GORGE BÄHR: HISTORIA DE LA VIDA Y DE LOS VIAJES DE UN ALEMÁN (IX)

[PARTE IX]

La Exposición Universal de París de 1900.

Concluye

...El termómetro que está en mi veranda en San Pedro Sula raras veces subió a más que 100 grados Fahrenheit, lo que es equivalente a más o menos 56 grados centígrados. (1) Arriba en la plantación la temperatura nunca subió a más que 80 grados F. en verano, y durante la temporada lluviosa que es el invierno, subió a 60 grados F., temperaturas muy aceptables. Estando acostado en la hamaca, con el periódico, con la brisa constante soplando suavemente, con suficiente carne de animales de caza (porque la carne de animales es más saludable que la carne de res) -¿No es una vida magnífica? ¿Qué más puede pedir uno?

Comenzó el año 1900 y con él la gran exposición en París a la cual quise contribuir. Escribí a mis corresponsales en París, los señores Crailsheimer y Felsenheld, pidiendo consejo: Me recomendaron ponerme en contacto con el señor Ministro de Nicaragua, don Crisanto Medina. Honduras no participó. El Ministro (2) me contestó muy amablemente que mandara mi café y mi zarzaparrilla, él los iba a incorporar en el departamento de Nicaragua. Entonces envié un fardo de zarzaparrilla y di orden a mis corresponsales en Hamburgo de despachar más o menos 10 kilos de mi mejor café al señor don Crisanto Medina. Todo llegó en buen estado.

Luego viajamos mi señora y yo a París a la exposición y llegamos sin novedad. El señor ministro nos recibió amablemente. Aquí también tomaron mi fotografía pero no me dieron libreta con fichas de la cual se puede quitar una cada día que entré. En lugar de eso tuve que enseñar mi fotografía cada vez que entraba, levantándola a la altura de mi cabeza para comprobar que era la persona de la fotografía; pero mi esposa tenía que pagar cada vez que entramos. En Chicago tenían también los miembros de familia libre-entrada. El ministro nos llevó por la exposición, muy alegre porque podía hablar español con nosotros. Aquí también había un lujo grandioso, todas las naciones estaban representadas; en el río Sena navegaban muchas góndolas venecianas, la torre Eiffel estaba decorada del todo con luces eléctricas, los viernes había gran iluminación. Encargué a Hamburgo 10 kilos de café para el señor ministro para mostrarle mi agradecimiento, y él dijo después -“Mi amigo, ¡Qué café tan bueno!” “Si”, contesté, “este café viene de nuestra buena tierra virginal. Cuando se acerca el cierre de la exposición me dijo “Mi amigo, le van a dar dos diplomas y dos medallas de plata por la buena calidad de su café y su zarzaparrilla”. Me sorprendí mucho y me dio ganas de abrazarle, porque no había contado con esto.

Posteriormente me recuerdo de cosas que eran muy interesantes. Un día estuve en el Departamento de Bellas Artes de la exposición observando a un tejedor de seda quien tenía una gran cantidad de ovillos de seda en muchos colores que colgaban enfrente de él. Estaba en el proceso de tejer un hermoso tapiz. De repente se oía la palabra: “Le roi de Belgique vient” (El rey de Bélgica viene). En seguida me escuadré e hice el saludo militar. Dos señores lo acompañaban. El Rey se acercó al tejedor y contempló el cuadro del tapiz, era un hombre alto y hermoso con una barba blanca y larga; cojeaba un poco. ¡Que arte hermoso! Ninguna brocha es capaz de pintar mejor que este artista tejedor pintaba con su lanzadera de tejer. He estado con frecuencia en París y he visto hermosísimos tapices y gobelinos, por ejemplo en Versalles, en el palacio y museo del Louvre. La ejecución de este arte se encuentra únicamente en Francia. Lyon es el lugar principal para ello. Aquí quiero mencionar que un día, cuando estábamos visitando el antiguo palacio de Fontainebleau en las afueras de París, pasamos por las muchas salas con sus bellos tapices. En una de estas salas nos dijo el guía -“Esta es la sala donde Napoleón tenía al Papa Clemens de prisionero por 11 días. A los 11 días Napoleón le preguntó si le daría el divorcio, y cuando el Papa se lo negó le propinó una fuerte bofetada.” Una cosa tal solamente Napoleón lo podía hacer. Era permitido comprar algunas cosas. Entonces compré dos vasijas griegas de ónix que es un bello mármol transparente, un pequeño galgo de mármol y do brújulas encima de columnas de mármol; el galgo esta acostado sobre una cajita de mármol; objetos que son importantes recuerdos para nosotros.

