EVITA PERÓN

Oscar Aníbal Puerto Posas

A propósito del Día Internacional de la Mujer

María Eva Perón Ibarguren. Nació el 26 de abril de 1919, en la estancia “La Unión, a dos leguas de General Viamonte, pequeña población que se encuentra a unos trescientos kilómetros hacia el oeste de la capital argentina.

La palabra “estancia”, tiene un rumor a despojo y a opresión. Los primeros repartos para establecer estancias fueron hechos por Juan de Garay en 1580, los cuales avanzaron desde La Pampa hasta el río Luján, río de las Conchas y Cañada de Escobar. Las estancias fueron los focos que colonizaron La Pampa y fomentaron la producción, al mismo tiempo que significaron la extinción de los aborígenes. Acciones depredadoras y crueles, adjudicables al general Julio Argentino Roca (1843-1914), quien llamaba “animales salvajes” a sus víctimas. Todo bajo el auspicio de un falso mesías: Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888). “Seis millones de hectáreas pasaron a manos de sesenta y siete propietarios” (Galeano, Eduardo, “Una historia casi universal”, p. 230). Ambos, son objeto de veneración de la oligarquía argentina. Les han erigido muchos monumentos. En definitiva, es la clase dominante la que escribe la historia. No solo en Argentina. El fenómeno es mundial. ¿Cuántas estatuas caerán al suelo cuando gobiernen las masas populares?

María Eva Duarte, vino al mundo, en el lugar menos apropiado. Allí, donde habían asesinado a centenares de miles de indígenas. Su padre, no fue estanciero. Pero, sí, mayoral de estancia. Juan Duarte, cabalgaba briosos caballos. Sustituía al patrón en todo; incluida la seducción de muchas mozas rurales. De una de esas “conquistas”, nació Eva María y cuatro “pibes” más.

A la muerte de don Juan Duarte, Juana Ibarguren, con sus hijos e hijas, acudió al velatorio, efectuado en Junín. De ahí fueron arrojados al grito espantoso de: “Fuera de aquí bastardos”. La familia legal, los ponía al margen de las honras fúnebres. Evita, tenía solo siete años. A lo largo de su vida, nunca olvidó esa humillación. La llevó como un tatuaje en la piel. Sonaba como un eco en sus oídos. En la vida hay ofensas que se olvidan. Y hay otras que no se olvidan. Lo que después Evita hizo por los pobres, fue un acto de justicia, no de venganza. Si bien nunca simpatizó con los ricos, los llamaba “los contreras”. Gracioso término que indicaba los contrarios a la verdad. A la razón, a la justicia.

***

La madre de María Eva, con su prole de cinco niños se trasladó a Junín, donde ejercería el sacrificado oficio de costurera. Junín, es la ciudad capital del partido argentino de su nombre. Cuando se instala la familia Duarte era una población de aproximadamente treinta mil habitantes. En su origen fue un fortín llamado Federación. Su nombre conmemora la batalla de Junín. Para la futura primera dama fue un cambio de vida importante. Pasó de “La Unión”, una estancia semifeudal a una ciudad de precario desarrollo capitalista. Aunque no todo fue miel sobre hojaldres, pasaron días sin pan sobre la mesa. Días de extrema pobreza. “Evita”, no conoció la pobreza leyendo “La Madre” de Máximo Gorki. La vivió en carne propia. Por eso, cuando estuvo cerca del poder, hizo todo por erradicarla.

“Hasta los once años creí que había pobres como había pasto, y que había ricos como había árboles”, diría Eva en su autobiografía, “La razón de mi vida”. Más tarde se indignaría ante la realidad que los ricos fueron demasiado ricos e indiferentes a la miseria de tantos. Pese a las dificultades económicas, casi asfixiantes, logró completar su educación básica.

La historia de la infancia de Evita es poco conocida. Es muy poco lo que habla o escribe sobre este período. En “La razón de mi vida”, no menciona dónde nació ni dónde vivió; quiénes eran sus padres o cuántos sus hermanos. Es obvio que no tenía buenos recuerdos de esa época; al grado que tendió sobre ella el manto del olvido. Por ciertas anécdotas de familiares y testigos cercanos sabemos de sus aficiones escénicas, que cultivó desde la infancia. Declamadora innata en los actos escolares. Ello le ayudaría después a desarrollar sus magníficas dotes oratorias.

