“LA VEGETARIANA”, GRAN NOVELA DE UNA PREMIO NOBEL SORPRENDENTE

 Juan Ramón Martínez

El otorgamiento del Premio Nobel de Literatura 2024, a la novelista sud coreana, Han Kang, ha provocado una reacción distinta a casos anteriores. Aunque se trata de una escritora poco conocida en el mundo hispánico – pero premiada en forma consistente en dos de sus obras con prestigiosas preseas – con amistades y lectores en la comunidad coreana en la Argentina, el interés que despierta es, extraordinariamente singular y llamativo. Con todo que Corea del Sur, tan distante y en la otra orilla   del mundo, la obra de la novelista premiada, es muy cercana a la literatura occidental. Tiene mucho de Kafka, recuerda a los personajes distantes e indiferentes de Borges sin empatía alguna; e incluso, en la soledad vacía de los escenarios, como lectores tenemos la impresión que por allí paso, Pedro Paramo, en camino a Comala. Y para completar, la mezcla literaria, el personaje central, la mujer que deja de comer carne, como forma de encontrarse a sí misma y protestar, se queda tranquila, frente al marido que la desprecia y considera más que un ser humano la trata como una cosa, el lector siente la brisa tranquila y sosegada de resistencia pacífica de Gandhi y la esperanza cierta del Sermón de la Montaña, dicho por Jesucristo.

Hay algo singular en esta autora. Nacida en 1970, en la ciudad Gwangju, Corea del Sur. Un país parte de una zona convulsa, de constantes cambios, una zona de guerra, de periódicas invasiones y peleas ancestrales, en que se da la circunstancia singular que, en nuestro tiempo, se produce el encuentro, no siempre bien claro y ordenado, entre Confucio y el capitalismo occidental. Lo que, -- esto no deja de extrañar-- el hecho que Corea del Sur, sea ahora, en menos de cincuenta años, una de las economías capitalistas más exitosas del mundo. Las reglas de la convivencia enseñadas por Confucio e integradas en la cultura de Corea del Sur, con todo y su rigidez jerárquica, no han sido obstáculo para el desarrollo capitalista que se acerca mucho a los que los economistas de los setenta han llamado milagro. Por ejemplo, en la que la cultura del trabajo, basada en la jerarquía, con las cosas en su lugar y las personas, ocupando las posiciones y obedeciendo a los superiores, sirve de base para una muestra de capitalismo que ha hecho de una nación agrícola hace 75 años, una de las sociedades más prosperas del mundo. Aquí, en esta encrucijada entre valores ancestrales, inmutables de la típica subordinación hacia los mayores, los jefes y los maridos dictados por jerarquía “confuciana” y la modernización y la libertad del liberalismo económico, es donde hunde sus raíces esta novela singular y de enorme valor estético, tanto en sus formas, como en la poesía del relato, lo ejemplar de la historia y además lo simbólico y ejemplar de la conducta humana, que busca, siempre la libertad. Con lo que, tenemos la impresión que la novela que comentamos de alguna manera es, una alegoría distante y poética del tránsito de Corea del Sur, desde las trampas cómodas de las culturas tradicionales, hacia la libertad que pregona como excusa para el éxito el capitalismo triunfante de aquel país.

Han Kan, a los nueve años, en 1979 se mudó con su familia a Seúl la capital. Su padre es un conocido novelista coreano e influyente figura de la cultura tradicional coreana, en los temas y en las formas. Estudio literatura en la principal universidad coreana, por lo que tiene un amplio conocimiento de la literatura universal y mucha simpatía por la que se hace en América Latina. Conoce muy bien a Borges y a Rulfo, además de ser ferviente lectora de los autores del boom, especialmente García Márquez y Vargas Llosa. Y por medio de la población coreana, radicada en Buenos Aires, ha logrado de forma natural que su obra se conozca más alla del Pacifico por lo que, cuando recibió el premio, quienes mejor reaccionaron al oír su nombre, son argentinos lo que la catapulta favorablemente en el mundo literario hispanico. En España, solo una pequeña editorial, había publicado una sola novela suya, con escaso éxito, porque los críticos, no le dieron la importancia que se merece. Que ahora, con el Nobel 2024, celebran su intuición y su capacidad para juzgar una autora muy importante.

