Hace 50 años: “LO HORCONES”, LEPAGUARE: HISTORIA DE UNA MATANZA (X)
(PARTE X)
Juan Ramón Martínez
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Ramón Ernesto Cruz, ex Presidente de la República
29. La legitimidad del régimen: el reto de la ilegalidad planteado por los partidos políticos.
Para agosto de 1975, las posturas estaban claras: El régimen militar presidido por Juan Alberto Melgar Castro, era ilegítimo, en vista que era fruto de un golpe de estado y que su operación, estuviera confiado a un gobernante que manejaba todos los poderes. El Ejecutivo, el Legislativo y la Corte Suprema de Justicia. El descuido del edificio del Congreso, era una prueba de su inoperatividad. E incluso, la repetición del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, como una entidad que tomaba decisiones de alto nivel, como nombramiento del Jefe del Estado y del Jefe de las Fuerzas Armadas, eran la prueba irrefutable que el régimen no era legítimo porque no era fruto de la soberanía popular y porque, además, no existía dentro de un régimen jurídico. El ex presidente Cruz, que había sido defenestrado por López Arellano el 4 de diciembre de 1972, declaró que “el retorno a la constitucionalidad requiere primordialmente, una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Es esta asamblea nacional Constituyente, continúa diciendo, la que tendría que reestructurar las bases en que descansa el estado de derecho; o sea la norma fundamental que regula no solamente los derechos individuales, sino también la organización de los Poderes y las Atribuciones de los funcionarios públicos y sus consiguientes responsabilidades”. (Tiempo 11 de agosto de 1975).
“Los políticos y los periodistas e incluso los mismos militares aceptaban que en el país, estábamos en una situación fuera de la ley y que prácticamente no existe un ordenamiento legal porque el gobierno militar de Melgar Castro era de facto”, el ex gobernante Ramón Ernesto Cruz continúo diciendo: “Lo que no hay en Honduras es un sistema jurídico perfecto, desde el momento mismo en que no estamos en un Régimen Constitucional. Sin embargo, la Constitución en el sentido material de la palabra no puede dejar de existir porque la organización de los servicios públicos descansa precisamente en las normas de la Constitución y en las leyes secundarias que regulan el ejercicio de las funciones administrativas y judiciales. No existe en el gobierno de Honduras, con su sistema rígido presidencialista, la separación de poderes que no son independientes, sino interdependientes, aunque cada uno tiene su esfera jurídica determinada por la misma Constitución. La Constitución podría constar únicamente con la parte que se refiere a su formación a la formación de las leyes ordinarias, porque lo que la Constitución es la formación del orden jurídico del estado”. (Tiempo, 11 de agosto de 1975).
Y para indicar el camino a seguir concluyo ex presidente nacionalista sostuvo la necesidad de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, como paso previo a la elaboración de una Constitución, por lo que el régimen militar debía dar el paso para ello y que la constituyente no era una condición previa para realizar elecciones, sino todo lo contrario y que el tiempo para convocarla debía ser prudente, lo cual debe ser decidido por el gobierno militar previo dialogo con los partidos. Y para dar pistas sobre la naturaleza del régimen que debíamos construir los hondureños, concluyó diciendo “que el futuro gobierno debe ser de concertación nacional, en donde se dé participación a la capacidad de todos los hondureños”. No se refirió el ex presidente Cruz, al concepto de los teóricos del origen del estado que, el gobierno debía dar seguridad y que, si los mismos funcionarios gubernamentales incurrían en delitos en contra de las personas, lo volvía ilegítimo. Las acciones de Chinchilla y de Plata – de alta en las FFAA – eran contradictorias con la finalidad del gobierno que tenía como obligación garantizar la vida de las personas; y no de asesinarlas como había ocurrido.