En el umbral de la adolescencia, comienza a soñar con un destino mejor. Junín le queda pequeño. Emigra a Buenos Aires. La idea: convertirse en actriz. En ese momento despunta la mitología de Eva Duarte, que luego cambiaría con la de “Evita Perón” o “Simplemente Evita”, como con la fama y el poder le gustaba ser llamada.

Hay muchas versiones, ninguna del todo fehaciente, sobre cómo y cuándo llega a Buenos Aires. Sus enemigos han creado una versión para denostarla. “Se fugó de Junín con un cantante de tangos”. Según Erminia, una de sus hermanas mayores (léase “Mi hermana Evita”); “la pequeña jamás se hubiera atrevido a irse sin el permiso de su madre”. “Mami se opuso a los deseos de Evita durante un tiempo, hasta que un día fue con ella a Buenos Aires a un concurso en “Radio Nacional”. Allí recitó un poema de Amado Nervo. A raíz de su actuación, el director de la Radio, le ofreció un pequeño contrato. “Mamá furiosa, tuvo que dejar a Eva con unos amigos de la familia. Ahí, se eleva a la fama. Cuando conoce al coronel Juan Domingo Perón Salas, ya era una actriz consumada. Conoció al coronel, en un acto artístico y en un escenario de fábula: “Luna Park”. Simpatizaron. Conversaron hasta la madrugada. Intercambiaron números telefónicos. Cultivaron relaciones de afecto que culmina en concubinato.

***

Eva llega a la Capital el año 1935. Ese año murió otro mito argentino: Carlos Gardel. Pocos años antes surgió el fascismo. Se adjudica su paternidad aborrecible a Benito Mussolini. Lo perfecciona, en Alemania, Adolfo Hitler. 

Argentina, país de inmigrantes no fue ajena al terrorífico fenómeno. Leopoldo Lugones, buen poeta, tuvo sus debilidades, en un momento dado, dijo: “El ejército es la última aristocracia, vale decir, la última posibilidad de organización jerárquica que nos resta frente a la disolución demagógica. Sólo la virtud militar realiza en este momento histórico la vida superior que es belleza, esperanza y fuerza”. El autor de “Los mundos” y “La gesta magna”, se suicidó sin que se conozcan las causas en 1938, a los 64 años, para consternación de nacionalistas y conservadores, tanto civiles como castrenses. Se dice que uno de los que más lágrimas derramó, fue el también poeta J. L. Borges, admirador del primero. El hijo de Leopoldo Lugones, el comisario Polo Lugones, inventó la picana eléctrica y otros “convincentes instrumentos” que él ensayaba en los cuerpos con los desobedientes. “Cuarenta y pico de años después, una desobediente llamada “Pirí” Lugones, nieta del poeta, hija del comisario, sufrió en carne propia, en las cámaras de tortura de otras dictaduras. Esos dictadores desaparecieron treinta mil argentinos. Entre ellos, ella”. (La información citada se la debemos al gran escritor uruguayo, Eduardo Galeano), El artículo tiene un título lleno de ironía e ingenio: “Retrato de una familia argentina”. Parece ser que el coronel Perón, se inclinó al fascismo, en su ascenso al poder. Eva Duarte, sin prisa, pero sin pausa, lo apartó de esa ruta. Lo que significa, ni más ni menos, que Perón le debe a Evita, mucho más que lo que ella le debe a Perón. Evita en el lecho y en la mesa le recordó a Juan Perón sus orígenes. Era hijo de un comerciante pobre y su madre, una mujer indígena.

