Mirador: TEGUCIGALPA Y SUS PROBLEMAS
Al Dr. Rony Portillo
Juan Ramón Martínez
Amo esta ciudad. En ella me eduque. Aquí trabajo. En ella formé una familia y enterré a mis parientes. Aquí, espero morir. Por ello me interesa su presente y me preocupa su futuro. Y en esta campaña electoral llama la atención las propuestas o su ausencia en el discurso de tres candidatos: Juan Diego Zelaya, Eliseo Castro y Jorge Aldana. Y para valorarlos, he recurrido a ordenar los temas: primero los problemas, las propuestas y la valoración del probable cumplimiento de las ofertas electorales.
Los problemas de Tegucigalpa, son típicos de las ciudades de crecimiento desordenado y descontrolado. Los mismos que agobian a México, Calcuta, Bangladés y Nairobi. El primero es la falta de control de su crecimiento. Tegucigalpa, se maneja sola, con una población que, en la mayoría de los casos, hace lo que quiere; e irrespeta el interés colectivo. Tanto el sur de Tegucigalpa, como el norte de Comayagüela, se han convertido en un gran mercado persa que le da respiro al sector informal, indicación del escaso desarrollo capitalista de una ciudad que fuera del servicio burocrático, no le ofrece a su fuerza laboral el empleo que necesita.
El segundo problema, tiene que ver con la movilidad. Los planificadores han pensado más en los automóviles que en los ciudadanos. Por eso han ampliado calles, levantado puentes; e, iniciado salidas hasta ahora cerradas, para darle facilidades al crecimiento vehicular que además del que aporta el gobierno desmesuradamente, es una respuesta privada a la falta de transporte colectivo, confiable, metódico y profesional. Siete de cada diez habitantes de la ciudad tiene un vehículo – automóvil o motocicleta—justificando su uso por falta de alternativas. El proyecto de transporte colectivo iniciado por Ricardo Álvarez, Nasry Asfura – por razones políticas o culturales – no le dio conclusión. Cada día que pasa su necesidad es mayor. Sí funcionara es seguro que un tercio de los dueños de los automóviles, los dejarían en su casa, prefiriendo un servicio colectivo, seguro y confiable.
El espacio físico no tiene capacidad para más automotores. Si no se modifica la relación entre vehículos y espacios, el congestionamiento ahogara a la ciudad. Ahora, solo para los más ciegos, es desconocido el problema de entrar o salir a Tegucigalpa por el sur y el norte. Mañana, se complicará mucho más.
El tercer problema es la seguridad. El crecimiento de los barrios y colonias, la especulación de terrenos y el irrespeto a la ley, han producido un grado de inseguridad inimaginable que hace que, por lo menos tres de cada cinco ciudadanos, alguna vez han sido objeto de un asalto, un robo. O víctima de un asesinato. No se puede caminar por la ciudad, visitar los parques públicos porque es un riesgo; y los deportes son negados a una juventud que se arruina en el encierro y la soledad incomoda de la incomunicación.
Ninguno de los candidatos se ha referido a estos problemas pese a su obviedad. La razón es comprensible: no son valorados por el electorado atrapado en lo inmediato; y además, tampoco suficiente manejados por la intelectualidad de la ciudad o por los urbanistas que guardan silencio. Aldana y Zelaya, conviven con los problemas, los conocen probablemente mejor y probablemente están acostumbrados a los mismos.
La capacidad de las calles está en los límites. Los puentes seguirán cayendo. Por ello, no se refieren a los mismos. Eliseo Castro, es comerciante de Comayagüela y conoce los problemas de viajar hacia el sur, de donde es originario. Ignoramos porque calla.
La salida: que la sociedad civil les obligue a pensar en los problemas y ofrecer soluciones. Es la alternativa.
Aldana no tiene necesidad de andar pregonando lo que tiene que hacer porque con creces estos tres años lo ha demostrado, a demostrado con proyectos de gran envergadura y que han solucionado problemas históricos como es el caso del Barrio Los Jucos, el cual podemos decir: problema resuelto. Cuatro años más para el gordito.
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