Modesto Rodas Alvarado
La visión crítica de Modesto Rodas Alvarado, la primera víctima de López Arellano, tenía otras consideraciones más allá de lo jurídico. Además de lo retórico, natural en su naturaleza, formación y forma de ver la vida de la sociedad, enfatizaba en la eficiencia y en la calidad de los resultados de las reformas impulsadas por los militares. “Las FFAA, dijo al hacerse cargo del destino de este país dijeron que querían la unidad y la felicidad de los hondureños; pero ha habido una acción persistente tenaz para enfrentar a los que tienen, frente a los que nada tienen, a la lucha de clases. Ha habido más de cien invasiones, esto considero ha incidido profundamente en la economía de este país, porque las invasiones se han producido en los campos cultivados, no se ha buscado las tierras incultas ni ociosas donde es necesario sudar y sangrar, pensar y trabajar intensamente. ¿Es esto reforma Agraria? No lo es. Para eso se ha creado una ley y esa establece las reglas del juego, pero hay muchas personas que tienen la responsabilidad de la aplicación de la misma que creen alegremente que hacer reforma agraria es destruir lo que se ha creado; quitar lo que el trabajo, la persistencia, los sueños y esperanzas han forjado, agregando que “todos los programas de desarrollo económico y social de Honduras, indican que tenemos dos tercios (de tierra) completamente inexplotados y desconocidos en materia agrícola y pecuaria, sin embargo estamos limitando la propiedad en este país”. Y con mucho dramatismo se preguntó: “¿Que tenemos los hondureños? ¿Tenemos los bancos, hay grandes importadores o exportadores en Honduras? ¿El régimen industrial está incrustado en nombres hondureños? Nada de esto tenemos, solo la tierra. Porque hemos hecho algunas críticas sobre la aniquilación de ingentes sumas de dinero en programas desordenados de asentamientos campesinos, se nos dice que estamos en contra de la Ley de reforma Agraria y se le dice al mismo que creó la misma ley”. Hacía referencia a que la Ley de reforma Agraria había sido aprobada en el gobierno de Villeda Morales, cuando él era el presidente del Congreso Nacional que la votó en cumplimiento de su vocación reformista.
En su análisis crítico, también Rodas Alvarado se refirió a otras medidas reformistas, especialmente las relacionadas a crear nuevas instituciones, con la cuales, los militares exploraban tímidamente las posibilidades de estimular y crear nuevas iniciativas económicas dentro de los empresarios nacionales. Dijo que “las instituciones que últimamente se han creado, han venido siendo orientadas por tecnócratas extranjeros de filiación política muy conocida; por esos que se llaman técnicos; por hombres que hablaran el lenguaje de Allende en el Brasil; pero que nunca lograron entender que este país, lleno de sol, de energía viva, de inteligencia, de bondades. En el campo del desarrollo industrial se procura asistencia a personas con capital de más de 700 mil lempiras; a hombres que dentro del lenguaje de los hondureños son ricos; pero se margina a toda la pequeña industria, al esfuerzo de la misma que puede sumar valores más altos que la otra, en manos de pocos, pero ricos. Hemos visto cómo ha fracasado la comercialización de la madera y los programas iniciales que hablaron de cincuenta millones que iban a ser transferidos para el esfuerzo agrícola y pecuario de este país. Tampoco se nos ha dicho cuál es el régimen de inversiones de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal, cuántos empleados tiene y cual es el nivel de sueldos que se devengan allí y los cuales según me han informado con precisión algunos empresarios son alrededor de 740 lempiras. Los estudios del Banco Central de Honduras demuestran que ha habido un fracaso en materia de comercialización de la COHDEFOR. Eso ha traído como consecuencia que ahora haya 53 empresas paradas, que de 100 camiones que circulaban solo 67 cargan madera y que mucha gente se haya quedado sin trabajo. Los funcionarios de pelo largo y corbata ancha diariamente aparecen fotografiados en los periódicos hablando de millones. Porque todos los días llegan muchos millones de materia de préstamos a este país; pero lo cierto es que Honduras tiene los niveles más altos de pago que registra la historia nacional. Los programas de desarrollo deben ser hechos por hombres que hayan nacido en este país, que hayan captado las esencias históricas y profundas de nuestra tierra, por técnicos que siquiera hayan sentido una vez en la vida cuál es la emoción de depositar una semilla en el seno fecundo de nuestra tierra”. (Tiempo, 5 de agosto de 1975)
30. Las herramientas y las visiones para buscar el desarrollo, una discusión inicial sobre los medios que no se produjo, desafortunadamente.
