Contracorriente: CLAUDIA Y LOS RECLAMOS
Juan Ramón Martínez
No le ha hecho bien a Claudia
Sheinbaum, negarse a invitar al Rey Felipe VI de España a su toma de posesión,
por no haberle contestado a López Obrador. Cuando era la oportunidad de
establecer distancia con su antecesor y recuperar personalidad de gobernante de
México, se apunta en un reclamo sin sentido y valor practico, dictado desde el
capricho de un gobernante que no es historiador pero que lo pretende ser, sin
mérito. Y con una finalidad que no tiene nada que ver con el futuro, que le reclama
energía, dedicación y fortaleza que no tiene.
López Obrador, además, no proyecta una
imagen que tenga que ver con Juárez, Madero y menos con Cárdenas. Durante su
sexenio – que sus críticos están diseccionando con prolijidad absoluta –
exhibió más bien, una conducta que lo acerca a Santana y a Elías Calles. El
primero porque gobernó durante siete veces y siempre lo hizo desde afuera,
desde su rancho. Solo regresaba a la capital, cuando el vice presidente se
encontraba en dificultades y urgía su presencia para resolver problemas. Que lo
llenaba de orgullo y le hacían sentir que la Patria no funcionaba sin sus
augustos pensamientos y decisiones. Plutarco Elías Calles, --el primer palestino
que llego a la presidencia en el continente—que puso orden entre los generales
que hicieron la revolución y creo las bases del partido de la guerra, vivía en
su casa, después de ejercer el mando, dándole órdenes a sus sucesores. Hasta
que Cárdenas, un día, le tomó por sorpresa y sin contar con su voluntad, lo
subió en un avión y lo mando a la “chingada”, a morir y vivir, entre las
nostalgias y el olvido, en Los Ángeles, California.
Claudia Sheinbaum ha sido elegida como
Presidente de México; pero el poder se va con López Obrador a La Chingada, que
no es accidental, que sea el nombre de la finca, desde donde retirado, según ha
prometido, dejara el ejercicio del poder, para practicar un oficio que los
talentos le han negado: el de historiador, tal como lo ha confirmado con agudeza
Enrique Krause. Se lleva todo el poder consigo: el del partido que le es fiel, sus
ilusiones de hacer una Cuarta Transformación que se ha quedado en agua de
borrajas, en promesas y sin cifras para justificar que, durante sus seis años,
las cosas hayan mejorado en México.
Y para confirmar como serán más cosas,
no hay mejor que el espectáculo de la solicitud de perdón a España, por los
excesos de la Conquista. Justifico la no invitación de Felipe VI a su toma de
posesión – mientras prefirió a Maduro, Díaz Canel, Putin y a Xiomara Castro—y
como primer acto pedir perdón por los excesos del régimen de Díaz Ordaz, por
los hechos violentos de Tlatelolco y el encarcelamiento de izquierdistas de
aquellos tiempos. Obligándose a pedir perdón, por otras cosas que ha hecho México,
en el pasado, en contra de los mejicanos; y, por supuesto en contra de los centroamericanos.
México tienes deudas y por la que su gobernante deberá prepararse para darnos
disculpas.
En 1821, México invadió Centroamérica.
Iturbide envió a Vicente Filisola y nos obligaron a formar parte del Imperio de
México. Encarcelaron a Valle. Cuando fracaso la ilusión imperial, le quito
México a Centroamérica la provincia de Chiapas, Soconusco y Ciudad Real. Ahora,
López Obrador, precisamente, sin rubor, se apresta para residir en Chiapas, un
territorio que en forma abusiva México le arrebato a los centroamericanos y por
lo que nunca nos han pedido disculpas.
Además, Claudia Sheinbaum, tiene que
pedir disculpas por lo que han dejado de hacer por los pobres de México. López
Obrador no redujo la pobreza, sino todo lo contrario. La pobreza en México es
un escándalo para toda la humanidad. Además, no redujo, como había prometido,
el número de muertes violentas. Y tampoco honro sus compromisos: se opuso al aeropuerto
de México, para hacer una chapuza sustitutiva. El “Tren Maya”, es un engaño, así
como la Refinería de Dos Bocas que nunca ha destilado ni siquiera un galón de
combustibles fósiles.
Pero lo más serio, debe ser para la
presidente de México, confirmar que López Obrador no seguirá dándole órdenes y
que ella, no es una segunda Xiomara Castro, saludando a los caminantes, como
domestica gobernanta de México. Es su reto. Echar de “La Chingada”, a López
Obrador.
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