Ensayo: ENRIQUE KRAUSE Y SPINOZA: EL INTELECTUAL Y SUS COMPROMISOS

Juan Ramón Martínez

Enrique Krause, es un viejo conocido de los medios intelectuales del mundo hispano y lugares aledaños. Ha escrito muchos libros; es un gran investigador histórico, con muy buenas relaciones entre la intelectualidad de Estados Unidos, Gran Bretaña, Polonia y Alemania. Es director de la revista literaria en español mas famosa e influyente que circula en nuestro mundo, “Letras Libres”. Antes acompañó a Octavio Paz en “Vuelta”, “ una solitaria trinchera de la libertad y la democracia frente a las dictaduras militares, los partidos de estado, las guerrillas marxistas y las ideologías estatistas y dogmáticas que proliferaron – y proliferan aun – en nuestro continente”; y a la muerte del poeta Paz, por diferencias de óptica con la viuda del nobel mejicano, él y sus compañeros, abandonaron la revista donde querían darle continuidad al pensamiento y visiones del poeta mejicano mas famoso de todos los tiempos; y fundó la revista a que hacemos mención.

Ahora, acaba de publicar la que llama su biografía intelectual bajo el titulo “SPINOZA EN EL PARQUE MÉXICO”, en la que sin caer en la autobiografía, comparte con sus lectores una larga conversación que ha mantenido durante varios años con el escritor español José María Lasalle, conocedor de la cultura mejicana y de América latina y ademas, hombre culto, buen escritor, de muchas e intensas lecturas y amigo y compañero de Krause.

Se trata de un libro bien editado por Tusquets Editores, de mas de 700 paginas, con profusas ilustraciones, en que si bien abre las puertas a los desconocidos, es un libro para que los que conocemos a Krause por medio de la lectura de su profunda obra sobre los temas del poder, entremos a su casa, en donde el autor nos va revelando su itinerario vital; y, mostrando las varias habitaciones de la residencia familiar que es al tenor de Jorge Luis Borges una gran biblioteca, podemos ir conociendo sus relaciones con los autores de sus primeras lecturas, los personajes de sus investigaciones históricas, sus compañeros de aventuras en la edición de libros y publicación de las dos revistas mencionadas, sus experiencias con los intelectuales y políticos objeto de sus biografías y sus relaciones con los escritores del siglo de sus abuelos, de sus padres y de los suyos propios en México, en un colegio israelita de la capital, de la UNAM, donde estudio Ingeniería Industrial y en el Colegio de México donde hizo su doctorado en Historia. Entre esos personajes que brotan en una rica conversación, tenemos la oportunidad de conocer el pensamiento de Baruch Spinoza, sus preocupaciones por devolverle a Dios la soberanía perdida en manos de los rabinos y pensadores israelitas, construyendo de un Dios superior, inaccesible y complicado que no tiene nada que ver con las formas humanas que le ha dado el cristianismo, que no se dedica a cuidar nuestros actos, sino que nos deja libres para que,-- en el ejercicio de nuestra responsabilidad--, hagamos de la libertad y la destrucción del miedo los ejes de nuestra realización personal. La presencia de la Etica de Spinoza, que busca por medio de la razón, controlar nuestras pasiones; y sus proposiciones políticas en las que la tolerancia es el centro de las relaciones en la sociedad y en la que la multitud, el pueblo, limita el poder del Estado, controlando sus impulsos y sus tendencias autoritarias. Es, pues, el encuentro entre el pensamiento, algunas veces incontrolado y dominado por la irracionalidad; pero con el que como seres libres, somos los únicos responsables porque Dios, no es un juez que castiga o premia, sino el creador que desde el mundo desbordado, nos deja construir nuestro destino personal y colectivo. Pero ademas del filosofo holandés, que pese a su expulsión de la sinagoga no abandonó el judaismo y no se hizo cristiano, lo que habría sido lo mas natural en cada momento, Krause nos va presentado a sus otros personajes y amigo de su ruta vital. Por medio de sus respuestas a Lasalle, nos vamos enterando como desde su visión de la historia, en donde escoge el espacio de las biografías, buscando no explicar sino que entender a los personajes históricos, para que sean ellos quienes nos expliquen sus momentos cruciales, sus motivaciones, dudas, caídas y recuperaciones en los casos en que estos tuvieron una segunda oportunidad. Gracias a este recorrido por la ruta de su experiencia personal, vemos aparecer viejas glorias, solo conocidas por la lectura de sus obras: Mariano Azuela y su novela “Los de abajo”, Martín Luis Guzmán y su “Aguila Dorada” y los personajes, de su investigación final para doctorarse, el estudio de la generación mejicana de 1915, que desde el sufrimiento y el dolor de la revolución de 1910 – que fue un acto de irracional bestialidad, fruto de la explotación de los débiles rebelados y los caudillos ambiciosos-- quieren y logran, desde los resentimientos desbordados, construir una idea de México, después de pensar a México y entenderlo. De la mano de Krause, vamos conociendo a Gómez Morín, Daniel Cosío Villegas, Lombardo Toledano y José Vasconcelos,-- la generación que el autor, de la mano de Ortega y Gasset y Julián Marías--, coloca de pie y de frente a los generales destructores, para disputárles los espacios que les permitirá la construcción de la institucionalización del México actual. Así Kraus muestra con pedagógica paciencia, el carácter de estos civiles que le quitan de la mano a los generales las pistolas humeantes; y se permiten desde fuera del gobierno, construir las instituciones económicas, politicas y culturales para atender las necesidades del crecimiento económico empresarial y para que la revolución pueda honrar sus promesas de redención a los pobres, los obreros y los campesinos. Por eso vemos como después de la organización bancaria para dirigir el crédito a la producción y la industrialización, crean sindicatos, las universidades populares y en fin, las instituciones educativas, las editoriales y frenan los excesos de los burócratas que en algún momento, parecieron querer destruirlas y mas bien las salvan y la justifican. Y en el fondo de todo, las tareas del intelectual que estudia las estructuras del poder en México, sus tendencias autoritarias y la concentración de el gobierno en la presidencia imperial, cuya mejor expresión esclerotizada la representan el PRI y lo que Mario Vargas Llosa llamara la “dictadura perfecta”.

