Cosas del español (32): EXTRANJERISMOS RESISTENTES

A menudo nos quejamos de la invasión de anglicismos. Lo cierto es que los prestamos lingüísticos forman parte inseparable de la historia del español, que ha recurrido a ellos con mucha frecuencia para ampliar su léxico. Resulta casi imposible imaginar nuestra lengua sin los arabismos incorporados en la Edad Media, los indigenismos adoptados tras la llegada de los españoles a América o los galicismos que, sobre todo a partir de la Ilustración -periodo de máximo prestigio cultural de Francia-, fueron ampliando los recursos del español. El goteo incesante de préstamos del inglés viene sucediéndose desde el siglo XIX, muy especialmente a partir del XX.

En ocasiones, estas voces se incorporan para dar nombre a realidades nuevas para las que el español carece de significante (el tomate o el cacao, por ejemplo, desconocidos hasta la llegada a América; la guillotina y el bidé, que debemos a los franceses, o, mas recientemente, el tenis o el airbag). Otras veces, el prestigio cultural o político de una determinada lengua puede hacer que un préstamo -con frecuencia utilizado por moda o mero esnobismo- conviva con la voz tradicional o incluso acabe sustituyéndola. No es raro que hoy se hable en el ámbito laboral de un planning cuando pueden emplearse voces como planificación o programación, o que se opte por staff al hacer referencia al personal o los empleados. Son usos que se consideran innecesarios, pero que, como ha sucedido a lo largo de la historia, podrían acabar imponiéndose.

Lo normal es que los prestamos arraigados acaben adaptándose a la grafía y la pronunciación del español, y se incorporen a nuestra lengua olvidándonos de su origen foráneo. Algunos ofrecen resistencia a esta adaptación. Se trata de un fenómeno favorecido por el proceso de globalización y el mayor conocimiento de las lenguas extranjeras por parte de los hablantes. Casi todos son extranjerismos asentados en el uso internacional, como amateur, blues, camping, flash, glamour, jazz, parking, pizza, rock, software o thriller. En algunos casos, como camping (campin), flash (flas) o glamour (glamur), se han sugerido adaptaciones. En otros, se opta por alternativas mas tradicionales.

Fuente: Nunca lo hubiera dicho, Taurus, Madrid, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, págs. 91 y 92.

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