***

Ahora, lancemos un ligero vistazo sobre Juan Domingo Perón. Es necesario para entender a Evita. Su infancia y juventud las vivió en las pampas bonaerenses y en las llanuras patagónicas del sur argentino, donde su padre comerciaba con ganado. Es indudable y coincidente, que su familia conoció la pobreza durante muchos años, igual que la de Eva, y en un medio similar, el rural. Para eludirlo, Juan Domingo buscó la carrera militar. El ejército ha sido hospicio generoso en América Latina y en otras regiones del mundo. Ahí se escapa del hambre y, con algún talento y estoicismo, se alcanzan grados. Solamente tenía 16 años, cuando ingresa, en 1911 al Colegio Militar de la Nación, egresando con el grado de subteniente de Infantería en 1913. Teniendo el grado de Capitán redactó trabajos sobre diversos aspectos de la vida y la historia militar, que fueron de tan buena calidad que, siendo Argentina un país tan exigente, fueron adoptados como textos en las academias militares. La afición de Perón por escribir fue inextinguible. Al punto que, estando fuera del poder y en el exilio, publicó varios libros, usando el pseudónimo -vaya atrevimiento- “Descartes”.

En 1930, ya era miembro del Estado Mayor del Ejército. En 1936, con el grado de Mayor, fue designado Agregado Militar de la Embajada de Argentina en Chile; y, ese mismo año lo ascienden a coronel. Con ese grado conoce a Eva Duarte en “Luna Park”. El coronel Perón, tenía libertad de estado civil, había enviudado de Aurelia Tizón, su primer consorte. Tenía 48 años, cuando conoció a Eva Duarte y ella, apenas 25. El apellido Perón es de origen sardo-catalán. El italiano era el único idioma extranjero que el general hablaba fluidamente, gracias a los años transcurridos en el país de Dante Alighieri.

Como suele suceder en su gremio, se vio implicado en golpes de Estado. Con el grado de coronel solicitó y obtuvo el Departamento Nacional de Trabajo, que más tarde sería Secretaría de Trabajo y Previsión. De ahí se eleva a la historia. Allí comienza su popularidad entre la clase obrera, lo que provocó la alarma en mandos del Ejército y sobre todo de la Marina; tradicional refugio de los “niños bien”. El mar, el uniforme albo, les atraen. Sin contar que la Armada, siempre ha sido admirada por las mocitas bellas del país austral.

Todo ejército, siempre, ha sido una cueva de intrigas. Entre ellos mismos la disputa del poder les hace conspirar “soto voce”. (“La múrmura”, se dice en Honduras). A ello, agréguese que no ignoraban los orígenes humildes del coronel Perón. A tal punto llegó esta situación que pese a estar desempeñando los cargos de vicepresidente y Ministro de Guerra, el 10 de octubre de 1945 fue obligado a renunciar a todas sus funciones y el 13 desterrado a la isla Martín García. Todo les iba saliendo bien a los conspiradores. Salvo que no evaluaron dos factores: El pueblo y Evita Perón. A esa fecha, ya estaban dadas las condiciones objetivas y subjetivas, como dice el Materialismo Dialéctico. 

17 de octubre de 1945, es una fecha que ha marcado, como pocas, la historia argentina. Es el momento que significa un fenómeno digno de eterno recordatorio. El pueblo inerme se impuso a los militares. La plaza de Mayo se llenó de “cabecitas negras” como llamaba el general a los habitantes del cinturón de miseria que rodea a la opulenta ciudad de Buenos Aires. Eran “los descamisados” como los llamaba Evita. Centenares de miles de “descamisados”, millones de “descamisados”. “Evita”, confundida, entre ellos. “La oligarquía a otra parte / viva el macho de Eva Duarte”. Tal era la consigna. La cúpula militar cede, lo traen de la isla Martín García. A Casa Rosada. Pero, puesto allí, el general se acobarda. “Me traen para matarme”, dice. “Evita”, no se sabe cómo entra al recinto gubernamental. Como una Casandra, le grita al marido: “Joder, el pueblo te aclama”. “Los sables nada te podrán hacer”. La Casandra de Junín, logra su propósito. Perón sale al balcón. Se oye un grito: “¡Perón… Perón… Perón!”. Así llegó al poder el general. El presidente, general Farrel, renunció. Y él era el vicepresidente de la Nación. Junto a él, una mujer increíble: Eva Duarte. El pueblo la convirtió en “Evita”.

