Cuento: ENTONCES, ¡NADA ES VERDAD ¡
Juan Ramón Martínez
A José Ernesto, en cualquiera parte.
Señor profesor soy estudiante de Honduras, Centroamérica y quisiera con su permiso citar a Jorge Luis Borges, en su manejo de la traición, el engaño en el tiempo y en los hechos repetidos, una confirmación de lo que usted ha dicho y la sobre dimensión de la memoria, la duda de la realidad y la inevitabilidad del olvido. Y, si me permite, quiera poner dos ejemplos iniciales: uno, referido a un expresidente de México que enterró en el Panteón de los Héroes una pierna suya con honores militares; dos, el dictador de Gabriel García Márquez que vende el Mar Caribe a los Estados Unidos; y al final, agregar dos anécdotas: la de un presidente de Centroamérica que en el olvido inevitable impuesto por los años vividos, su esposa contrataba mecapaleros en los mercados para que le escucharan contar sus historias y le dieran asentimiento a las mismas cuando el que había sido siete veces Presidente de la República las contaba; y porque siendo anciano viejo y achacoso, de más de 90 años, había enterrado a todos sus contemporáneos, --no tenía testigos de sus hazañas--, por lo que necesitaba que los indiferentes obreros, le dijeran “presidente” y además, fingieran sorprenderse de sus proezas exageradas que nadie creía; pero que debían lucir que sí, aceptaban que era la verdad, porque esa era la condición para recibir el salario de parte de la joven esposa del dictador envejecido. ¿No cree que igual que Las Mil y una Noches, los cuentos y el tiempo, son útiles para sobrevivir, para engañar y engañarnos los humanos? ¿Y que, de otra manera, sin esa capacidad para mentir y engañarse hace tiempo que el homo sapiens habría desaparecido?
“Muy bien joven. Usted ha agregado la dimensión temporal, favorita de Borges, por supuesto. Bergson creía que el tiempo era un invento de la soledad, en tanto que en la teoría de la relatividad Einstein la coloca como una categoría real, al lado del espacio. Creo que, como todas estas teorías del espacio tiempo de Einstein, son un invento del hombre para esconder sus motivaciones y crear nuevas justificaciones. Por ello, estoy más de acuerdo con Bergson. Llegará un día que se demostrara que la categoría tiempo espacio no existe y que las teorías de Einstein son equivocadas. Solo es cosa de tiempo. Mire usted: Freud, ha caído en desgracia. Marx cada día se cita más para dudar de sus afirmaciones. La misma filosofía es casi una ocupación que no tiene pensantes y menos seguidores. Está condenada a desaparecer. Como le ocurrirá pronto a la evolución darwiniana y otros relatos, incluido el de la misma creación occidental del universo”.
Es tan así, profesor que, en un pueblo de El Salvador, en tiempos de cosecha del café, un rico hacendado que ya no puede caminar, contrata a tres peones todas las mañanas y le paga los salarios promedios diarios a ganar, para que le acompañen a jugar las cartas durante toda la mañana porque el tiempo y la soledad le angustian, y le duele estar solo.
“Entonces, lo único que cabe es preguntarnos, dijo a continuación el profesor, sereno y tranquilo, es si la existencia humana, es un invento también, -- más alla de la afirmación de Calderón de la Barca que la “Vida es un sueño” aunque no se sabe de quién-- porque no hay forma de comprobar que en verdad existimos; y que, nosotros, en este momento que hablamos somos reales; o, solo estamos dando comprobación a las tesis de Borges sobre el tiempo o demostrando que San Pablo estaba enfermo de epilepsia y que su visión de Dios, no es más que otra forma de conducta humana anormal, afectada por la enfermedad. Una deformación de la capacidad del homo sapiens para fabular, para inventar, para mentir. Esta es la cuestión” Tomo un vaso con agua, apuro un poco y se aclaró la garganta para digiriéndose al estudiante dijo: “¿cómo me dijo se llama usted joven?
Roger Eduviges Martell, profesor para servirle.
“Un gusto conocer al primer hondureño. Pues bien, significa que aquí, en la vida humana, en la civilización humana, no hemos descubierto nada, porque descubrir es comparar; y estando solos, mientras no encontremos vida comparable en otros planetas, todo lo nuestro es mentira, puras teorías, y deliberadas auto justificaciones. Todo, totalmente todo. Incluidos ustedes y yo que, nadie tiene pruebas que estemos aquí, conversando, durante cuarenta y cinco minutos. ¿De acuerdo?”
En la distancia, sonó el timbre y la clase de filosofía se dio por terminada. El anciano profesor, recogió sus notas, borro el pizarrón y se preparó para salir del aula. Se levantó, con evidente dificultad. Tomo el arrugado sombrero, se lo coloco sobre la cabeza canosa; y, sin ver para atrás, en un segundo nos olvidó a todos. Y todos sus alumnos a él. Menos yo.
Imagine que había sido un sueño, y por el tropel de alumnos, no les importo que el anciano profesor se encaminara hacia el olvido y la soledad. Somos, solitarios y por ello, dudosos seres humanos que nos vemos descubiertos si no aceptábamos que los otros tienen existencia real, mas alla de los ejemplos de los escritores. Y la fuerza de los relatos para volver verdad aparente lo que no estamos seguros que existirá jamás. Por culpa de la inmensa soledad estelar.
Entre al bar, pedí un trago al barman y me senté. Después del primer trago, me di cuenta que la felicidad radica en no pensar. En no tener recuerdos. Solos los necesarios para una existencia elemental, celular. Pensé y empecé a olvidar al viejo profesor, la clase llena, sus palabras tranquilas, sus canas rebeldes y su sombrero arrugado. Salud dijo alguien que necesitaba compañía. Salud, le respondí. Empezamos a hablar con el desconocido del último partido de futbol entre el Manchester y el United, de las elecciones en Estados Unidos, los viajes a la Luna, los cohetes recuperables, hasta que nos emborrachamos, sin decirnos el nombre siquiera. Automáticamente, dos horas después, nos pusimos de pie. Tome mi cartera, me enfunde el abrigo; y salí a la calle solitaria de las dos de la madrugada. Londres es triste. En sus bares mucho más. El me volvió a ver siquiera. No nos despedimos. Nos ignoramos. Cada uno siguió su camino. Estoy en una cama extraña en un lugar que no conozco. Y no me importa porque soy feliz imaginandolo todo, sin levantarme siquiera.
Tegucigalpa, 21 de octubre de 2024
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