Cuando la exposición estaba cerrada fuimos con una parienta (una prima de mi señora esposa que estaba casada con un conde y ahora era viuda; tenían dos mansiones una en Monte Carlo y una en Niza; la primera se llama Louisa, la otra Danae las cuales estaban a nuestra disposición) y su padre a Nice -Niza- y pasamos el invierno en Monte Carlo bajo un clima clemente. Había muchos extranjeros de todo el mundo. A pesar de tantas veces que fuimos al Morte Carlo nunca he perdido un centavo en el juego. Ya que llevaba mi fotografía de la exposición conmigo pude entrar al Casino y salir tantas veces que quería. Le dije a mi señora esposa -“Hemos venido para acá para divertirnos, para vestirnos bien, para comer y beber bien, pero no para jugar”. Yo tengo un carácter muy fuerte y nunca he jugado ni por un centavo. Si la Sociedad del Casino de Monte Carlo no gana 80-90,000 francos cada día no puede subsistir, porque tiene que pagar anualmente 2 millones de francos al Príncipe Albert de Mónaco. Aparte de eso tiene los gastos para el cuerpo de bomberos, policía, música, y también debe mantener el magnífico parque. Quien es amigo de la buena música clásica debe ir a la sala de conciertos en el Casino de Monte Carlo, aquí puede escuchar la música de 60 músicos viejos y de una arpista solista. Cada músico es un profesor. El interior de la sala es bello, el mismo arquitecto quien construyó la Ópera Garnier de París construyó también esta sala. Un día dije a mi señora esposa -“Ven, vámonos a la sala de conciertos. Ahí ves a los pobres tipos quienes están sentados ahí con las cabezas agachadas buscando consuelo en la música, porque les han quitado todo”. Una vez vi a un señor parado en un extremo de la mesa de la ruleta, mascando algo todo el tiempo. Él tenía ambas bolsas de su saco llenas de monedas de 20 francos en oro, en los bolsillos interiores llevaba billetes de 50 y 1,000 francos. Lo observé durante rato. Él estaba jugando con gran impaciencia. A mi señora esposa dije –“Vámonos a pasear un poco, y tu verás que dentro de poco él está sudando”. Nos fuimos a otra sala y nos olvidamos de él. Al regresar dije -“¡Míralo ahí!  El hombre se estaba quitando el sudor de la frente. Se ve manos viejas marcadas por los años transcurridos; mujeres y hombres hacen apuntes y ¡con cual codicia miran el dinero que está sobre la mesa! Otra dama puso su dinero en dos mesas a la vez (la ruleta tiene 36 números, o sea tres líneas con 12 números cada una). Ella llevaba una carterita con muchas monedas de oro y siempre colocó monedas en los números de las líneas y corrió entre las dos mesas. Los jugadores se ponen nerviosos, y no pasa ni una semana sin que alguien se quite la vida. Cuando los bomberos oyen un tiro en el parque en seguida corren con grandes colchas allá. Lo que hacen con los cuerpos de los muertos o para dónde los llevan, no lo supe nunca.