Pero esta representación del poder, no se agota en las anécdotas de Krause, sino que lo podemos ver en el autoritarismo de Gustavo Diaz Ordaz y Luis Echeverría Alvarez, las luchas estudiantiles de 1968 y 1971, bajo lo nombres de la masacre Tlatelolco y Corpus Cristi, en las que Krause, participó personalmente en su condición de estudiante que pedía libertad ahora, y democracia siempre. Y sin adjetivos. De la mano de nuestro guiá por los entre telones la política mejicana, vemos como el poder copta a los estudiantes, a los profesores y a los intelectuales, para que olviden las promesas y los compromisos; y se hagan parte de las estructuras del poder y legitimen sus practicas y teorías para usar a los pobres, no como su liberación como indicación de sus compromisos, sino que como instrumentos clientelares para fortalecer sus poderes. Y como fondo, contrastando la voces teóricas, nos presenta a Gabriel Zaid, posiblemente le teórico político con los pies mejor puestos en la realidad de México. En efecto, nos va dando la lista de sus soluciones practicas, sus consejos fraternales y las salidas mas perfectas que se han planteado en México, para desarrollar sus clases subordinadas y mas postergadas: los pobres, campesinos y obreros orilleros, en las ciudades del México, post revolucionario

Pero, no salimos indemnes de esta gira por la ruta de la forja intelectual de Krause. Su peregrinaje por libros, papeles, – cartas, borradores, notas apresuradas e inclusos recibos de cuentas pagadas o por pagar-- bibliotecas y entrevistas con los personajes y sus familiares, comparte sus visiones sobre las teorías políticas, desde el marxismo, el fascismo y el capitalismo estadounidense a punto de quebrarse en 1929, el socialismo marxista en sus diversas versiones hasta el liberalismo, como fuente originaria de la democracia.

 Es aquí en donde Krause, posiblemente sin que ese sea su propósito, nos pone de ante las obligaciones éticas y políticas que tenemos frente al poder. Muestra su peligrosidad, desde el individualismo de Borges y dándonos en las propuestas de Locke y Montaine, mas la adición del pensamiento en favor de la tolerancia y el respeto por las opiniones divergentes de Spinoza, la herramientas para controlarlo y dominarlo, para mantenerlo sometido al servicio de los intereses populares, dentro de un régimen democrático inevitable. Pero ademas, aporta exigencias para los lectores y también para los intelectuales. La obligación que todo intelectual, debe ser criticar al poder, suena a un compromiso ético que nos retrotrae de nuevo a las exigencias éticas de Spinoza. Y es que no se puede ser intelectual sin serlo. Y para serlo, hay que estar comprometido con la libertad – no como una finalidad o una conquista a lograr-- y la democracia, como conducta y como construcción practica y con la critica constante del poder, estableciendo las inevitables distancias para evitar que nos capte o nos manipule. Estremecedora, en este sentido, “es una critica al libro El Intelectual y la sociedad” que había coordinado el poeta salvadoreño Roque Dalton, en que el grupo de intelectuales declaraba que por amor a la revolución Cubana, eran capaces de dejar de ser intelectuales. Del lema castrista “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada” , Gabriel Zaid, brillante analista y valiente polemista, desprendía sucesiva y lógicamente, como en una demostración matemática, que ningún intelectual podría ir contra la verdad, contra el sentido de la historia, contra el poder revolucionario, contra el bloque soviético, contra el deber de obedecer. Y bajo estas premisas, en efecto era mejor dejar de ser intelectual. Estos intelectuales proponían una especie de Revolución Cultural china auto impuesta. Como decía Etiene de La Boetie, el amigo de Montaine: “la servidumbre voluntaria” (232) . Porque a los intelectuales de occidente hemos enfrentado el dilema de la libertad para el ejercicio critico del autoritarismo mayor que ha conocido la humanidad, el marxismo de la Unión Soviética, “la primera dictadura que no se avergonzaba de su nombre” (204).

