Contracorriente: DESPUÉS DE LAS ELECCIONES, EL RETO MAYOR
Juan Ramón Martínez
Es característica de la “clase” política su incapacidad para ver a largo plazo. Por ello, la euforia por la derrota de Mel, la captura de Maduro; y que, en las próximas elecciones, ganaran los liberales. Que todo será fácil. Algunos atisban brotes que surjan de la imposibilidad de la “nueva clase” desempleada para vivir fuera del presupuesto; pero confían que con la Policía y las FFAA otra vez del lado democrático, les pondrán en cintura. Se equivocan. Eso es marginal. Lo profundo y retador es el atraso del país. Y las inevitables exigencias que surgirán una vez que el régimen democrático se reencarrile.
Es útil algunas puntualizaciones. Los problemas solo en una mínima parte son atribuibles a los dos gobiernos de Mel. El resto es fruto de lo que se ha dejado de hacer en más de doscientos años, en que hemos confiado la dirección del país, a los incompetentes; o que, por agresivos, se ofrecieron sin méritos para dirigir el país. La indolencia, la irresponsabilidad, la falta de talento y visión de estadistas, nos ha dado un caos que hay que enfrentar inmediatamente que el nuevo equipo gubernamental se haga cargo del gobierno el 27 de enero de 2026. De repente, un breve resumen puede ayudar para entender la gravedad de la situación.
Hay que admitir que los diez millones de hondureños, no tienen voluntad; o animo de volverse eficientes, libres, productivos y creadores de alternativas que produzcan mejorías en sus vidas. Tenemos una población pasiva, formada por un sistema educativo perverso que la ha tornado dependiente del gobierno, como nunca antes. Y con unas “elites”, poco comprometidas con la nación, sin auto estima y valor que no creen – por más que se lo repitan – que el destino común está en sus manos. Si comparamos las cifras de la productividad media en lo referido a la capacidad de auto alimentarnos, ahora los hondureños no producimos los granos básicos para una ingesta básica mínima para la subsistencia básica. Además, hay que reconocer que la desigualdad, la injusticia han crecido: y que los pobres ahora, además de ser muchos como lo “descubrió” Roberto Sosa—son “útiles” para garantizar la seguridad y la vida de las indolentes elites políticas. Sin los pobres, no solo tendríamos mejores dirigentes políticos, sino que, además, a los mejores gobernándonos.
Hay que decirlo, un gobierno que vive de los pobres, tienen que sostenerlos hasta en forma mentirosa. De allí que, justificados en esta necesidad existencial, el “ogro filantrópico” que hablaba Octavio Paz, se ha convertido en un elefante encariñado que quiere dormir siempre en la sala en donde guardamos los cristales que nos heredaron los abuelos. Tenemos un gobierno pesado y costoso. Mas del 98% del PIB, se lo engulle glotonamente. No hay otra empresa capitalista que ofrezca más y mejores oportunidades que las del gobierno. Mientras en otros países, ingresar a la administración pública es una vocación de servicio, aquí es la meta de los más listos y agresivos.
Mel, no es la causa de nuestros problemas. Él es un parasito intestinal infeccioso que ha producido nuestro modo de vivir. Por eso pudo crear un partido; y en dos intentos, llevarlo al poder, sin capacidad, solo con la oferta de dar empleo, cosa que hizo bien a costa de la felicidad de todos.
Ante esto, la alternativa es la iniciativa individual. Que nos espabilemos, rectificando valientemente para que como decía Rodas Alvarado, gobiernen los mejores y no por los sueldos, sino que por espíritu público y de servicio. Pero para ello, hay que cambiar a los partidos políticos, de forma que, en vez de parte de una casta parasitaria, sean actores sensibles que, entendiendo los dolores colectivos, se apiaden de los mismos
Urgimos una clase capitalista que corra riesgos, que acceda los mercados externos, que cree empresas, produzca empleo. Esto no se puede hacer de la noche a la mañana. Los empresarios están acobardados por Rixi, convencidos que tener éxitos solo es para los Zelaya y los madereros que destruyeron los bosques.
Hay que actuar. Cortándole la “colita” sospechosa al vice ministro Hernández y cambiar el sistema educativo, anclándolo en las realidades nacionales, preparando a las nuevas generaciones para el triunfo, dejando de ser sirvientes o payasos para hacer reír a los políticos que han destruido nuestras vidas. Y para eso, no hay que engañarse, requerimos unas capacidades que no tenemos en este momento.
👏👏👏👏
ResponderBorrarCompletamente de acuerdo, no debemos seguir eligiendo al "menos malo", sino al más capaz, prohibir y sancionar el Nepotismo y actuar realmente contra los corruptos.
ResponderBorrarEl pan y circo no sostuvo a Roma eternamente y no sostendrá a nadie ahora, su credibilidad -si es q alguna vez la tuvieron- está por los suelos
Necesitamos otra clase política conformada por los Hondureños más capacitados.
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