Por casualidad llegó a mis manos un pequeño libro que lleva el título “La Geul de Loup” (las fauces de lobo). Con seguridad, quien lea este libro pierde todas sus ganas de jugar. En la mesa del “trente et quarante” (30 y 40) están sentados los jugadores más sutiles y astutos del mundo, y con una destreza sin par sacan la segunda carta, la falsa. Ni yo mismo pude verla, pero lo leí en este libro, y también me lo han contado. A veces se lee en la prensa que alguien ha vaciado la banca, pero esto es completamente imposible. La ruleta tiene 36 números, dos ceros dobles y un cero. ¿Puede un jugador adivinar cuál número gana? La apuesta más alta permitida para la ruleta es 12,000 francos para el trente et quarante es 60,000 francos. La banca ha tomado sus precauciones, por ejemplo trabajan varias damas elegantes ahí -en francés las llaman coco chic- que probablemente han sido actrices; a ellas se les da dinero para que participen en los juegos; están elegantemente ataviadas y en verdad tienen gran arte con que saben atraer a los hombres jóvenes para sacarles los últimos céntimos de sus bolsas. Una vez estábamos tomando nuestro desayuno en el Restaurante de París, frente al casino. Era el día del cumpleaños del Príncipe Alberto, y por eso todo el mundo tenía permiso de entrar a la sala de los juegos. El camarero quien nos atendió tenía una expresión muy triste en su cara. Le dije a mi señora esposa -“Con seguridad ha perdido todo su dinero en el casino”. Normalmente no se le permite a la gente de Niza y Mónaco la entrada a la sala de juegos, solamente en caso que el Príncipe Alberto esté de cumpleaños. Mientras estábamos conversando sobre este tema entró una señora elegante, con una figura como la diosa Juno, con un pecho grande. Se sentó a la mesa de al lado y dijo al camarero -“tu as perdu tout ton argent, mais oui, tu es un imbécile, je t’ai dit de ne devais pas jouer” (has perdido todo tu dinero, pero sí, eres un imbécil, te dije que no debes jugar). “Si”, dijo él, “he perdido todo el salario de un año, a pesar de que mi padre me decía siempre que no jugara”. “Vaya, contestó ella. “No pongas una cara tan seria, te daré cuando tengas necesidad”. El Hotel París donde estuvimos hospedados era un hotel elegante. Incluso tenía un corredor subterráneo que conducía al casino para que los huéspedes, cuando había mal tiempo, no perdieran tiempo. El hotel tenía un reglamento: Se tenían que pagar las cuentas los miércoles y los sábados. Pero ¡Cuántos habrán perdido su dinero y tenían que irse sin pagar sus cuentas!

Se cuenta que el fundador del Casino de Monte Carlo, un tal Monsieur François Le Blanc, operador y empresario del casino, invitó muchas veces a los señores de la prensa a un banquete y escondía bajo los platos de los invitados un billete de alto valor a cada uno, y quien había recibido el billete de más alto valor, se lo metía en su bolsa sin decir ni una palabra. En una ocasión le tocó al redactor de Le Fígaro (periódico). Después de tomar el café daban un paseo por el jardín. En otra ocasión, cuando se encontraron en el jardín, el señor Le Blanc habló al redactor del periódico: “Señor, Ud. todavía guarda silencio, no dice nada”. Entonces el redactor se puso erguido delante del empresario y contestó: -“¿Cuánto cuesta mi silencio?” Mis estimados lectores entenderán lo que significaron estas palabras.

El carnaval de Niza es magnífico; hay tanta gente alegre, y ¡cuántas cosas inventan! Por ejemplo las carrozas adornadas. Se les dan premios hasta de 20,000 francos por ellas. En Niza deambulaban muchos señores cuya ropa gastada mostraba que eran pobres; oí que habían perdido todas sus fortunas en los juegos, y la sociedad les pagaba 5 francos diarios para su mantenimiento. Probablemente estos desgraciados tenían todavía amor por la vida y no querían suicidarse, como muchos otros lo hicieron, por ejemplo tirándose de una roca al mar o escogieron otra manera de quitarse la vida. La sociedad paga el viaje a otros que quieren regresar a su país.

En 1900 el Museo de Mónaco, cerca de Monte Carlo, todavía no estaba terminado. Ahora es un magnífico edificio y se llama “Mussée Océanographique”, y lo hemos visitado. La fachada es de mármol. Ahora el Príncipe lo ha regalado a Francia. Adentro hay cosas maravillosas, sacadas de la profundidad del mar: criaturas vivas y conchas, redes para la investigación oceanográfica que el Príncipe mismo inventó, etc. El Palacio de Mónaco está construido sobre una alta roca, por dentro está suntuosamente decorado. Desgraciadamente con las mujeres el Príncipe no tuvo suerte, dos veces se tuvo que divorciar. Los habitantes de Mónaco viven muy contentos ya que no pagan ningún impuesto al Estado, la sociedad del Casino paga todo.

