Contracorriente: CAMBIO DE MODELO EDUCATIVO

Juan Ramón Martínez

Si queremos sacar a Honduras de la pobreza endémica en que vive, hay que cambiar el modelo educativo. Por los resultados, el actual es deficiente. De allí que haya que cambiarlo desde nuestras realidades y asumiendo retos. Así como también, aprendiendo de sociedades exitosas. Y que manejan modelos que podemos replicar en Honduras. Entre ellas, no hay que incluir a Cuba y menos a Venezuela. Este ultimo en su momento,-- en la década de los cincuenta--, era un uno que daba resultados y que aquí, nos produjo la Escuela Superior del Profesorado ahora convertida en Universidad Pedagógica. Esta, inevitablemente también tendrá que ser reformada y adaptada al nuevo modelo que la sociedad requiere para producir las generaciones capaces de enfrentar los retos de la cuarta revolución industrial. Porque ahora produce y produce mas activistas, que otra cosa.

Inevitablemente hay que “refundar” al Ministerio de Educación, y encuadrar a las universidades – públicas y privadas – en la formación de los cuadros profesionales y gerenciales que requiere el desarrollo capitalista del país. Porque no hay que engañarse, la única instrumentalización de la educación éticamente manejable, es la que se refiera al desarrollo de Honduras. Creer que desde allí se hará la revolución socialista es un error. Eso es indoctrinar; creando dependencia, limitando la libertad y eliminando la creativa participación de la ciudadanía Hay que hacer la revolución si eso quieren las nuevas generaciones; pero una vez que hayan desarrollado el juicio critico necesario para analizar si hay otras vías; o caminos menos traumáticos.

Hay que aceptar que el entorno mundial es diferente. Ahora la información disponible es casi infinita, por lo que no hay que perder tiempo enseñando lo que ese Aleph de Borges -- el teléfono móvil -- tiene disponible en cualquier momento. Lo que el hondureño requiere es capacidad de manejo computacional e imaginación para usarlo en términos productivos y para resolver problemas. El modelo memorista es casi lo que la metafísica, en tiempos de Rosa y Soto, representa atraso, porque ni enseña a pensar y tampoco a crear alternativas. Solo nos da empleados públicos y emigrantes para que en los Estados Unidos y en Europa, hagan trabajos de carpintería, cuidado de ancianos, comida en restaurantes y otras actividades, para los que no hay que mantener martirizado tanto tiempo a las nuevas generaciones.

Hay que entender que no todos podemos ser universitarios. Urgimos técnicos. Ahora contamos con mas abogados que los que necesitamos para ordenar las relaciones en la sociedad. Faltan gerentes, investigadores, programadores e ingenieros que produzcan soluciones y que puedan trabajar en cualquier parte. Los científicos sociales deben inclinarse para ayudar a formar el carácter y la disposición para encontrar en el trabajo, la única via para ser mas persona.

Y en el fondo, al margen de las profesiones o niveles, hay que crear desde el escenario educativo nuevas actitudes – útiles y pragmáticas – que permitan el ingreso en un mercado laboral competitivo que valore sus méritos. Nadie vive de títulos y lo que hace falta en cualquier oficio y promoción, es la actitud critica, el cuestionamiento de los procesos y mecanismos creativos, de forma que en cada hondureños haya alguien que se pregunte porque las cosas son como son; y como las podemos mejorar.

Y aquí, es inevitable volver los ojos a la pedagogía de principios del siglo XX que enfatizo mucho en el carácter, preparando a los hondureños para la defensa de su libertad, espacio físico, respeto por sus ideas y orgullo para ver a todo el mundo a los ojos. Montoya, Morazán, Nufio, Bardales Bueso, Membreño y otros, hicieron importantes aportes. Es necesario que desde la historia de la pedagogía, cambiemos la mentalidad de servidor público, coleccionista de recomendaciones. Y la movamos hacia el liderazgo creativo que haga que de cada hondureño una persona de pie, confiable y productiva. Una sociedad, en que el estado no esta organizado; o que no da respuesta a las satisfacciones de las necesidades de la población, solo puede ser cambiado desde una pedagogía de la libertad en donde los maestros dejen de ser anticipos de policías, distribuidores de favores, manipuladores y mentores de la evasión de responsabilidades, expertos del mal gusto y hábiles en empujar a la mediocridad.

Por la via que seguimos, no iremos a ninguna parte. Necesitamos un nuevo hondureño, orgulloso de si mismo, creador e imaginativo, competitivo, con simpatía para hacer amistades y alianzas en que la manipulación sea inexistente.

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