Contracorriente: FRANCISCO, MUERTE INOPORTUNA

Juan Ramón Martínez No hay buen tiempo para morir. No importa la edad. Y menos si se trata del Obispo de Roma, líder de los católicos y conciencia de occidente. Su desaparición y sustitución, tiene efectos enormes, especialmente en tiempos de crisis como las que vive occidente nunca antes vista en el pasado reciente. La muerte de Francisco, líder de más de 1.200 millones de católicos de los cinco continentes, es un hecho singular que tiene, por sí mismo, efectos en la estabilidad y la continuidad de esta comunidad de occidente que viene, ininterrumpida, desde el imperio creado por los romanos. Y que le da unidad. Desde el Tratado de Letrán, el Obispo de Roma, se configuró como el eje moral y ético de occidente. La creación del Estado Vaticano y su participación en la comunidad mundial, ratifican el papel que tiene el líder de los católicos al encarnar la más ajustada racionalidad del espíritu universal que siempre libra la lucha por la paz y la prevalencia del dialogo en todas las ...