Al final de 1901 viajamos al Harz donde visitamos a mi hermana. También mandé renovar el arrendamiento de la tumba de mi madre por otros 30 años. Mientras mi señora esposa se quedó con mi hermana yo me fui con intenciones de vender unas de mis propiedades y regresar después. Desafortunadamente no lo logré tan rápido, por lo tanto mi señora esposa me siguió en septiembre de 1902.

Quisiera contar, aunque un poco fuera del orden, que al principio del año 1897 se celebró una exposición en Guatemala en la cual participé. Otra vez mandé zarzaparrilla y recibí un diploma y una medalla de bronce. En 1896 se verificó una exposición industrial en Berlín; el gobierno de Honduras me nombró delegado y me entregaron más que 50 cajas de grandes y finos puros y dos veces 50 cajas del hermoso tabaco de hojas. En Honduras en el Departamento de Santa Bárbara se cultiva un tabaco muy bueno. Por el tabaco y los puros nunca recibí alguna recompensa, únicamente me mandaron mi diploma y otro para el gobierno. En el año 1904 se realizó una gran exposición en San Louis en el estado de Missouri. No participé pero fui a visitarla. Nuevamente se veían cosas extraordinarias. Por ejemplo, dos grandes piedras meteóricas de 4 metros de alto y 2 metros de ancho, y en la parte inferior median casi un metro de grueso. Arriba acababan en punta como una cuña, y eran negras como escoria; yo los toqué. Estas piedras cayeron de las estrellas a nuestra tierra, una cayó en Texas, la otra en California. ¡Qué fenómeno natural extraño! En estas piedras meteóricas se puede encontrar los más bellos diamantes; piedras como éstas son una cosa muy rara. ¿De dónde proceden esas piedras, cómo se forman? En el observatorio de Treptow en Berlín también me enseñaron piedras meteóricas, pero eran muy pequeñas, y el encargado se sorprendió cuando le conté que en la exposición de la ciudad de San Louis había visto piedras meteóricas tan grandes. Le pregunté si él me podría decir de dónde proceden las piedras, si podría saber su opinión. Él contestó que proceden de la luna, ya que es un astro muerto. Pero todo esto no es más que conjetura.

En esta exposición había principalmente demostraciones de la vida de las Filipinas. Los americanos las han comprado de los españoles como se sabe, por 20 millones de dólares, ya que ellos también querían estar en posesión de colonias (1898). Había varias tribus indígenas. Una de ellas era la tribu Igorottes, no vestían más que un taparrabo de cuatro pulgadas de ancho en torno al bajo vientre; ellos comen perros y están muy atrasados en su civilización. Había aldeas enteras, las casas estaban construidas sobre pilotes de bambú en el agua. Cada hombre tiene tres a cuatro mujeres, y me divertí observando el asombro de los yanquis cuando hablé español con las mujeres indígenas; siempre quisieron saber qué habíamos hablado. Las mujeres eran casi todas jovencitas y muy enamoradas. Conversé con ellas sobre el matrimonio y sobre la vida familiar, y desde luego nos reímos mucho, lo que no les gustó a las damas yanquis.

En esta exposición se podía admirar realmente cosas extraordinarias, por ejemplo en el pabellón de productos lácteos vi magníficos objetos formados de mantequilla amarilla como nunca los volveré a ver. Un jinete montado en su caballo representando al general Ulysses S. Grant, hecho enteramente de mantequilla, admirablemente esculpido; también una canoa con el padre católico Louis Hennepin con dos indios sentados en ella. Henepin era el primer hombre blanco quien puso pie en el territorio de Louisiana al principio del siglo 16, quien navegaba el Mississippi hacia arriba. Además había una vaca, de tamaño natural, con una muchacha debajo de ella ordeñándola. Había muchos medallones con cabezas modeladas de manera natural, también espléndidos ramos de flores, etc. Todas estas cosas estaban hechas de mantequilla. El estimado lector preguntará: ¿Cómo es posible que todo se mantiene tan firme y no se derrite? Simplemente porque abajo en el sótano habían grandes heladoras que conservaban todas estas obras de mantequilla en estado sólido.

