Relatos personales: VIAJE, RECIEN CASADO A SAN PEDRO SULA

 Tito Ortiz


Aeropuerto Barandillas, San Pedro Sula

En 1970 que nos casamos con Gilda, Sahsa hizo una excursión a San Pedro Sula en un DC3. El pasaje costaba L30.00 ida y vuelta. No conocíamos San Pedro. Era emocionante hacer el viaje con mi esposa recién casados. Yo ganaba L450.00 al mes. Y me pagaban la siguiente semana. Con mucha pena le pedí prestados los treinta Lempiras a Don Pío Uclés. Claro! Me dijo. Tráigame los papeles del carro.

María Casilda, la dulce empleada de la familia de toda la vida, estaba en la cocina y escuchó todo. Quedito me llamó aparte y me los dio. Nunca nos imaginamos que 4 años después nos vendríamos a vivir para siempre a San Pedro Sula. En 1989 el pasaje aéreo todavía valía 52.00 Lempiras ida y vuelta. Ya teníamos 15 años de vivir en San Pedro.

Tuve que viajar a Tegus y quería regresar el mismo día. Los buses de regreso todos estaban llenos. El pasaje en Hedman Alas valía L8.00. No tenían aire acondicionado. Me moría por regresar a San Pedro para estar con mi familia. Tomé un taxi y me fui a Toncontín. Que suerte. Había un vuelo en media hora y había cupo.

Estaba haciendo cola para comprar el pasaje cuando la persona que estaba detrás de mí me tocó el hombro. Era Jorge Carranza (El Piporro le decían sus amigos, vecino del barrio Buenos Aires y buen amigo mío) Después de saludarnos, sacó de su billetera una tarjeta de presentación con el escudo de Honduras dorado y en relieve.

Me dijo que era el coordinador de la campaña de Rafael Leonardo Callejas y que estaba a mis órdenes. Se lo agradecí, pero con un orgullo tonto heredado de mi padre, pensé: jamás, jamás lo molestaré. Pasamos a la sala de espera. Me senté en una banca que rodeaba una gran columna y a mi lado estaba un gringo. Le pregunté que como lo trataba Honduras. Me dijo que muy bien. Que era un país lindo. Lo único malo era que para hacer cualquier trámite era necesario tener un contacto para aligerarlo. Que siempre se necesitaba un contacto.

Le dije que yo odiaba eso. En ese momento el empleado de Sahsa dijo por el micrófono que lo sentía mucho pero el vuelo se cancelaba. Se había arruinado el avión. Sin embargo, salía un avión solo con capacidad para transportar a los diputados del congreso que iban para una sesión muy importante.

Le preguntó al Ing. Carranza que quienes era los diputados. Él empezó a contarlos señalándolos uno por uno, y cuando nuestros ojos se encontraron, con una sonrisa me señaló a mí. Gracias a él logré viajar a San Pedro. Quedé tan agradecido.

Nos quedamos viendo con el gringo y me levanté del sillón, apenado, diciéndole: Sorry. Él se quedó…No tenía contacto…

Al salir a caminar por la pista en dirección a las gradas del avión me encontré con Rafael Leonardo. Habíamos estado juntos en los scouts a principios de los años sesentas.

La última vez que recordaba haberlo visto fue en 1963. Yo tenía 15 años entonces. Habían pasado 26 años. Cuando me vio me dio un abrazo y me dijo: Tito, donde has estado metido todo este tiempo?  Rafael Leonardo era famoso por su memoria para recordar a las personas.

Y caminamos juntos hacia el avión.

Ah, gratos recuerdos de mi juventud.


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