CONTRACORRIENTE: REELECCIÓN EN HONDURAS
Juan Ramón Martínez
La reelección es en Hispano América la endémica enfermedad de la democracia. Su expansión, dañando el cuerpo social, ha sido la fuente de no pocas acciones “revolucionarias” que, a su vez, han derivado en nuevas dictaduras. Porfirio Díaz, Rosas, Somoza, Batista, Trujillo, Fidel Castro, Estrada Cabrera, Pérez Jiménez y Carias Andino, son ejemplos de políticos que se acostumbraron al poder y se eternizaron, en el mismo, creyéndose insustituibles. Ahora, Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua parece que toman el relevo en la endémica enfermedad continental. En el caso de México la caída de Díaz, provoco la revolución mejicana que se institucionalizo en la “dictadura perfecta” que solo pudo ser temporalmente suprimida cuando el PAN, derroto a Ochoa del PRI en elecciones donde el candidato oficial no contaba con el respaldo del sistema establecido. La de Estrada Cabrera, inicio una breve primavera democrática que termino en un militarismo en que las bayonetas sustituyeron a las urnas. En Nicaragua, la dictadura de la satrapía de los Somoza, fue derribada por la revolución sandinista y ahora, esta ha sido sustituida por la satrapía de los Ortega. El marido, la mujer. Y después los hijos. Es decir que ahora, América Latina va mas alla de la “dictadura perfecta” de Vargas Llosa.
La revuelta de los liberales de 1894 encabezada por Policarpo Bonilla y apoyada por José Santos Zelaya, tomo el poder y como siempre ocurre, emitieron, como marca de fábrica, una nueva Constitución: la llamada “Gloriosa” de 1899. Aquí, en esta Constitución se incluyen, como novedad los llamados derechos humanos: el respeto a la vida y la supresión de castigos, penas de acuerdo a ley y en proporción a la falta cometida.
Antes de esta prohibición se habían reelegido varios algunos jefes de Estado durante la Federación Centroamericana. En el periodo republicano se reeligieron Ferrera, Lindo, Guardiola, Medina y Leiva. Con desastrosos resultados. Después, Bertrand animado por Policarpo Bonilla, que para entonces era empleado del gobernante se reeligió, aunque la Constitución se lo prohibía. Aunque hizo un buen gobierno, al final en 1919 con el surgimiento del bipartidismo según Mariñas Otero, Bertrand cometió el error de querer imponer a su sucesor que no era otra cosa que una forma sutil de seguir gobernante. La revuelta encabezada por los liberales de López Gutiérrez, solo fue el preludio para que, en 1924, las fuerzas políticas desbocadas mostraran que no habían sido domesticadas en la obediencia a la ley. Aquella revuelta, la más dolorosa del país, todavía muestras sus cicatrices en la conducta de los hondureños.
Carías, se reeligió e hizo el gobierno más largo de la historia del país. Gálvez lo intento, pero el Congreso se lo impidió. López Arellano, con la complicidad de los nacionalistas, se convirtió vía golpes de estado y reelección, en el segundo gobernante con más tiempo dominando el poder nacional. Antes de Carías Andino, solo José María Medina había sido reelegido tantas veces, seguido por Ponciano Leiva, que se reeligió una vez, igual que Luis Bográn. Y Manuel Bonilla, en el siglo XX.
Las reelecciones son negativas para la institucionalidad. Hay que cerrar la brecha que dejo la Corte Suprema y que aprovecho JOH para violar la ley. Los resultados, permitieron la elección de Xiomara – disimulada reelección de su marido que es quien gobierna – con los efectos negativos que todos apreciamos y los daños institucionales consiguientes.
Comentarios
Publicar un comentario