Han Kanm comenzó su carrera en 1993, con la publicación de varios poemas en la revista “Literatura y Sociedad”. Aquí, para muestra uno de ellos:

Dentro del espejo espera el invierno

 un lugar frio

 un lugar totalmente frio

 tan frio

 que los objetos no pueden temblar

tu cara (congelada una vez)

no puede hacerse añicos.

( El Invierno a través de un Espejo, fragmento)

 Su debut en prosa fue en 1995, en la colección de cuentos El Amor de Yeusu.

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“La Vegetariana”, es la historia de una mujer común, irrelevante, mediocre que incluso es escogida por un hombre que la prefiere por mansa, obediente y sin aspiraciones o fuerza para imaginar y querer para sí y su familia, un mundo mejor. Profesora y diseñadora que hace la mayoría de sus tareas en el hogar. Las propias y las contratadas. Ella se llama Yeonghye, tiene cinco años de casada, en una rutina repetitiva en que opera como una criada obediente al marido, que incluso, cada mañana lo despide en la puerta, que cierra mecánicamente cuando este sale al metro para ir a su oficina rutinaria a hacer las tareas aburridos y mecánicas de los día repetidos e interminables, hasta que una noche, despierta a su marido, parada en el refrigerador, vaciándolo de todo lo que sea carne o productos lácteos, porque ha decidido ser vegetariana. Con una sola explicación, breve y precisa: he tenido un sueño.

Impone, desde la debilidad original, su voluntad al marido que al final, acepta que en el desayuno solo coman vegetales, mientras la ve adelgazar, cada día, hasta que la piel se vuelve amarilla y parece una mujer enferma, seria y firme, que, sin embargo, no parece vencida, sino todo, lo contrario, fortalecida por la nueva voluntad de ser ella, y no la otra mujer que el marido había creído que era. Y que incluso, rechaza la practica rutinaria del amor, utilizando las repetidas excusas femeninas. Pero en su personalidad, cambia mucho; es otra mujer, de modo que el marido, dice que,

antes que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especia. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez. No era ni muy alta ni muy baja, llevaba una melena ni larga ni corta, tenía la piel seca, amarillenta, sus ojos eran pequeños, los pómulos algo prominentes y vestía ropa sin color como si tuviera miedo de verse demasiado personal. Calzada con unos zapatos negros muy sencillos, se acercó a la mesa en la que yo estaba sentado con pasos que no eran ni rápidos ni lentos, ni enérgicos ni débiles”

Es tan poca cosa, una nadie que solo hasta en la página 29 de la novela que comentamos, descubrimos cuál es su nombre.  Como un personaje sin personalidad, un Samra de la Metamorfosis de Kafka, que un día, dice que ha tenido un sueño y deja de comer carne, para transformarse en otra persona. Y que delante del marido que la menosprecia, valientemente, vacía el refrigerador y afirma que allí, nadie volverá comer sino vegetales. Imponiendo, desde su fragilidad, las reglas que antes, obedecía mansamente.

La historia es contada desde tres puntos de vista: el del marido, muy arrogante, dentro del esquema de la superioridad del modelo de familia tradicional: un patriarca que ordena y dirige, una mujer obediente y subordinada que vive para él y sus deseos; y, ella, una mujer que cumple sus obligaciones, hace sus deberes en forma impecable y con ello busca ganarse la admiración y el respeto de su marido, sus parientes políticos y sus relaciones en la vida comunitaria local a la que pertenece. Cada quien tiene un lugar, y a ese lugar corresponde una función que cada quien debe cumplir para lograr, la armonía necesaria, sobre el cual bascula el eje de la vida tradicional coreana. La opción de la mujer de renunciar a la carne afecta la vida laboral del marido y las relaciones con la familia de su mujer. Es una rebelión, simbólica que tiene indiscutibles efectos.

