“MEMORIAL DEL OFENDIDO” DE JUAN RAMÓN MARTÍNEZ, INNOVADOR EN EL ARTE DE “CONTAR” Y CAMBIO ALEGÓRICO EN EL LENGUAJE FICTICIO E HISTÓRICO
Oscar Sierra Pandolfi (*)
Es un libro de cuentos que se imbrican en tres efectos:
el primero, el dato histórico; segundo, el trabajo alegórico del lenguaje: y,
tercero, siempre se está contando una historia diegética que da lugar a otra
que puede estar oculta debajo del iceberg o encadenada en la estructura ausente
del agujero textual, donde el lector hace de las suyas en la creación misma del
cuento. Al abordar la temática, estilo, personajes, lenguajes y técnica en los
cuentos del Memorial del Ofendido, de inmediato, se subsume de manera
simétrica e idónea el manejo de todos esos elementos compositivos y
arquitectónicos. En el primer cuento “Dios juega a los dados”, el trance
entre lo científico y lo teológico, mueve la historia diegética con
universalidad, aun, con elementos históricos que humanizan, por el juego de
indicios locales, personajes, ambientes que se dispersan en el ilocutio, el
autor, sabe distribuir y considerar cuando el lenguaje ostenta el plano
denotativo y connotativo. A parte, el tener que contar la trama, el ex misionero
Emeterio Santolina, está involucrado en el amor de una viuda de ostentosos
bienes. El personaje de inmediato, se transforma, renuncia a sus principales
funciones de sacerdote, para aunarse al acto de la mundanidad, entrecejo, la
dubitación, la discusión teológica y atea, discurre con una cosmovisión amplia
entre el mecanicismo y la amplitud del libre albedrío, que son coordenadas que
se entrecruzan en dicho cuento. Contrapone al final, entre una descripción
plástica de la carta, que hace referencia a los científicos de principios del
siglo XX, de tal modo, que fluye, esa contraposición de eventos humanos que
trasgreden la creencia y la voluntad suprema, he ahí, Einstein versus Dios, el
cuento mismo nos deja espacios semióticos para disgregar ciertos sentidos que
aumentan el ritmo y la tonicidad del relato, con destreza y precisión nos deja
llegar al final con otro final.
En el cuento “El
Caballo del coronel”, Guillermo López, lógicamente, jefe militar que,
en tiempos de Somoza, poseía un caballo, entre ello, el personaje Luis Enrique
Aguiluz, lo orientó en el proceso de alimentación del equino. Aunque las
funciones que se globalizan en todo el relato, es que era considerado un
torturador, he ahí el contraste que imprime artisticidad, la oposición,
caballo-hombre. La animalidad es, por ende, salvajismo, condición que se le
atribuía al coronel, que toda persona al mirarlo, se cobijaba en la temeridad,
este indicio de monstruosidad y animalización en el coronel, es atípicamente
consentida en el inicio del cuento, para dar lugar, al conflicto, el grupo de
jóvenes subversivos que deciden bajarle los zumos. Ya que fue objeto de
improperios, amenazas, y vergüenzas. Para crear un personaje con capacidades de
poder y luego, debilitarlo a mitad del relato, es una impresión muy acertada,
ya que esa vuelta de tuercas, nos remite de inmediato, a la fuerza del mal
contra el bien, no solo podría ser una reiteración ontológica de los
individuos. Esto se logra efectivamente sin dejar atrás la indagación
filosófica y el cuestionamiento cotidiano de la existencia misma, y los
personajes exponen y luchan en la dimensión ficcional.
