Cosas del español (28): CASOS ESPECIALES

En el código ortográfico español existen algunas irregularidades que merece la pena poner de manifiesto.

Un caso llamativo es el de los derivados de nombres extranjeros de persona (antropónimos) y de lugar (topónimos). Para facilitar su identificación, se recomienda conservar la grafía del nombre del que proceden. Así, se escribe shakesperiano (de Shakespeare), rousseauniano (de Rousseau), beethoveniano (de Beethoven), ghanés (de Ghana) o seychellense (de Seychelles). Pero, aunque estos adjetivos se forman mediante sufijos castellanos y se consideran palabras plenamente españolas, no se acomodan a la ortografía de nuestra lengua. Además, su pronunciación es mixta, pues la parte correspondiente al nombre propio extranjero se articula como en la lengua de origen: [sekspiriáno], [rrusoniáno]. Conculcan, por tanto, la norma general que prescribe el uso de la cursiva cuando la grafía de una palabra común no se adapta a las reglas ortográficas del español o cuando, según esas mismas reglas, no existe correspondencia entre su grafía y su pronunciación.

Es cierto que, como derivados de nombres propios, estos casos constituyen una excepción. Aprovechando esta vía parecen haberse colocado en nuestra lengua otros casos de más difícil explicación. Nos referimos a determinadas voces derivadas de extranjerismos crudos que, como tales, han conservado su grafía y pronunciación originales, y que, por tanto, se escriben en cursiva: pizza, jazz, whisky (aunque de este ultimo termino existan adaptaciones). Como en el supuesto de los antropónimos y topónimos, se han añadido a estas bases sufijos españoles conservando la grafía de la palabra primitiva: pizzería, jazzístico, whiskería. El resultado son voces hibridas, con grafías anómalas y pronunciaciones ajenas a las establecidas por las normas del castellano ([pitsería], [yasístico], [guiskería]), pero que se aceptan como españolas, por lo que se escriben sin marca ortotipográfica alguna.

¿No es algo raro escribir pizza en cursiva y pizzería o pizzero en redonda? Con mas motivo cuando, en otras ocasiones, los derivados se han adaptado con normalidad: por ejemplo, escribimos rock, pero hemos aceptado roquero. Si vamos algo mas allá, convendremos en que, en realidad, palabras como pizza tienen ya un carácter hibrido. Son voces que se han incorporado al léxico de nuestra lengua con una grafía anómala. La prueba evidente de este carácter mestizo es que en plural se utiliza pizzas (un plural «a la española») y no el que le correspondería como voz italiana: pizze. El propio diccionario académico emplea pizzas (en cursiva) en la definición de pizzería: ´Establecimiento comercial en que se elaboran y se venden pizzas´. Ese plural anómalo -habitual en palabras extranjeras que no forman el plural como en castellano, por ejemplo, las procedentes del italiano o del alemán- ¿no le otorga al termino un carácter tan «español» como el de pizzería?

La cuestión es compleja y la Real Academia Española ha optado por una solución salomónica. Se emplea cursiva en las palabras primitivas y redonda en las derivadas. Se trata de una vía de entrada y normalización de grafías ajenas a nuestra lengua.

(Fuente: Nunca lo hubiera dicho, Taurus, Madrid, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, págs. 82, 83 y 84).

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