Cosas del español (33): UN FEMENINO MUY MASCULINO
La Tribuna Cultural
—

Hay que recordar que en latín clásico no existían los artículos. El articulo determinado del español deriva de los demostrativos latinos ille, illa, illud. En concreto, el femenino la procede de illa, que inicialmente evoluciono a ela. Ante consonante, esta forma tendía a perder la e inicial: ela > la. Por el contrario, ante vocal, en especial ante a y e, tendía a perder la a final: ela > el (el alegría, el arboleda, el espada). En el español clásico, esta ultima tendencia, que se extendía a los usos ante adjetivo (el alta torre), se fue reduciendo y solo se mantuvo ante sustantivos que comenzaban por a- o ha- tónica. Así ha llegado a nuestros días (en el siglo XIX se puede considerar ya estabilizada la norma actual). No se trata, por tanto, del articulo masculino, que proviene de ille (ille > el), sino de una variante formal del articulo femenino.
Algo semejante ocurre con el articulo indeterminado, puesto que la concurrencia de las dos vocales favorece la perdida de la atona: un [a] águila, un [a] hada. En este caso, sin embargo, se aceptan las dos variantes, que son prácticamente indistinguibles en el habla. El fenómeno es extensible a los indefinidos algún [a] y ningún [a], que derivan del articulo indeterminado. El uso que, por analogía, se hace de las formas masculinas de otros determinantes (*este águila, *todo hada, *el mismo águila) se considera incorrecto.
Un fenómeno muy particular es el de los derivados de estos femeninos y de los compuestos en que intervienen, en los que la a- o ha- inicial pasa muy a menudo a ser átona. Es el caso de aguachirle, aguamiel o aguanieve, de diminutivos como agüita o alita. Aunque seria de esperar que se emplearan con los artículos la y una, existe una marcada tendencia a utilizarlos con el y un: *el aguachirle, *un agüita.
(Fuente: Nunca lo hubiera dicho, Taurus, Madrid, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, págs. 95 y 96).
Comentarios
Publicar un comentario