El otro, son los juegos de espacio-tiempo y lengua-literatura. Esta tríada reúne con éxito las muchas convenciones narrativas que Searle nos transmite, donde los actos de habla dominan a los narradores en segunda y tercera persona, mientras desentraña la secuencia encadenada de los eventos de la realidad. El peso estilístico de sugerir una cosmovisión precisa, ya que la historia comienza en cualquier punto del evento ficticio; interrumpe la historia; rompiéndose en sus bisagras. Entendemos completamente las habilidades modales del personaje: (deberes, poderes, conocer deseos, hacer y hacer). Los personajes reveladores lo dejan eunuco al final, es ahí donde la ironía y el sarcasmo mantiene el sabor y el interés de la lectura narrativa. En el cuento, que se intitula el libro “Memorial del Ofendido”, el amor de Ifigenia Alvarado y Miguel Enrique junto a Carlota Mandujano, conforman la tríada que conmueve dentro de una atmósfera de violencia simbólica, psicológica, el amor y el odio, no dejan sus líneas fronterizas, que se surcan bajo el acento irónico que el autor marca con maestría y manejo diestro en el remate de la historia. La vida da vueltas, la diferencia humana, el ser o no ser, no estar, el éxito tiene su propio destino, sus opositores. Este cuento, con un lenguaje preciso, con fina retórica, sin alargamientos. “El General filosofando”, muestra al capitán Patricio Montes de Oca y la traición de López. Tiene una línea política trasuntada entre lo ficticio y el ideologema, el suceder se entromete más en el punto imaginario, sin abandonar los referentes reales y los datos históricos, porque el mismo narrador dispersa los indicios, informantes, según Barthes, y además, de lo que expresa Genette, los relatos reiterativos, cumplen una función de generar nuevas cosmovisiones, porque el tema de la vergüenza, y la figura zoológica es un leitmotiv en toda la obra cuentística, un elemento simbólico temático muy importante en el estilo del autor. Cuando el autor, imbrica el dato real e histórico, de inmediato, desplaza su imaginación al plano de la ficción para no caer en lo horizontal y chato. Porque al General López, también lo capturaron otros jóvenes y es ahí, donde “no habría cerdo sobre la tierra que se le fuera con su mazorca”. Casi todos los cuentos dilucidan la burla hacia el villano, no deja que la muerte misma se materialice. Es una muerte moral, la burla, el sarcasmo. En el “El jugador”, el Presidente de la República, deja de beber, porque piensa que hay señales del cielo que le indican la abstinencia. Le atribuye algunos atributos: jugaba lotería y todo juego. Nunca ganaría, aunque metafóricamente, la política es considerada un juego, es lo único que logra, y aprovecha para vengarse de todos aquellos que lo molestaron. El tema de la venganza, acompañado de la vergüenza con la dosis precisa de burla e ironía, es ya un atributo original de esa agrupación de cuentos de Memorial del Ofendido, de Juan Ramón Martínez.
“Casa del fundador”, una cualidad narrativa que se destaca es como combina lo biográfico de un personaje y lo trabaja a nivel imaginario, estrategia imposible de supeditar con precisión, Juan Ramón Martínez, calibra, simetriza y logra, con fino detalle, narrar. Cuando emplea las formas verbales en tiempo pasado perfecto, y la intensidad de la frase, despliega la siguiente, la celeridad de la estructura oracional va moviéndose en una semiótica tensiva, evita el descriptivismo. Dicho cuento, sigue siempre con las mismas secuencias narrativas, el asunto, y la caracterización, por lo que los cambios se dan dentro del marco sintáctico o lingüístico. A cabalidad que en el cuento como forma elemental de la narrativa requiere de una fábula, y admite una sola disposición de un narrador que esté frente a una contradicción o “skaz” donde surja el clímax final propio de la “short story” que le llaman los ingleses.