Mario Maldonado Muñoz, Director del INA
Por ello es que, en el ambiente, los teóricos militares y sus asesores, consideraron que debía buscar su legitimidad en las reformas y los cambios que habían introducido en el aparato del estado, especialmente la reforma agraria que buscaba un régimen de justicia en el uso de recursos nacionales, la finalización del régimen concesionario bananero por su caducidad precisamente ese año, y por la creación de organismos que estimularan el desarrollo nacional. Para lograrlo, los militares hicieron de la reforma agraria – paradójicamente el origen del crimen de Olancho de junio anterior – su bandera de legitimidad. Ante esto Rodas Alvarado atacó al INA, defendiendo los derechos de los hondureños sobre la tierra al margen de su situación social y del respeto a la ley. En este escenario, dos figuras emergieron en el escenario nacional: el teniente coronel Mario Maldonado Muñoz, director del Instituto Nacional Agrario (INA) y Modesto Rodas Alvarado, líder político liberal y terrateniente. El primero defendiendo a los campesinos y el segundo a los poseedores de las tierras nacionales, dedicadas a la agricultura y la ganadería. El primero legitimando el uso de la tierra por su acceso a los más pobres y el segundo a los más eficientes. El problema de este último argumento es que para entonces “la producción media por habitante en 1962-64 fuera siguiente: maíz 324 libras, frijol 58 libras, arroz 11.7 y maicillo 56 libras. En 1969–71 el promedio producido de maíz bajó a 303 libras, el frijol a 48 libras, el arroz a 6.7 y el maicillo a 42 libras por habitante”. (Práxedes Martínez, ¿Que comeremos señor, que comeremos? La Prensa 2 de agosto de 1975).
La caída de la productividad nacional, referida a los granos básicos, era fruto entre otras razones, a la movilización de la población del campo a la ciudad, el abandono por parte de los productores más competentes y más eficientes, de la producción de granos básicos. En 1974, el país había sido azotado por el huracán Fifí, de modo que la crisis jurídica, la confrontación entre políticos y militares y los crímenes de Olancho, de alguna manera, tenían que agregarse a la crisis que vivía la población más pobre del país, que no tenía siquiera alimentos básicos para su vida diaria. Ganadería y agricultura moderna, ganadería extensiva y agricultura moderna, eran cuestiones básicas en este desacuerdo, lamentablemente nadie le dio la importancia que se merecía. Rodas Alvarado, político liberal y se burlaban de los planes de los políticos gubernamentales, ponía en duda el olfato de los militares y otra vez, el tema de la nacionalidad de los técnicos, era una cuestión sometida a discusión. La que coincidía con la crítica que hacían sus colegas olanchanos en contra de los sacerdotes que, aunque siendo católicos, habían nacido en otros países y se desconocía la posibilidad que, por la vía jurídica, poder volverse hondureños.
