Contracorriente: HERNANDEZ, PELIGROSA AMENAZA

Juan Ramón Martínez

El general Hernández no solo es indigno de la confianza nacional, sino que, además, incapaz de entender el espíritu de la Constitución. Y aceptar la pureza de la doctrina democrática. En defensa de su ignorancia, hay que reconocer que los militares no forman parte de una institución democrática; y que, en consecuencia, no son demócratas. Su visión jerárquica, su escasa comprensión del entorno teórico; y la forma de aceptar el ordenamiento de la ley, les hace menospreciar la superioridad del CNE, en su calidad de órgano que expresa el origen y la fuente de todos los poderes del estado. Esta incomprensión de la jerarquía de la ley, del principio originario del poder democrático, les hace creer que el Poder Ejecutivo esta por encima de los demás poderes; y que la soberanía popular es algo cosificado que se entrega como cheque en blanco para que el Presidente haga con él lo que le venga en gana. No aceptan –  natural por su formación – que el poder democrático es un plebiscito diario, en que los gobernantes, revalidan continuamente la legitimidad de su mandato. La democracia no es un cuartel. Es un escenario, un foro, en donde los individuos y los grupos, dirimen diferencias; y logran acuerdos para avanzar en la construcción del bien común.

De allí que en la teoría de la representación popular, el origen está en el ciudadano que ejerce el voto; y en términos formales, en el CNE encargado de ordenar y hacer visible la decisión popular. De forma que, en caso de vacío absoluto de todos los poderes, el único que sobrevive y sobre el que se reconstruye el orden constitucional, es el CNE. Una revisión de la historia constitucional de Honduras lo confirma: los regresos a la institucionalidad, empezaron con la creación del órgano electoral correspondiente.

Para Hernández y sus compañeros de la Promoción 27, esto es incomprensible e inadmisible. En sus concepciones mentales, más que la adhesión a principios doctrinarios, es más fácil la lealtad personal. Su lealtad no es a la ley, a las doctrinas; y menos a la democracia. Un dialogo imposible.

La cúpula militar es más “socialista venezolana” que liberal democrática. Y por efecto de una reforma, inconveniente y absurda, en que en vez de hacer de los militares una voluntad al servicio del pueblo, ahora se han convertido los oficiales en guardianes de los políticos civiles, en “guachimanes” de los caudillos. Por eso Hernández incluso se ha tornado malcriado, al extremo que no contesta siquiera a Cossette López, cuando le solicita que le brinde protección. Su augusta y serenísima altura, no le permite responderle a una dama que representa un poder superior al Ejecutivo y al Legislativo. Y a las FFAA.

Por ello hace que un subordinado le conteste, indicándole además que no se le debe pedir nada a los militares porque ahora, estos no atienden a pueblo, sino que a Xiomara y al resto de la familia Zelaya y sus conmilitones.

La conducta de Hernández, constituye una evidencia de los peligros que enfrenta la democracia. Los constitucionalistas confiaron demasiado en la madurez y el compromiso de los militares. La Constitución de 1957, imitando a Guatemala, les confió a los militares hondureños el ejercicio de la rebelión ante un gobierno despótico que pretendiera violar la ley y eternizarse en el poder. López Arellano en 1963, falto al compromiso; e involucro a la institución castrense en una dictadura que, durante más de 17 años, enlodo uniformes y oscureció estrellas, provocando varios golpes de estado y de barracas. Nos llevó a una guerra inútil que perdimos, porque los militares estaban más preparados para el poder burocrático que para defender con hombría y valor la soberanía y la integridad territorial.

Ahora, igual que en 1963 la democracia ha perdido la confianza en la institución militar que, no hace nada para recobrarla con conductas mejores que las que exhibe Hernández que, más bien nos quiere convencer a golpe de irrespetos que la “soberanía nacional” radica en Xiomara y en Mel. Y que las instituciones representativas, el Congreso Nacional y el CNE – más legítimos que el Poder Ejecutivo y su ahora apéndice las FFAA – son inferiores a la voluntad de un caudillo que nos quiere llevar a la dictadura.

Confié que Hernández rectificaría. Y que la amenaza de la dictadura encontraría en su espada virgen, la luz cegadora del caudillo que defiende la república. Estoy equivocado. Él es una amenaza para la democracia.

Comentarios

  1. .., de boca de este mercenario ideológico..,pluma empeñada y cerebro enajenado del sistema que lo ha comprado.., no tiene ningún valor ni significado útil.., lo que en esta crisis que está y se le prolonga.., puede decir..

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  2. Cree que será el próximo Fidel,
    Chávez , Noriega o Maduro?por sus intuertos terminará desprestigiado y de repente en la Cárcel por irrespeto a la democracia Junto a sus patrocinadores la fan Zelaya Castro

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