En frente al Departamento de Agricultura había un gran “Floral Clock” (Reloj hecho con flores). Este reloj midió 100 pies de diámetro, las manecillas tenían 30 pies de largo, las cifras 15 pies cada una, en las manecillas se había sembrado flores, también en las cifras; por la noche todo estaba iluminado por 1,000 lámpara eléctricas.

No lejos del Departamento de Agricultura estaba un aparato extraño que un profesor había exhibido: un gran espejo compuesto de cientos de pequeños espejitos, 10 metros de alto, en la parte superior 6 metros y en la parte inferior 4 metros de ancho. Al pie de este espejo gigantesco estaba una pila de hierro con agua. Al agua cayeron los rayos del sol captados por el espejo y tan concentrados que causaban que el agua hirviese. El expositor quiso demostrar en práctica al espectador la fuerza de los rayos del sol; mencionó también que de esta manera se puede lograr que derritan metales.

También había una cría de avestruces de California con aproximadamente 20 animales. Es curiosos ver como esta gran ave tiene la cabeza tan pequeña. Una vez en Nueva York vi una avestruz halando una carreta de dos ruedas con una persona adentro. El animal podía correr más rápido que un caballo. Más adelante se prohibió este uso extraño del ave porque espantaba a los caballos.

Había otro objeto expuesto muy interesante: “The Baby Incubator” (la incubadora de recién nacidos). Con este aparato se quería mostrar cómo se puede mantener artificialmente en vida a recién nacidos de 4, 5, 6 a 9 meses de edad. Había también un mostrador de 4 metros de largo y encima de un tablero estaban aproximadamente una docena de microscopios y en cada microscopio se veía harina, sal, pimienta y muchas otras sustancias harinosas, iluminados por electricidad. El examinar estas sustancias a través de los microscopios se notaba millones de organismos vivientes, y ellos son nuestros amigos.

En el Departamento de Pesca se podía ver primero el huevo, luego el diminuto pececito, y crecidos en tamaño de tanque a tanque hasta legar al salmón desarrollado.

Me es imposible recordarme de todo, pero conservo catálogos e ilustraciones, también mis siete diplomas, 5 medallas, o sean dos grandes de plata de la exposición de París de 1900, dos de cobre de la exposición de Chicago de 1893, una de bronce de la exposición de Guatemala de 1898, además un diploma de la exposición de Berlín de 1884 junto con el primer premio y el nombramiento como miembro corresponsal. En 1896 el gobierno de Honduras me nombró delegado para la exposición de Tabaco e Industria en Berlín y para ésta mandé aproximadamente 50 cajitas de excelentes puros y dos veces 50 kilos de tabaco en hojas por lo cual recibí mi diploma. Todos estos diplomas son para los fardos de zarzaparrilla y para el café de mi plantación que había exhibido. Mis estimados lectores pueden ver estas medallas y los diplomas juntos con mis distintivos a cualquier momento, si nos encontrásemos en un futuro, como lo espero, en mi ciudad natal. Por cierto nací en Lautenthal, pero por una temporada atendí la escuela en Zellerfeld y en Zellerfeld fui confirmado. La gran ventana de colores que regalé a la iglesia de Zellerfeld en año 1904 lo confirma; esta ventana se encuentra a la izquierda del altar y lleva en la parte baja, a la derecha la inscripción: “Georg Friedrich Bähr, geboren in Lautenthal, den 24, September 1839, hier konfirmiert” (D.F.A. Bähr, nacido en Lautenthal, el 24 de sep. de 1839, confirmado aquí), y unos versículos de los salmos.

La ciudad de San Louis es casi una ciudad alemana porque tiene un teatro alemán y también tiene una de las mayores estaciones de ferrocarril del mundo. Los hombres de los restaurantes son casi todos nombres alemanes. En la exposición compré un pequeño jarrón de mármol con cuatro palomitas tomando agua.

