Mirador: LA MARCHA DE LOS CRISTIANOS

Cortesía La Prensa, San Pedro Sula 16 de agosto 2025

 Juan Ramón Martínez

La marcha de católicos y evangélicos es muy interesante, tanto porque mide el estado de ánimo que vivimos, como la calidad de la campaña electoral. Porque hay que reconocerlo desde el principio: fue un acto religioso, una declaración en favor de la paz y la democracia. También una prueba para los dirigentes del PRL. Porque contrario a lo que ocurrió en ocasión de la primera marcha de los cristianos, algunos de ellos, han expresado expresiones descalificadoras e incluso ofensivas. Uno de ellos ha dicho que para poder manifestarse, antes tienen que pedir perdón por supuestos apoyos a la dictadura, que tienen que ver con derechos de libre opinión. No hay que prestarles tanta atención a juicios individuales que lo que indican son estados de ánimo; y no representan posturas institucionales confiables y objetivas.

Ocurre que algunos se sienten amenazados porque hay personas que piensen de manera diferente; y creen que la vida social, solo es legítima cuando todos actuamos, pensamos y vivimos dentro de la unanimidad.

Por ello vale la pena que hagamos una mirada general. En primer lugar, hay que celebrar que en el interior de la sociedad, hay un sentimiento que estamos amenazados; y que, por ello, hay que salir a orar por la paz, pedir el respeto mutuo; y declarar que somos una sociedad que ha optado por la democracia liberal consignada en la Constitución.

En segundo lugar, hay que festejar que las procesiones y marchas de los católicos y cristianos, se verificaron en las principales ciudades de Honduras, en perfecto orden, sin agresiones por parte de las autoridades; y en un clima de indiscutible respeto.

Y, en tercer lugar, aunque hay opiniones individuales diferentes, ni el gobierno y menos los partidos políticos en campaña, intentaron boicotearlas o aprovecharlas. Evidenciando que hemos logrado niveles de madurez que hace pensar que, aunque las cosas se complican frecuentemente, existe entre nosotros suficiente respeto para hablar y escucharnos.

Nadie puede dudar –nosotros menos– que en toda manifestación humana y en la que dos o más se reúnen, hay un espíritu en favor o en contra de las posturas que sostienen los que no están allí. De consiguiente, no hay porque sorprenderse de los que ven en las marchas y procesiones de los cristianos, una declaración en contra de las posturas y afirmaciones de algunos líderes gubernamentales.

Porque en honor a la verdad, si hay un error que ha cometido la candidata del PLR, en el curso de su campaña presidencial es la forma como ha manejado sus relaciones con los empresarios y los líderes religiosos. En Olanchito, sin razón alguna, atacó al mejor empleador de la zona; y a los líderes católicos, empezando por el Cardenal Rodríguez.

Inmediatamente supimos que había cometido un error, porque no es cierto que Olanchito sea una ciudad parecida a una novela, por más popular que esta sea; y menos que lo que imaginó el más querido escritor de nuestra ciudad constituya la base o justificación para un ataque religioso. Por una sencilla razón: era hijo de un sacerdote que respetó mucho; y de una madre extraordinariamente devota.

Las críticas –que van desde las matemáticas policiales al eliminar a más de dos tercios de participantes– son normales. Las marchas solo tienen lo político que inevitablemente contiene la conducta humana. Y no se hizo en contra del gobierno. Lo que se censura, porque si hay crítica evidente, es incomodidad con quienes niegan a Dios; o quieren llevarnos a un régimen irrespetuoso de las libertades religiosas. Y esto hay que verlo como parte del diálogo inevitable en el interior de una sociedad democrática.   

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