Nunca ninguna primera dama, en ningún país de la tierra ha hecho por su país, lo que hizo por Argentina Eva Duarte de Perón. Trabajaba 14 a 16 horas diarias. Llegaba a la residencia presidencial, a la hora en que se levantaba el presidente: 6 ante meridiano. Ello producía constantes discusiones conyugales. Pero “Evita”, a esa altura ya era “Evita”, persistía. Diariamente, atendía muchas personas. Ninguna regresaba, a casa, sin su problema resuelto. Algunos eran de mayor angustia que otros. Todos los resolvía. Tenía dinero -en grandes cantidades- en las gavetas de su escritorio. Había quien llegaba por prótesis dentales. “Evita”, dinero en mano, los enviaba donde odontólogos que ella conocía y que no les iban a cobrar -por el trabajo- precios excesivos. Había problemas tan repetidos (vivienda, por ejemplo) que hubo que resolverlos a través de proyectos de vivienda social. Otras, eran de falta de empleo: creó créditos blandos y a largo plazo. La gente, la adoraba. Cuenta su biógrafo -tuvo muchos, a este tuve acceso- Néstor Medina; que hubo gente que se arrodillaba y le besaba la falda de sus largos vestidos o los pies. No solo hizo caridad individual. También avanzó a la institucionalidad, incorporó el voto a la mujer en la Constitución de 1945. Creó el “Plan Agrario Eva Perón”. Según José Liberal, otro de sus biógrafos (citado por Medina), la obra de Eva fue imponente. 100 barrios obreros; 10.000 viviendas diseminadas a lo largo de su vasto país; un policlínico con mil camas para niños; un instituto de lactantes con mil camas; un pabellón de enfermedades infecciosas con 500 camas; un policlínico “Presidente Perón”, de Avellaneda, con los adelantos más modernos; un policlínico coronel Perón en San Martín; policlínicos modernos en Salta, Jujuy, Santiago, Corrientes, Mendoza, San Juan, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y otras provincias; hogares escuelas en todas las provincias del Norte y Centro del país; hogar de ancianos en Barzaro, Córdoba, Santa Fe, San Juan, Tucumán y Comodoros Rivadavia. ¡Más de 200 proveedurías en la Capital Federal, donde se brinda al público artículos de calidad a precios acomodados! Edificio para la Central Obrera (CGT). Ayuda social al exterior: Yugoslavia, España, Japón, Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Paraguay, incluyendo envíos a EE.UU. Hoteles para trabajadores, con tarifas reducidas. Distribución periódica de equipos conteniendo libros, aparatos ortopédicos, camas, ajuares para bebés, zapatos, útiles para escuelas y máquinas de coser para los hogares más necesitados.

Pocas obras llevaban su nombre. No la impulsaba la vanidad. Sólo hubo una obra que llevó su nombre: Ciudad Eva Perón, en plena Cordillera de los Andes. Contrariando su voluntad, así quisieron llamarlo los beneficiarios. Tuvo a su lado, una mujer extraordinaria: Isabel Ernst. Como ella, infatigable. “Evita”, le pidió que no la llamara señora. Se suscitó este diálogo:

- Buen día, Isabel.

- Buen día, señora.

- Me puede decir, Eva.

- Sí señora Eva.

- Te digo que podés sacar lo de señora.

- Sí, señora.

Solo Evita almorzaba en Buenos Aires a las 4 de la tarde. Isabel la acompañaba. Que se sepa, la llamó siempre señora, por respeto reverencial.

Tanto trabajo fatigó a Evita. Perón se lo advirtió. Viendo que eran inútiles sus reclamos, le programó un tour por Europa. En 1947, Evita viajó al viejo mundo enviada por Perón. Visitó España, Francia, Mónaco, Italia, el Vaticano, Portugal, Suiza; y de regreso, Brasil y Uruguay. Supo estar a la altura de las circunstancias. Elegante a más no poder y amistosa. En Francia la recibió el presidente Auriol; en España, Francisco Franco. Con Franco mantuvo algunas distancias, donando miles de fanegas de granos (trigo y cebada) para el pueblo español y obtuvo una gracia del caudillo, la libertad de Juana Doña, mujer de compromiso con las causas populares, que tenía 18 años de estar prisionera en condiciones infrahumanas. Además, condenada a muerte. Franco dijo: “Bien que quede libre, si usted se la lleva”. Y así fue. Cuando volvió de España, Evita retomó con ímpetu su acción social y cada vez más política. Poco antes de dejar España, Evita, con un mensaje a las mujeres había dicho: “Este siglo no pasará a la historia como siglo de guerras mundiales, ni siquiera como el siglo de la desintegración del átomo, sino como el siglo del feminismo victorioso”.- Un periodista de la ABC, periódico de derecha, le preguntó: ¿le ha emocionado la belleza de España? Evita, contestó: “A mí solo me emociona el pueblo”.