Pero en términos de lógica economía, la realidad más bien era que lo que sí había crecido en el país era la población ganadera. El ganado bovino "creció entre 1970 a 1974 de 1.57 a 1.68 millones, lo que representa un aumento de 1.7 por ciento anual. El ganado porcino más bien disminuyó, porque de 803.000 bajo a 511.124 cabezas, lo que indica un retroceso de más del 36 por ciento; o sea casi el 9% anual de pérdida". Es decir que el problema era más complejo que la simple descalificación de los campesinos o de los ganaderos y agricultores. El país seguía un modelo económico lento, a manos de personas que, con el tiempo, en vez de volverse más eficientes y competitivas, se tornaban más improductivas y frágiles. Los dirigentes obreros y algunos políticos tenían razón: no solo era cosa de regreso al orden constitucional, había problemas estructurales en la sociedad hondureña que había que enfrentar. Y uno de los problemas básicos era el comportamiento del mercado interno y la capacidad de Honduras para hacerse presente en los mercados internacionales. El país, solo había sido capaz de articularse en este último por algunos momentos históricos, con pocos productos (ganado en pie, zarzaparrilla, cueros, minerales y banano) y durante tiempo muy inestables dentro de la esfera capitalista.
Precisamente en ese año de 1975, caducaron las concesiones bananeras y el país, – sin estar preparado para ello – recibió las vías férreas, incluido el Ferrocarril Nacional que manejaban en forma indolente, sin contar con la capacidad suficiente para lograr resultados. Algunos, con más entusiasmo que reflexión, celebraron que el gobierno de Melgar, levantara como bandera exitosa suya, el fin del régimen concesionario bananero. Rodas Alvarado que no tenía mucha claridad en esta situación dijo que “los que creemos en la democracia vamos a procurar el desarrollo del país para que nuestras clases olvidadas vistan y coman bien y no tengan como replegarse dentro de las garras de la miseria”. Palabras bonitas, retórica electoral; pero ausencia absoluta de una visión dinámica de la operación de la economía capitalista hondureña. Los militares en cambio creyeron que él era más competente que los políticos civiles y creando COHBANA, ellos podrían movilizar hacia la industria bananera a los raquíticos y débiles capitalistas hondureños. Y entre estos, los militares hondureños creían que los campesinos sin tierras podrían hacer la diferencia. Y en el INA había técnicos nacionales y extranjeros que creían en esta posibilidad. Y que los burócratas podrían manejar mejor los bosques, para lo cual, nacionalizaron su explotación y crearon COHDEFOR.
Pocos se dieron cuenta que estaban colocando en los huevos en la canasta equivocada; y que lo que planteaban como solución, en vez de crecimiento económico y mejoramiento del nivel de vida de los hondureños, lo que produciría era el gigantismo gubernamental, aumento de la burocracia nacional y la anulación – por un sistema burocrático pachorrudo – de la iniciativa de los capitalistas nacionales de la posibilidad de iniciar un proceso capitalista moderno en el país. El realismo político, era otra vez, un producto escaso en la cultura política hondureña. Las palabras del teniente coronel Mario Maldonado, en el otro extremo del necesario realismo político, enfatizaban en otras consideraciones. “La reforma Agraria en Honduras no debe hacerse ponderando únicamente el aspecto económico, no solamente desde el punto de vista social; es preciso englobarlo en el desarrollo integral: económico, social, político, psicológico, cultural, consecuente con la gravedad de los problemas puramente humanos y en la formidable amenaza que se cierne definitivamente sobre las zonas urbanas. Quienes se muestran reacios a aceptar la reforma agraria integral, han recurrido a diversos argumentos como soluciones alternativas en Honduras, como mejor medio de superar la injusticia en el campo. Antes de que el gobierno de las Fuerzas Armadas tomará la resolución de hacer de la reforma agraria su quehacer fundamental, en esta etapa del desarrollo del país, fueron analizadas estas alternativas. Se ha insistido, entre otros aspectos, que las mejores vías para resolver los problemas del agro son la colonización de las tierras vírgenes, la tecnificación de la agricultura, la industrialización, el impuesto a las tierras ociosas y la educación previa a la reforma agraria”.