Este dilema, cruza la conducta de los intelectuales desde 1935 hasta 1989, y es la medida que permite valorar los compromisos, con la libertad y la democracia. Y la obligada consideración de volver los ojos y recuperar el liberalismo, como una de sus fuentes originarias que explican la existencia de esta forma de poder vigente en occidente, la democracia. Krause que estudió el peso de este mesianismo - marxismo y su oferta igualitaria a cambiar de la entrega de la libertad, bien por entrega voluntaria y mayoritariamente arrebatada por las fuerzas de los gobiernos que caían en manos de los sectores ideológicamente sesgados por el autoritarismo en su forma mas violenta, tanto en el nazismo como en el marxismo, nos lleva a concluir que solo los que han sobrevivido, pueden enfrentar constructivamente alternativas para mejorar y derrotar a los gobiernos construidos en contra de la voluntad de los pueblos. Dictadores y hombres libres, no se puedan mezclar. La historia que nos muestra Kraus, lo confirma en forma indubitable, haciendo posiblemente de su itinerario intelectual, la mejor contribución para que las nuevas generaciones que no han visto el marxismo empinada sobre piras de cadáveres, destruyendo pueblos e imponiendo renuncias de idiomas, costumbres y practicas culturales, sabiendo que aunque haya caído en Moscú las estatuas autoritarias marxistas, tengamos que presente que al riesgo que “al despertar el monstruo este allí”. Pero para hacer posible este deslinde, era necesario que quienes había considerado aceptables los excesos de a Unión Soviética para no favorecer al fascismo alemán, que para los setenta se disculparan e hicieran efectivo su distanciamiento con Cuba. Octavio Paz lo hizo, con mucha pena, aunque en forma tardía; pero dolorosa. Y entre la nueva generación, Mario Vargas Llosa, ante el caso de Heberto Padilla, el imperativa de rechazar al marxismo, por autoritario y antidemocrático. Los dos, en la dinámica de la polémica entre Jean Paul Sartre y Albert Camus. Octavio Paz,expoliado por las denuncias de Soklhenitzan. Repitiendo hasta el cansancio, la vieja mala costumbre de los grupos de la derecha y la izquierda marxista, de escudarse bajo las alas de una doble moral, de modo que no han vacilado en criticar a Videla y Pinochet, al tiempo que siguen favoreciendo con su respaldo a la revolucion cubana, a los Castro, Ortega y Peron.

 Al finalizar, este viaje por la casa de los recuerdos de Enrique Krause, me queda como hondureño, la nostalgia de no haber encontrado en el libro los nombres que creiamos inevitables: Rafael Heliodoro Valle, Alfonso Guillen Zelaya, Oscar Castañeda Batres. El primero relacionado con José Vasconcelos; y, los dos otros, con Vicente Lombardo Toledano, adscritos a la plana editorial de su periódico “El Popular”. El otro, Valle, haciendo magisterio, desde las relaciones interpersonales, la crónica periodística y la historia.. Siempre creíamos que habían sido figuras cimeras, cada uno en sus tareas, bien en la cultura como en la forja de un marxismo acomodado a las condiciones latinoamericanas , como nos contaron los viejos maestros que celebraban al poeta olanchano que soñaba siempre, en su “Casita de Pablo”, como un “ala frente al mar”. afanado en enseñarnos a entender las diferencias entre lo común y lo esencial. Tendremos que preguntarle a Krause, sobre ellos. De repente están perdidos entre sus apuntes, esperando la pregunta inevitable de sus paisanos. Pero, todo eso sera planteado en otra entrega de este viaje que, todavía tiene originales desvíos y ramales que son útiles para entender nuestra propia ruta, especialmente la relacionado con la forma como la “dictadura perfecta”, empezando con Luis Echeverria Alvarez, enfrentó la tarea de desmontar la protesta estudiantil de 1968 y 1971, llevando a los universitarios al poder, coptandolos y acallando su capacidad cuestionadora, bajo la sombra cariñosa del presupuesto federal. Introduciendo otra formula perversa del poder para acallar las criticas y evitar criminalmente ponerse al servicio de los intereses de todos, especialmente de los pobres, campesinos y obreros, de las ciudades y de los campos mejicanos.

McAllen, Texas. Diciembre 2022-- Barcelona, Enero 2024

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