Cosas del español (46): LA, LE, LO
Una de
las dudas mas frecuentes entre los hablantes de español es la elección de los
pronombres átonos que funcionan como complemento directo e indirecto (leísmo,
laísmo, loísmo). Nuestra lengua conserva parcialmente en los pronombres
personales la distinción de casos del latín que se perdió en otras categorías
gramaticales. En la primera persona, se usan yo y nosotros
para el sujeto; me y nos para el complemento
directo y el complemento indirecto, y mí (o el conglomerado conmigo)
y nosotros para las construcciones preposicionales.
El
pronombre de primera persona correspondiente al complemento directo y al
complemento indirecto es el mismo: Me llevó a casa, No me dijo la verdad.
Esta coincidencia se da también en la segunda persona: te (os
en plural) se usa para el complemento directo (¿Te llevó al hotel?)
y también para el indirecto (Ya te he dicho que no). En los
pronombres de tercera persona, sim embargo, existen formas diferenciadas. Las
propias del complemento directo son lo y la (los
y las en plural): Lo/la llevé al colegio; le
(les en plural) es la específica del complemento indirecto: Le
dijo que era un mentiroso. A ellas se añade la forma reflexiva, se,
que sí es común.
Desde
época temprana comenzó a extenderse a estos pronombres de tercera persona la
simplificación llevada a cabo en la primera y la segunda. Esta tendencia siguió
una doble dirección. Algunos hablantes -los más- emplearon los pronombres le,
les (procedentes del dativo latino illi, illis) para el
complemento directo, lo que daría origen al leísmo. Otros utilizaron los
pronombres lo, la, los, las (del acusativo latino illum
[illud para el neutro], illos, illam, illas) para
el complemento indirecto, de donde surgen el loísmo y el laísmo.
No hay
unanimidad a la hora de explicar estos fenómenos. La teoría mas extendida
apunta que el castellano, a diferencia de lo que ocurría con el latín, que
distinguía las funciones sintácticas a través de los casos -con sus respectivas
formas pronominales-, tiende a diferenciar entre masculino y femenino, por un
lado, y entre persona y cosa, por otro. Simplificando, el leísmo, el laísmo y
el loísmo deberían acabar convergiendo en un nuevo sistema pronominal con la
siguiente distribución: le/les para el masculino de persona; lo/los
para el masculino de cosa, y la/las para el femenino de persona y
cosa.
Como
ya se ha apuntado, el leísmo es el fenómeno mas extendido, en particular el
leísmo masculino de persona. Se documenta desde los primeros textos medievales
castellanos y, a partir del siglo XIII, se irradió por casi toda España, aunque
con una prevalencia mucho menor en Aragón y Andalucía. Este ultimo hecho fue
determinante para que no se expandiera -salvo excepciones- por Canarias e
Hispanoamérica.
(Fuente: Nunca lo hubiera dicho, Taurus, Madrid, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, págs. 125 y 126).
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