Mirador: LIBERALISMO, RELIGION Y TOLERANCIA
Juan Ramón Martínez
Los
dos más grandes líderes de Honduras, Valle y Morazán, fueron liberales. Vargas
Vila lo confirmo en el caso de Morazán. Matías Fúnez en el de Valle. Mucho más que Policarpo Bonilla, Zúñiga Huete y Modesto Rodas Alvarado, que tuvieron fama de
intolerantes. Más liberales lo fueron Céleo Arias, Villeda Morales, Manuel
Bonilla y Marco Aurelio Soto. Todos respetuosos de la religión. Morazán, aunque
enfrentó a la Iglesia de Guatemala, ratifico su fe religiosa en su testamento.
Valle, era católico practicante. Suazo Córdova, -- entre los liberales -- es el
más practicante al extremo que se le considera un liberal santero y rural.
Azcona y Flores, no fueron muy católicos. Carlos Roberto Reina tampoco. Se
suicidó.
En el
liberalismo no hay certezas. Todo es un devenir. La vida de la sociedad es un
proceso hacia la libertad, ejercido dentro de la verdad; y por tanto, en marcha
continua. En el “socialismo” hay certeza que el proceso mecánico alimentado por
la lucha de clases, llevara a la sociedad al triunfo del proletariado y la
dictadura que empuja al final: hacia el comunismo. El marxismo es finalista y
anti dialectico. Mala copia del cristianismo, que -- bajo el Plan de Dios --
termina en el encuentro con el padre. Marx hizo una dialéctica materialista
donde no hay lugar para Dios, lo que es contradictorio y, políticamente incorrecto.
El
socialismo hondureño, “ternero” de la revolución cubana es anti católico. Mel
hijo de los Horcones y heredero de las tradiciones de las grandes familias
coloniales, no teme a Dios. Rixi, aunque no es atea; le niega competencias a
Dios ante su superioridad. Exige que sacerdotes y pastores no usen el pulpito
para hacer política. Es una católica que honra a los ideólogos marxistas dejando
de lado sus creencias familiares.
El
tema religioso es muy importante. Ni católicos ni evangélicos, aceptan un
gobierno que se meta en sus asuntos privados; que diga a los sacerdotes y
pastores que hacer; o decir. Y menos que por política – como ocurrió en Cuba –
la educación se vuelva anti cristiana, pasando de un “estado laico” a un “estado
ateo”. Aquí todo el mundo comparte – menos Rixi y PRL – el concepto que el estado por
laico, no tiene una postura religiosa; y que más bien, permite el ejercicio
libre de todas las religiones dispensándoles el mismo respeto.
En el
credo liberal – en que la tolerancia es absoluta – la religión tiene el espacio
que se merece. Villeda Morales – posiblemente el más “seductor”, porque era
discretamente “encantador” – cuando ejerció la Presidencia de la República dijo
que “no comulgaba porque no quería ofender a los evangélicos”. Pero cuando lo
acusaron los nacionalistas de comunista, presiono a la Nunciatura Apostólica
para que el Arzobispo Metropolitano Monseñor Turcios, le acompañara en los
actos diplomáticos; o que lo cambiaran. El Vaticano accedió a esto último,
obligando al salesiano Monseñor Turcios Barahona a una renuncia forzada que le
hizo llorar en forma pública por el tratamiento que se le dispensaba.
Mel,
es un excomulgado de acuerdo con el derecho canónigo por las muertes de Iván
Betancourt y Casimiro Cyper. Rixi, no;
porque no es descendiente de Manuel Zelaya Ordoñez. De allí que su
postura anti religiosa es exclusivamente política; en obediencia de una mala
lectura de la historia de la “revolución cubana”; e ignorante de un tema que en
el país tiene mucho nervio.
Entre
los hondureños, el tema religioso es muy sensible. Nadie quiere que le toquen
la familia. Y menos la educación de sus hijos. Quien se atreva a ello y además
amenace a curas y a los pastores, le puede ir muy mal electoralmente en
noviembre. ¿Estamos?
Fabricio Aguilar
ResponderBorrarEsta serie de políticos ateos agnósticos solo aceptan la figura de su propio dios mental dejando sus posturas políticas al denudo de ignorancia Dios pone reyes y quita reyes
ResponderBorrarUn gran aprendizaje histórico en la relación de la iglesia con los estadistas; debe haber siempre un equilibrio estable que oriente una educación integral con la espiritualidad en la consolidación permanente de los valores.
ResponderBorrar