Además, la historia es contada, desde ella misma, en primera persona con un lenguaje diferente, muy interior, muy poético y el más razonable para entender porque la renuncia a la carne y la opción de comer, absolutamente vegetales. Aquí, el eje de la historia es el sueño, en donde se encuentra la razón de haber dejado de consumir la carne y los efectos que, en Yeon tiene la transgresión en sus relaciones sociales y familiares. Es decir, como el personaje, que representa una actitud, con su cambio pone en precario la estructura del poder en el interior de la familia y de consiguiente como la mujer, al rebelarse, se sitúa y se coloca frente al mundo. Y la “mujer nadie”, se transforma en un reto tranquilo, que comienza en el interior, a poner en precario toda la estructura de las relaciones familiares basadas en la jerarquía, el poder patriarcal y la sumisión femenina, que, además, es la que carga, lo mas doloroso de las tragedias que como sociedad en transición ha sufrido Corea del Sur en el curso de su historia. Y el eje de las relaciones, cambia de manos. De mujer nadie, se transforma en la Úrsula Iguaran de “Cien años de Soledad”; pero sin la energía de esta, sino que, con la terca pasividad, orgullosa de la mujer refugiada en si misma. No hace pescaditos, no sostiene el hogar, simplemente, se para tranquila e inactiva, diciendo que no y el mundo cambia a su alrededor.

Y finalmente, participa como narradora, la cuñada. También lo hace en primera persona, interviene y cuenta la historia desde su punto de vista. Incluso esta es afectada por la libertad de su pariente política: “ a mi me daba envidia el marido de mi cuñada. Había estudiado arte y se las daba de artista, pero no aportaba nada a la economía familiar. Decían que poseía una herencia. No duraría mucho si no hacia mas que gastar y no ganaba dinero”.

En lo práctico, la discusión es si la renuncia a la ingesta de carne debilita o no al cuerpo humano. Pero la verdad es que el personaje de la novela, aumenta su energía y al descubrirse como otra persona, participa en la vida social y familiar, con una nueva energía, como que confirmara que la “energía es una emoción más primitiva”. Hay, en todo, como gran moraleja, la afirmación que quien se niega, se afirma, se fortaleza y se hace mas persona. Algo que el cristianismo había anticipado, cuando Jesus, dice que el que crea, deje lo que hace, se niegue y me siga.

 Una buena novela, bien escrita, bien trabajada en lo forman, que vale la pena leerla y que su autora es de calidad, lo que confirma que haya recibido el mas grande premio literario del mundo. Y que además, ratifica que, en términos generales, lo importante no es lo que se renuncia – podría entenderse que a muchas de las reglas de Confucio y las tradicionales de la cultura antigua de Corea del Sur – sino que la fortaleza y el vigor que se asuma, en los nuevos retos y en la forma como se logran las metas que imponen las exigencias de la modernidad. Pero sin rendirse. Y sin romper los vidrios de la ventana de la cultura coreana.

 Y para que lo entendemos mejor, Han Kan no ha salido como los occidentales, a la puerta de su apartamento a dar declaraciones a la prensa. Aunque se lo había prometido a su padre que lo haría, se ha encerrado con su hijo. No ha dado declaraciones a la prensa y dice, que solo tomara un te frio con su hijo, para celebrarlo. Ratificando su individualidad y su disposición para mantenerse libre, siempre libre. Coreana y hermética, culturalmente occidental; pero libre para mantener su individualidad Nada más. Todo un gran carácter, ejemplar y admirable para todos.   

Tegucigalpa, 15 de octubre de 2024


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