto paso, acompañando el auge del consumo de café, multiplicado las cafeterías y producido el regreso a las tertulias y los encuentros amistosos, practica muy lesionada durante la epidemia del covid—19. Y ha permitido al país, mostrar la calidad de sus cafés, el ingenio de empresarios nacionales y las habilidades de los baristas. Las ciudades que no tienen Café Americano, por ejemplo, tienen ausencia de categoría. El arquitecto Aguilar me escribió que le gustaba Olanchito; pero que no tenia Café Americano. Tiene razón, esta marca se ha impuesto, pese a lo ambiguo de la palabra, especialmente en Europa como una muestra de la calidad de los cafés hondureño, --de enormes y desconocidos prestigios-- y la habilidad de los baristas nacionales y extranjeros que conviven con nosotros. Que igual que chefs, son los artistas del aroma y el sabor.
Ahora que en SPS abrirán un cafetería estadounidense, los paladares nacionales, podrán degustar las variedades de cafés y el talento de los baristas. La competencia ayudara mucho y servirá para que el consumidor,-- el bebedor de café--, exija los encantos desconocidos de los cafés hondureños. Incluso muchos se volverán mas orgullosos cuando esta mezcla: habilidades de los baristas y calidades de los cafés , dos motivos de orgullo que necesitamos mostrar ante tanta mediocridad que nos ahoga, las calidades de los cafés hondureños, sin engañosas mezclas o tramposos ejercicios para engañar a los bebedores de café que en los últimos años han mejorado sus gustos, exigencias y sensibilidades de sus paladares.
Honduras goza de prestigio por sus cafés. Algunas mezclas que se venden en el exterior bajo la marca Honduras, no han terminado por definirse. Son ambiguas y algunos paladares consideran engañosas. Algo tendrá que hacerse para posicionar el origen del café hondureño y que los bariastas, desde su ”ingreso” en la RAE, ayuden a educarnos y volvernos dispuestos a celebrar la vida alrededor de una tasa aromática de un café hondureño. De altura y calidad. Porque el consumidor ha mejorado y tornado exigente e informado. No se deja engañar porque cuenta con un palabra que no teníamos hace treinta años. Y si hacemos de la cafetería, el café y la charla,-- la tertulia o la conversación como nos gusta decir--, el café puede ser opción para posesionar a Honduras, mas allá del sombrero maloliente del caudillo, las mujeres deformadas por el goce del poder y las timidez de intelectuales,-- que solo cuando intercambia favores, logran algo para si--; pero poco para Honduras.
Desde Europa y los Estados Unidos, Honduras se ve como un “estado problema”, una nación indefinida y sin personalidad, con un pueblo manso y aborregado con poca capacidad para escoger y exigir calidad en que quienes hablan en su nombre. En momentos en que caen dictaduras, nosotros permitimos la consolidación de una familia de ingratas contribuciones, celebramos la mediocridad; e incluso mostramos mal gusto al escoger amistades y aliados, aceptando discursos vulgares, plagados de lugares comunes y eligiendo a los peores para que nos gobiernen.
Ahora alrededor de tasa de aromático café hondureño podemos evitar que nos vean como pigmeos, objeto de burla y menosprecio, sin lugar incluso en la lista de países sobreviviente después del 2050 en que Yuval Harari anticipa nuestra desaparición como nación. Es la oportunidad en que café y los baristas son los héroes, para posicionar a Honduras como palabra y realidad en el mundo.
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