Después de los cuentos, que prosiguen, como ser la “Visita del locutor” se juega la riqueza del lenguaje, con tonalidades poéticas, “agitaban las manos”, descripciones epopéyicas y físicas “nariz indígena alucinante”, “barriga incipiente”, seguidos de las acciones nucleares de los personajes, aunque, el adjetivo, adorna, lo hace para adelantarse al pensamiento o para crear una atmósfera poética. Además de la construcción de una semiosfera cultural, la música de Gardel, el cine xxx, la voz romántica, el maestro de ceremonia, el avión de SAHSA, el locutor, reunidos en un espacio semasiológico de riqueza referencial para ahondar en la psiquis del personaje. La maniobra y doble alegoría de presagiar el clímax con un proto-clímax, (Sierra, 2010), es decir, una intriga que se da en medio de la historia o en cualquier punto, o periférico de manera sorpresiva, o discreta. En otras palabras, le permite al lector reescribir la historia desde cero, ya sea que se detenga o no, y el clímax en sí mismo le permite al lector enfatizarlo o insinuarlo sin darse cuenta de que el narrador está discretamente encima del texto narrativo. Esta es una de sus aportaciones en cuanto a contenido, es decir que la historia se puede leer al envés. En el cuento “Para defenderme, compraré un diccionario”, el hijo de un palestino se enfrenta a las dificultades del idioma español. Ha sido objeto de burla ante los clientes de la ferretería de su padre. Noticias sobre Prudencia Garrido, en las primeras líneas encontramos el dato histórico, con respecto a ello, existe en la teoría de la ciencia “historia de las mentalidades”. Mientras usemos el pensamiento para comprender cómo percibimos, creamos y respondemos al mundo que nos rodea, puede servir simplemente como una historia sobre el acto de pensar. (Simplemente como la historia del acto de pensar, siempre que entendamos por pensar la manera que el ego tiene de percibir, crear y reaccionar frente al mundo circundante). La narratividad en el cuento, es una operación lingüística cerrada en lo tradicional, y quizás el autor, se detiene y respeta las reglas del cuento como tal. La historia siempre continúa con la misma secuencia narrativa, temas y características, por lo que se producen cambios dentro de un marco sintáctico o lingüístico. Las descripciones se presentan con una fuerza maleable y se alternan con otras técnicas de presentación para dar vida al texto y lograr el efecto caleidoscópico. “Entendiendo esto, el concepto de “acción completa” cambia. No es tanto la integración global de toda la obra, como cada unidad “formal” o “giro del destino” que se suceden en la trama o intersección”. Es decir, logra un estilo propio, auténtico, punzante; sin muchos alambiques; sin maquillaje; todos los personajes sufren de ciclotimia, amnesia, esquizofrenia y delirium tremens. Los personajes dibujados en el cuento tienen una inmersión psicológica que le da un giro; explora la mente, explora el subconsciente. Por ello el cuento de Prudencia Garrido tiene su genotexto, en el primer libro de cuentos del autor publicado en 1993. El cuento, esta vez se desglosa en la genealogía de los Garrido, junto a la estirpe Zelaya en Olancho, la tendencia del autor como historiador es una persistencia en el oficio de narrador. Recurre al juego de fechas, sensaciones, datos, imaginaciones, vivencias, noticias entrecruzadas.
El autor ha sido un lector asiduo de Mario Vargas
Llosa, Augusto Rosa Bastos, Osvaldo Soriano entre otros narradores, no
obstante, los disuade, los evita, los esquiva, y solo permanece el aprendizaje
de la universalidad y de los caminos que no se deben seguir. Por otro lado, el
biografismo y la fictividad se enhebran con audacia narrativa, el vertido
complementario en la trama con tono irónico y a veces oscuro, en el sentido de
las emociones humanas. Garrido, es un personaje, bien trabajado en sus caracteres,
en sus facciones, tonos, lenguajes, mentalidad, amplitud, extensión, emosividad,
es uno de los logros cometidos por el autor. Al recorrer los estratos
textuales, el desenvolvimiento tramativo, entra en la madurez narrativa.
Según Anderson Imbert:
“Cuento formal. Veamos primero la anatomía y
fisiología de un cuento formal, clásico. Es la anatomía de un cuerpo. El texto
es una limitada serie de palabras: principia con la primera, finaliza con la
última. El cuento más amorfo no podría menos que sujetarse a las formas de esos
límites. Una vez comenzado, tiene que terminar aun en los «cuentos de nunca
acabar» la forma marcha hacia una estación terminal, que es la fatiga del que
narra o la desatención del que escucha o la broma con que el cuento explota.”
En este sentido, Ehrlich nos dice que el movimiento no
es un elemento del arte, sino un material preliminar que requiere la
intervención del artista y lo dispone en el tamaño para convertirse en una obra
de arte. En una tendencia bien conocida entre los críticos jóvenes, las
lecturas más cercanas de Robert Penn Warren parecen optar por el título clásico
de "punto de vista" o "enfoque narrativo", que reducen a:
(..) “el héroe relata su propia historia, un personaje secundario o testigo cuenta la historia del héroe, el autor-observador narra la historia desde el exterior y el autor-omnisciente cuenta la historia desde el interior de las psiques de los personajes y la comenta. Brooks y Penn Warren trazan, pues, su tipología entremezclando los códigos narrativos (presencia o ausencia del narrador como personaje que implican primera o tercera persona gramatical para las dos primeras y dos últimas modalidades respectivamente) con los representativos” (observación interna —tipos 1 y 4— o externa —tipos 2 y 3— de los acontecimientos).