Era una oradora excelente, le servía su pasado de actriz y declamadora. Abría las manos al pueblo, “sus descamisados”, y con ese gesto, cada uno se sentía abrazado por ella. Por su “Evita”. 

Su último discurso lo pronuncia el 1 de mayo de 1952, en la Plaza de Mayo: “Yo le pido a Dios que no permita a esos insensatos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día!, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista, porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar por la bota oligárquica y traidora de los vende patria que han explotado a la clase trabajadora (…). Fraseología visceral y vitriólica. Un larguísimo aplauso de veinte minutos la celebró. “Evita”, tuvo un defecto, su radicalismo. Sin embargo, le señalan otro, su gusto por las joyas. En su defensa, salta Eduardo Galeano: “Aunque Evita luciera joyas despampanantes y en pleno verano ostentará abrigos de visón, no es que se le perdonaran el lujo. Se lo celebraban. No se sentía el pueblo humillado sino vengado con sus atavíos de reina” (Galeano, “Eternidad”).

El 12 de agosto de 1951 se hizo oficial la campaña pro candidatura de la fórmula Juan Perón-Eva Perón. La CGT (Central General de Trabajadores), pidió formalmente al general que aceptara la candidatura y, también, considerase el vehemente anhelo de todos los trabajadores en el sentido que la señora Eva Perón se considerara vicepresidente de la Nación. El 31 de agosto, Evita anunció por radio su renunciamiento definitivo a la candidatura. La fórmula Perón-Quijano se reeligió en noviembre. Ella votó en su lecho de enferma, por primera y última vez.

El cáncer se aproximó a su alcoba. Solo contaba treinta y tres años. El día 18 de julio de 1952 entró en coma y comenzó la cuenta regresiva. El 26, el padre Benítez, su confesor, bañado en llanto, le dio la extremaunción. “La subsecretaría de la Presidencia de la Nación, cumple el penosísimo deber de informar al pueblo que, a las veinticuatro horas, la señora Eva Perón, jefe espiritual de la nación, ha entrado en la inmortalidad”. 

Argentina enmudeció. En la mayoría de los hogares comenzaron a llorar sin consuelo; en otros celebraron con champán. Las emisoras anunciaron la suspensión de todas las actividades por 48 horas. Sería velada en el Ministerio de Trabajo y Previsión, y sus restos descansarían temporalmente en la CGT. Fue su voluntad que su cuerpo fuera embalsamado. Perón, hizo venir al médico español doctor Pedro Ara. Él hizo un trabajo increíble, Evita quedó cual fue en vida. Con su belleza casi etérea. El eminente patólogo no embalsamaba ni momificaba. Lo suyo era superior a eso y su proceso y técnica están documentados en su extraordinario libro “El caso Eva Perón”; publicado por su esposa después de su muerte. El cadáver tuvo sus peripecias. A la caída de Perón los militares lo secuestran, a fin de impedir el peregrinaje popular. Hoy los restos de Eva Duarte descansan, en el panteón de su familia en el Cementerio La Recoleta de Buenos Aires. Allí está la dulce dama, irónicamente rodeada de próceres y muchos “dueños” de Argentina. No cabe duda: la muerte no discrimina.

Tegucigalpa, 8 de marzo de 20225

Bibliografía

- Galeano, Eduardo, “Espejos de una Historia casi Universal”, Siglo Veintiuno Editores, México, 2016.

- Medina, Néstor, “Eva Perón”, Grupo Editorial Tomo, 1º día octubre 2024, Impreso en México.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

WikiLeaks: Las Reflexiones Completas del Embajador Ford sobre “Mel” Zelaya.

Contracorriente: LOS “HIJOS” DE MEL, ¡ENSILLAN SUS CABALLOS!

Contracorriente: JOSE ERNESTO HIJO, COMPAÑERO Y AMIGO.