De la exposición de Chicago recuerdo el Teatro Eléctrico en el Departamento de Electricidad, era muy bonito. La entrada era libre, por eso había largas filas de personas esperando sus turnos para entrar. Le di clandestinamente al guardia 50 centavos y él me llevó a un buen asiento. Lo que se veía era asombroso. Era un paisaje de Suiza durante el día; corrían coches, las personas caminaban, un pelotón de soldados marchaba sobre un puente; lentamente se puso oscuro, la noche caía y la luna salió; de repente aparecieron nubes oscuras en el cielo y la luna se ensombreció; había truenos y relámpagos pasando en zigzag. Un rayo cayó y se veía una casa en llamas, igual a la realidad. En las calles brillaban las linternas, las ventanas de las casas estaban iluminadas. También se veía como después de los relámpagos y truenos, llueve. Por fin desaparecieron las nubes, la una salió nuevamente; el día amaneció, las linternas se iban apagando, los coches empezaron a correr y toda la vida comenzó de nuevo. Yo estaba muy sorprendido con que fidelidad representaba la naturaleza esta obra de arte. Nadie la dirigía, así que funcionaba por sí misma. Se encontraron otras cosas dignas de admiración en esta exposición eléctrica. Una importante compañía exhibió enormes dinamos, y había diferentes pilares grandes que todo el día subían y bajaban continuamente; había balas luminosas en diferentes colores, etc.

Bueno, ahora he escrito algo sobre las exposiciones. Escrito esto con mucho esfuerzo aquí en Menton desde el principio del año 1913, porque tengo que abrir mis ojos, que tienen los nervios enfermos, con mi mano izquierda. Cada día escribo un poco, ahora estamos a mediados de abril. El próximo mes viajamos hacia el Harz en cuyos bellos bosques de abetos buscaré curación. De esta manera el destino benévolo me lleva de regreso a mi montaña del Harz y en medio de gente buena y sincera. Aquí es mi origen, aquí también quiero terminar mi vida. Soy un self made man (hombre que se hizo solo), un hombre que salió adelante por su propio esfuerzo y trabajo, hombre respetado y estimado en los Estados Unidos más que un conde o un barón, porque allá los llaman “That is a humbug” (son farsantes). En el año 1880 estuve con mi señora esposa en Nueva York en el hotel Washington, Broadway No. 1. Había un barón quien trabajaba de limpiabotas. El limpió también nuestros zapatos. El hombre tenía un aire aristocrático, y le pregunté “What is the matter with you?” (¿Qué le pasa?) Él contestó –“Ay, mi suerte me ha llevado hasta aquí donde tengo que limpiar botas”. (Bueno mi señor, si quiere comer tiene que trabajar) y él tranquilamente siguió limpiando. En San Louis, Missouri, estaba un conde de mesero, y así vi otros más. No queda otra cosa que: You have to work (hay que trabajar). A este punto quiero mencionar que estuvimos dos veces en la Torre Eiffel de París.

Ahora quiero describir la zarzaparrilla. Es una importante raíz medicinal, y Honduras produce la mejor calidad. Los campesinos se van con frecuencia a la montaña durante tres o cuatro días para buscar estas raíces, las cuales mandé en cientos de bultos a Nueva York, Hamburgo, Londres, Manchester, Liverpool y Le Havre, bajo mi marca registrada. Los buscadores de zarzaparrilla me trajeron a veces unas de las bellas aves de paraíso de la montaña alta. Todavía tengo un ejemplar en mi posesión que yo mismo disequé. Además he enviado mucho caucho, fardos de cueros de bueyes y cueros de venados e índigo. He trabajado como comerciante desde el año 1876 hasta el año 1911, o sea, 36 años.

Por medio del almacén de exportación de Stuttgart recibí muchas mercaderías de Alemania, por ejemplo entre otras cosas finos vestidos bordados de la casa Rudolf Herzog de Berlín, de Dresden y Viena llegaron elegantes zapatos para damas; de la casa Gustav Böhm en Offenbach vinieron excelentes perfumes; de la casa Pitzschler y Co. en Altenburg (Sajonia-Altenburg) importé muchos acordeones y otros instrumentos musicales; de Schiedmayer y Co. en Stuttgart recibí un muy hermoso piano negro con garantía de 10 años. De Charlotte Erasmi y Paul Petersen de Lübeck me mandaron finos productos cárnicos; de la casa Hermann Neus de Oberingelheim en el Rhin compré excelentes vinos, también otros de Bordeaux, etc. De Inglaterra (Manchester, Liverpool, etc.) recibí telas y tejidos.