Es la observación de situaciones y objetos, insertándolos en la narración, chocando entre sí, para generar un acento onírico, creando una atmósfera de alegría textual, a veces en pausas traumáticas. De ahí que los cuentos: “El ángel de la guarda”, que lo hallaron con un balazo en la sien, nos deja en suspenso al final, propio de la trama novelesca. “Las historias de mi abuelo”, es un réquiem fino, lleno de ternura, amor y audacia alusiva a la familia. Contrario al cuento: ¡Liberal ...con pistola!, la contrición en que implica lo político, lo histórico y la imaginación, es una estrategia precisa, donde el ideologema, asume ciertas dotes en el lenguaje, aunque se aparta de inmediato, va apegando a la realidad, no se aleja, hay un trasfondo, muy coercitivo a la verdad como objeto real y ficticio al mismo tiempo, el espiral, la vuelta ontológica de Kosik, la crítica al sistema dominante. El cuento “El Hombre odioso” tiene implicaciones intelectuales, casi propicio para una meta textualidad, donde hace alusión a los autores del boom latinoamericano, en tono y son sarcástico, alude a una crítica audaz, además de mencionar a Julio Verne, y a nombres significativos de la literatura universal.
El narrador asume con mucha delicadeza la trama del personaje frío e indiferente, a pesar de su lastre intelectivo, fusiona, ese sentido de la muerte y la popularidad escasa del actante. “Entierren al orador”, el lenguaje se traspone al del género ensayo, sin dejar que el narrador pierda la voz del narrador, para lograr la equivalencia y ambivalencia, entre el poder del cuento y la fuerza ensayística. Hay ponderación, porque hay un suceder, hay un acto de “contar” a nivel del “ser” o del "estar”.
Temas que tienden a ser reconstruidos y deconstruidos en cada historia; un ejemplo de metatexto cuando se hace referencia a celebridades literarias. Su tarea estilística es recrear espacios, símbolos, imágenes para universalizar la cosmovisión de cada personaje en un mundo globalizado, generar historias con artilugios imaginativos, conveniencias y funciones de un mundo globalizado, a la manera del Memorial del Ofendido, que muestra un acertado tratamiento de las nuevas técnicas narrativas, logra enfatizar el trabajo literario del tema de la existencia a través de un sentido narrativo que busca razones en el lenguaje cinematográfico, actualizado al definir el camino estético que alcanza y elige, incluyendo una conciencia literario-lingüística. Un antihéroe que no intenta complacer al actor, al personaje, no un personaje de cómic. Es decir, logra un estilo propio, auténtico y punzante; no mucho alambique; sin maquillaje; todos los personajes sufren de ciclotimia, amnesia, esquizofrenia y delirium tremens. La actuación tiene una sutileza psicológica; explorar el alma, explorar el subconsciente. Es decir, en el júbilo del relato existencial, marcado por la certeza literaria, el curso de la búsqueda del héroe “funciona a la vez como principio y como fin”, una línea en la que el héroe debe sortear diversos obstáculos para superarlos.
Los cuentos: ¡Ese no es tu padre, no llores por él!, en el espacio y en un ambiente lúgubre, un velatorio, suficientemente motivo, para aflorar el discurso narrativo, donde se desvela la catarsis del personaje: “puta”, “mala mujer”, “ tufosa de mierda”, entre una catáfora denotativa de frases que afloran en el lenguaje cotidiano, que se apropia de una fuerza lingüística, semióticamente, se traslapa la flexión, el gesto, la mueca, “ pistera”, “desagradecida”, la voz del hombre que se siente roer el dolor, todas las frases ayuntadas en una sola estructura, conforman una situación holótica, abarcadora de realidades subjetivas. Dos personajes, una mujer y un hombre se contraponen, es un relato bien logrado en el lenguaje, y la precisión de la historia, con un tono humano, donde cala muy hondo, el errar del hombre, de sus emociones, de sus decisiones; por ellos los cuentos, se cifran en lo humano, en lo ficticio y en su encadenamiento con la realidad próxima a los personajes y al autor.
