Contracorriente: ¿TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS?
Juan Ramón Martínez
Todo
lo que ocurre en la vida social, es fruto de las acciones realizadas por los
grupos e individuos que la integran; por la suma de las cosas bien hechas. O
por las decisiones que se debieron tomar y faltó coraje para hacerlo. De modo
que el ejercicio de echarnos la culpa, los unos a los otros; o, a los
extranjeros, es un ejercicio infantil que no ayuda a entender porque el atraso
económico de Honduras, la fragilidad de sus instituciones políticas, la falta
de una burguesía moderna y un capitalismo agresivo. O porque la débil operación de un sistema cultural produce un hondureño taimado e irresponsable
que solo espera que desde afuera vengan las soluciones. Que se descalifica como
actor de cualquiera alternativa probable; y que el único esfuerzo que ejecuta
es lamentarse y lloriquear pidiendo auxilio cada vez que un “blanquito” pasa
frente a su casa.
Desde
el principio, durante la Capitanía General, fuimos la provincia más pobre, con
menos hombres y mujeres dispuestos al trabajo. Y con una palúdica clase
política a la que “le faltaba espíritu público”. El “relato” que construimos – de
la mano de los historiadores o en la boca de los maestros que formaron las
primeras generaciones – fue que fuimos objeto de la traición, porque los otros
eran más listos e inteligentes. Lempira cayó en una emboscada infantil a manos
de los españoles. Morazán dice en su testamento que sus enemigos le faltaron a
la palabra empeñada. Los liberales dijeron que había que disimular al indio,
promoviendo el mestizaje; y animar la emigración externa, para que tuviéramos
éxito. Es decir que desde tiempos de Luis Bográn sabíamos que los hondureños no
dábamos ni para atrás; y, menos para adelante.
Cuando
llegaron los comerciantes de Estados Unidos a comprar bananos no tuvimos la
capacidad para mantener una oferta fija y calidad estandarizada; ellos,
entonces, empezaron a cultivar la fruta, exportarla y ganar dinero, solo usando
a los hondureños “ilustrados” como prestanombres o “falsos” poquiteros que
apenas recordaban a los primeros que cultivaron banano en El Porvenir, en las
cercanías de La Ceiba.
Soto
anticipó la orfandad y emitió leyes; pero aquí faltaba “el espíritu emprendedor
y el buen gusto” que los jóvenes que fundaron la universidad anticiparon en
forma sorprendente. Pero la Universidad no nos dio los recursos humanos que
necesitábamos; y en vez de inteligentes administradores de la cosa pública, lo
que tuvimos fueron empleados públicos y “caudillos” que una vez salidos del
poder, no volvieron a trabajar jamás.
Muchos
se convirtieron en obstáculos para la convivencia pacífica. Policarpo Bonilla
hizo tres guerras. Manuel Bonilla tres. Zúñiga Huete dos. Y Carias participo en
todas las que se hicieron, bajo la bandera que había que eliminar a los
liberales “panteristas”, los pandilleros de su tiempo. Y en nombre de la paz,
paralizó el país y adormeció todavía más la conciencia elemental de la
sociedad.
Las
reformas liberales de Gálvez, Lozano, Villeda Morales y López Arellano, fueron
un paréntesis que mostro que podíamos lograr resultados. Desde 1982, los gobernantes,
-- unos más que otros--, se han comportado como inútiles administradores, solo
buenos para encaminarnos por rutas equivocadas. Desde el 2006, las estupideces
de Mel y su afán por controlar todo, produjeron la “dictadura” de JOH. Y
actualmente el régimen más inútil de la historia, dirigido por su mujer.
Los
caudillos no cayeron del cielo. A los Bonilla, miles los siguieron al campo de
batalla y al bochinche. Plutarco Muñoz mostraba orgulloso las heridas luchando
por Carias. Ahora los jóvenes “generales”, —sin que les arda la cara— proclaman
lealtad perruna a los “gobernantes” en menoscabo de la ley, para asegurarse
golosamente los montos de sus pensiones. Las universidades titulan burócratas
ansiosos que lanzan a la calle, para que sirvan a los partidos – reales
agencias de empleo – mientras los únicos que crean empleo son los extranjeros; o
los compatriotas que nunca llegaron a sus aulas.
En
esta campaña electoral no hay discusión sobre los problemas urgentes. Todo es un
juego de bobos felices que se divierten con los mentirosos. Los problemas reales
preocupan a muy pocos. Los que debían pensar, están “hablando con los animales”.
O repitiendo mentiras. inventando esperanzas que empujan a la pasividad
colectiva.
¿Tenemos
lo que nos merecemos? ¿No debemos quejarnos’?. ¿Debo callarme y dejar de
escribir babosadas que “disgustan” a Mel, que no “entiende” Asfura; y que no “acepta”
Nasralla?. Lo pensare…
Excelente analisis amigo Juan Manuel. Creo que no merecemos lo nque tenemos. Ayer presentaron , en 5 cadenas nacionales de radio -tv un resumen de mentiras, mas mentiras, mas mentiras, mas mentiras mas mentiras...cinco veces. En nombre de un a gran mayoría no debes callarte, aunque tus verdades disgusten, no las entiendan y no las acepten...pensemos siempre en que el futuro será mejor
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ResponderBorrarTipificar, clasificar y precisar lo que es indispensables atender con propiedad, asegurando la integración y participación de hondureños conscientes y comprometidos con esta nación que todavía no visualiza los mejores caminos para generar escenarios con éxito
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