También tenía muchos negocios en el interior del país para comprar productos para mi exportación; en estos sitios tenía solamente mujeres como dependientes porque son más responsables.

Yo tenía también otra casa con varias habitaciones para poder darles posada a los muleros que vinieron con sus bestias del interior. Con la ganancia de los productos que me vendieron compraban mercadería. Para las mulas tenía grandes potreros con divisiones con zacate dentro. También tenía una plantación de bananos que vendí más tarde. Así resultó ganancia para ambos participantes, y yo pagué todo en letras. Mi negocio era exportación e importación; ahora mi hijo Heinrich se está haciendo cargo de mi empresa.

Así pasó el tiempo, y con él nos envejecimos. En 1904 comenzó la afección nerviosa de mis ojos, y en 1907 viajé con mi señora esposa a Nueva Orleans en busca de curación. Consulté a varios médicos pero no hallé cura, tampoco en Honduras. En 1910 mi señora esposa se puso enfermiza. Sufría de dolores de estómago, como una clase de dispepsia, al empeorarse vendí al principio de 1911 unas propiedades y viajamos a Europa, primero a París donde nos quedamos unos meses. En el gran hospital “La Salpêtrière” no hallé curación a pesar de que los señores profesores hicieron todo lo posible, me inyectaron cocaína en la mejilla derecha para desvitalizar los nervios, etc. pero resultó peor. Desde París fuimos a Berlín, donde tenemos un hijo casado; pero Chalottenburg, donde vivíamos, es una ciudad fría y húmeda, sobre todo en invierno. Nos parecía terrible, sobre todo después de haber vivido largos años en los trópicos. Por eso viajamos al principio de septiembre de 1912 a Menton en la frontera entre Italia y Francia. El 8 de mayo de 1913 hice con mi señora esposa un viaje a San Remo en Italia, una región bella. Un día a las 11 de la mañana pasamos con el coche de caballos la Villa Federico Guglielmo (o Villa Zirio). Le pedí al cochero que parara, y él nos explicó que aquí había vivido el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico III. En el muro del parque hay una gran placa conmemorativa de bronce con el retrato fiel del emperador, flanqueado de una corona de hojas de encina, con la cruz de hierro debajo. Encima del retrato luce la corona imperial con dos cañones cruzados, y por debajo estaba escrito en letras realzadas “Friedrich III Deutscher Kaiser” (Federico III, Emperador Alemán).

Me paré en el coche y apunté las palabras de la dedicación:

Caminante, que vienes de Alemania, detén tus pasos.

Aquí está el lugar donde tu emperador Federico vivió y sufrió.

¿Oyes como ola tras ola clamando corre hacia la ribera?

Es el alma ansiosa de Alemania que lo recuerda.

Dedicado por la Asociación de Veteranos 1898

He enviado varias postales con este retrato a mis amigos en mi patria. Sí, tengo que confesar que el corazón se le pone melancólico aquí en Italia al ver este lugar, donde este noble soberano vivió y sufrió.

No quiero pasar por alto que en Italia hay un vino blanco excelente, producido y consumido aquí, se llama Asti Bianchi Spumanti. Al principio de mayo tuvimos la rara suerte de poder escuchar un concierto del famoso virtuoso del violín, Jean Kubelik, en el Casino de Monte Carlo, un gran artista con una memoria fenomenal.

El 25 de mayo de 1913 regresamos. Dentro de poco nos vamos nuevamente a mi montaña del Harz, y tal vez nos quedamos allá para siempre. Mi buena suerte me llevó allá por una temporada, a Zellerfeld, donde pude renovar el arrendamiento de la tumba de mi madre queridísima por otros 30 años, de manera que cuando sea llamado al más allá pueda descansar en la tumba de mi madre difunta, y mi señora esposa, la fiel y abnegada alma, descansará a mi lado.

Mis estimados lectores y lectoras quienes por cierto tendrán gran interés en leer estas memorias, pueden aprender como el pobre hijo de mineros salió adelante. Y se asombrarán cómo es posible que después de pasar por tantas vicisitudes todavía está vivo. Pero mientras el hombre se porta sincera y honestamente combinando estas cualidades con un carácter firme, entonces se superará las adversidades de la vida y recibe la bendición del cielo por último.