II PARTE
“El día que dudé de la palabra de papá”, cuando Gregorio Corletto, es descrito con destreza narrativa, y el narrador-testigo, discurre en detalles, para aseverar y dar veracidad al enunciado narratorio. Se desploma con los temas del alcohol, la paternidad irresponsable y la muerte. Nada más, que está contado con una fuerza introspectiva, y el lenguaje, va dotado de metáfora: mar de violencia, baúles de recuerdos, al vacío de la tierra, grullas de caballos negros. Además de los cuentos dentro de los cuentos, o la búsqueda de la verdad en boca de un niño sobre su padre. El narrador revela su deseo de ser escritor. Álgido, suelto, multidimensional y con un desenlace al estilo freytag.
Otro cuento que es importante, señalar sus méritos, uno de los mayores logrados por el trabajo estético y literario del autor, es el cuento: “El realismo mágico”. Podríamos atrevernos a determinar que se trata de un relato que está a la altura de los escritores latinoamericanos. El profesor nórdico inicia su exposición y da paso a la de los presentes, donde la literatura se convierte en asunto interno, una meta literatura, bien trabajada con precisión en el lenguaje y el plano del discurso. Consideramos que el relato contiene y refleja la madurez narrativa de posicionarse en la dimensión del cuento latinoamericano. “Escritor en Madrid”, se contrapone, el ideal entre un personaje que de existencialista se trasmuta entre sus aspiraciones de querer lograr el éxito como escritor, contraponiéndose a la miseria, al hambre, al abandono, la precariedad económica, sucintamente, es el espejo de la realidad hispanoamericana del escritor. Como un oficio desarmado por el capitalismo, donde la ética del utilitarismo lo desplaza al mundo del underground. Al final, el personaje se une a una mujer que sigue sus pasos, tanto de vivir la miseria material y convivir en la felicidad intelectual, el contraste, es lo que hace que el cuento sea merecedor de una historia bien planteada de validez universal. Todos los cuentos estructurados en el respectivo libro, contienen los méritos por sí mismos. “Agrado quiere agrado”, es un cuento que evoca y sublima la convivencia social y la confrontación que vive el periodismo radiofónico y el rol de la policía. “No quería que él se lo llevara”, es un relato, que con toda firmeza apunta a la poesía, veamos, nuestro argumento, “bajo el cielo cubierto de estrellas”, “vagó por el bosque”. Además del juego intertextual con el Génesis bíblico, tiene como centro, a los personajes Adán y Eva, donde los vierte con todo humanismo, de carne y hueso. En otro cuento, el invitado especial, Franklin Morales, nos deja en la extrañeza. “Reglas para olvidarlas”, el narrador está en primera persona, se ve la sobriedad lingüística, con una fuerza lírica en el entramado del texto narrativo, la voz en primera persona, elucubra, filosofa, especula, deja que el lenguaje mismo suelte la tragedia conceptual del mundo, la sensibilidad acotada, la trasgresión entre un monólogo que supera al personaje en primera, nos doblega, abre las rendijas de los campos enunciativos para revelarnos en cada frase la reflexión sobre el mundo, la riqueza imaginativa entre pensamiento y acto, convalida, la certeza que Juan Ramón Martínez, es un narrador que trae esa virtud de contar en la sangre, por eso el disfrute, el goce, la riqueza de conocimientos, la cultura en su profundidad, la estrategia singular de narrar. “La maldición del gringo”, y las montoneras, más cavilado a la realidad histórica de Honduras, por otro lado, “El testamento de Judas y la muerte de Jesús”, prosigue en la intertextualidad bíblica. Es importantísimo, cómo finaliza el libro, con otros cuentos, que están dotados de una notable variedad lingüística, trabajo técnico, profundidad imaginativa, hasta llegar al cuento “punto final”. Estamos satisfechos por esta obra cuentística, que supera a muchos narradores de la generación del escritor Juan Ramón Martínez, por sus obras los conoceréis. El enorme caudal estilístico, la autenticidad de una obra literaria, que es merecedora de otros estudios en todos los ámbitos de la ciencia, desde la historia, la política, la sociología y hasta de la poética.
2 de marzo 2023.
(*) Escritor, actor de teatro y cine. Crítico literario e investigador pedagógico, investigador histórico, reside en Choluteca, Honduras.
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