Después de analizar cada una de estas consideraciones, dijo al final que, por la vía actual, “estamos llegando a situaciones extremas donde la prédica apunta a la violencia como instrumento para detener las reformas. Y por esta razón es que, en ese desenfrenado torbellino desestabilizador, ha habido hasta iniciativas para copiar de otros países organizaciones que usan el terrorismo como sistema de combate sin parar mientras en la desgracia que traería sobre nuestra patria una lacra como esa que destruye, hasta en los mas esencial, el respeto a la vida humana. Ante este peligro real debemos todos los hombres consientes de nuestro país, que amamos a Honduras, ponernos en guardia. La exaltación y la violencia cuesta mucho erradicarla, una vez comenzada, dejando únicamente como saldo sacrificio de vidas, de esfuerzo continuado y de tiempo perdido. Y, lo que, es más: querer detener la reforma oponiéndoles la fuerza bruta, lo que haría es perder la única posibilidad real que tiene Honduras de encauzar su destino por la ruta del desarrollo y el progreso sin mayores quebrantos y adversidades”. (Mario Maldonado, Discurso en Semana Agraria, Tiempo, 18 de agosto de 1975, Colección Hondureña, UNAH).
Es obvio que aquí el énfasis de este discurso es político. El fin es garantizar la paz, dándole satisfacciones a los más pobres, ante el riesgo que estos desesperados recurrieran a la violencia en contra de los que controlaban el poder. Con enorme habilidad Maldonado, lograba colocar a las Fuerzas Armadas, acusadas de ejercer la violencia en contra de los reclamos y derechos ciudadanos, en fuerza moderadora a la que los políticos encabezados por Rodas Alvarado, debían aceptar como precio para su tranquilidad. Por supuesto, Rodas Alvarado y sus compañeros no creyeron en el relato de Maldonado. Y tanto el uno como el otro, pasaron por alto que el problema es que no había en el agro hondureño y en las ciudades el espíritu capitalista necesario para estimular los mercados, aumentar la capacidad de compra de los ciudadanos, ordenar el crecimiento de las ciudades y operar una burocracia gubernamental inteligente y colocada al servicio de un proyecto capitalista de desarrollo.
Y en ese mismo instante, el país estaba poniendo una meta singular: el fin del régimen concesionario, en virtud del cual, había podido en un siglo desarrollar la Costa Norte y vincular a Honduras con los mercados internacionales, especialmente los de los Estados Unidos. Y sin claridad suficiente para movilizar el músculo nacional, cuya fuerza nadie conocía en ese momento, para sustituir a los empresarios capitalistas estadounidenses, sus recursos, relaciones con los mercados y conocimientos sobre la industria bananera hondureña, que después de 100 años, formaba parte de la conciencia nacional. Mientras un sector intelectual hablaba de enclave bananero – una fórmula para extraer del contexto nacional la operación bananera – las necesidades del país, urgían que los líderes nacionales, le dieran salida a la mano de obra empleada, su crecimiento vengativo y, lo más importante, la vía para que el PIB nacional recibiera desde el exterior los dólares necesarios para operación de la sociedad económica y política hondureña.
Muy pocos entonces habían oído que no importaba el color del gato; lo que era fundamental es que cazara ratones. Esa ignorancia, la tendría que pagar Honduras en los próximos cincuenta años. La primera medida del gobierno, crear una Corporación Bananera Hondureña, COHBANA, pareció un esfuerzo para estimular el desarrollo del espíritu capitalista, movilizar recursos locales para invertiré en la industria, ampliar las áreas sembradas y buscar aumentar las exportaciones de banano hacia estados Unidos y Europa. En fin, ahora parece obvio que el diálogo entre los militares gobernantes apresurados, engañados en una presunta superioridad basada en el voluntarismo y la disciplina, les hacían superiores a los líderes políticos civiles que, al margen de sus debilidades y vicios repitentes, debían rendirle cuentas de alguna manera a sus seguidores, era materialmente imposible. Y que en la dificultad que se enfrentaba era más que necesario. Urgente y existencial para Honduras y los hondureños.
(CONTINUARÁ)
Es un articulo que en pocas líneas describe la realidad social, económica, política y las tendencias de cambio en diferentes décadas. En las otras aproximaciones describir Procccara
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