Como ya mencioné he leído los libros sagrados del gran sabio chino Confucio, fundador de la religión china, también leí sobre Brama y Buda en los libros de la religión hindú, y el Corán, libro de la religión mahometana (Islam). Esta religión fue creada por Mahomet (Mahoma) 300 años después de Cristo. Estos libros estaban traducidos al inglés, idioma que yo domino. Recibí estos libros de Steeger y Co. en Nueva York, quienes tienen posiblemente la librería más grande del mundo. Además leí mucho sobre la secta mormón, llevada al Estado de Utah por Brigham Young, sucesor de Joseph Smith -Utah es hoy uno de los estados más ricos en América-. Habiendo leído estos libros, involuntariamente uno se pregunta: ¿cuál de tantas religiones es entonces la mejor y la más correcta? Entonces me recuerdo del judío ruso en Menton que me dijo: “Bienaventurados son aquellos que creen sin ver”.

Escrito en Menton (Francia) al lado del Mar Mediterráneo entre Marseille y Génova, febrero y abril de 1913.

Ahora estamos en Zellerfeld desde hace tres meses, y habiéndose mejorado la salud mi señora esposa en el aire puro de esta región con paseos saludables entre los bellos abetales, hemos decidido permanecer aquí para siempre, porque nos gusta mucho. Cuando nos llegue nuestra hora, podremos descansar el último sueño aquí en el cementerio local. Compartiremos la tumba de mi difunta madre. Tengo la intención de comprar estas tumbas para 1,000 años y depositar la suma correspondiente a la tarifa para el mantenimiento en la caja de la iglesia. Las tumbas serán mamposteadas y llevarán dos grandes lápidas de granito negro, de forma ovalada en la parte superior, con las inscripciones:

 Aquí yace en paz en la tumba de su queridísima madre el hombre que ha viajado mucho:

Georg Friedrich Adolf Bähr nacido en Lautenthal el 24 de septiembre de 1839 fallecido el____ eternamente aquí sepultado.

Aquí yace en paz su esposa Anna Julia Bähr Nacida en Durand, París el 31 de enero de 1849 fallecida el____ eternamente aquí sepultada.

No quiero pasar por alto que el sepulturero encontró en la tumba de mi madre los tres peniques que se le habían puesto en sus manos en el día de su entierro. Naturalmente son sagrados para mí y quiero que me los den en mi última hora. También di orden de recoger y guardar con cuidado los restos mortales de mi querida madre, en caso de que después de 36 años quedase algo. Empaqué lo que se halló, la calavera y otra osamenta, envuelto en papel, en una caja, y pronuncié estas palabras: “Bueno, querida madre, nos volveremos a unir. La caja mandé enterrar en la cabecera de mi tumba. Encima se echa concreto, piedras de mampostería y su lápida sepulcral, una gran plancha de pizarra, y encima de ésta estará mi ataúd. Seguido se abovedará la tumba, se rellenará con cascajo y encima de todo esto se colocará las lápidas de granito negro de Suecia que son ligeramente encorvadas, cada una pesa 28 quintales. Las dos lápidas, una al lado de la otra, dan la impresión de un libro abierto lo cual aquí en Harz será una rareza. Ahora estoy alegre y contento porque he arreglado todo, y aguardo mi última hora teniendo confianza en Dios.

Finalmente quiero contar que fui admitido el 1ro de agosto de 1913 en la Asociación de Veteranos “Kaiser Wilhelm der Grosse”, ya que todavía estoy en posesión de mis pases vacacionales y viajes del Batallón de los Cazadores de Goslar.

El 13 de octubre a las 8 de la noche vino un comité de la junta directiva del club deportivo “Jahn” a mi casa, y me trajeron un cuadro con mi nombre escrito en grandes y bellas letras con mi nombramiento de miembro de honor. Yo dije -“Mis señores, ¡qué gran honor!” El presidente me contestó -No, señor Bähr, es un honor para nosotros tener a un hombre como Ud. en nuestro medio”.

Zellerfeld, a finales de octubre de 1913.

Georg Bähr.

 

 

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1. Posiblemente un error de la imprenta, serán alrededor de 38 grados C.

2. Se debe tratar del embajador de Nicaragua.

 


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