Cosas del español (52): RAREZAS
Un enunciado aparentemente anodino como se le llaman -propio del español europeo- constituye una verdadera rareza en la sintaxis de nuestra lengua.
Este uso del verbo llamar con el significado de ´aplicar a alguien una denominación o calificativo´ se construía en latín con doble acusativo (el caso que se corresponde con el complemento directo). Desde los orígenes del castellano, existió vacilación entre los pronombres le (el propio del objeto indirecto) y lo, la (los propios del objeto directo) para sustituir el complemento de persona: A menudo [a Manuel y Carlos] los/les llaman infantiles. La vacilación persiste en la actualidad, pero, dado que se trata de un complemento directo (como demuestra el hecho de que pasa a ser sujeto en la construcción pasiva: A menudo Manuel y Carlos son llamados infantiles), se recomienda el uso de los pronombres correspondientes (lo, la, los, las).
El asunto se complica cuando se emplea también un pronombre para sustituir al otro complemento, el predicativo (infantiles en el ejemplo): A menudo se lo llaman. Esa secuencia de pronombres, se lo, debería corresponder a un complemento indirecto (se) y un complemento directo (lo), ya que, cuando ambos coinciden, los pronombres átonos de tercera persona que se usan para el complemento indirecto (le, les) se convierten en se: Dio un abrazo a Ana > Le dio un abrazo a Ana > Se lo dio. En este caso, como se ha visto, no existe complemento indirecto.
El lo de Se lo llaman no se corresponde con el complemento directo (que debería ser la forma masculina plural los), sino que es un pronombre neutro que hace las veces de predicativo (equivale a infantiles). Se trata de una anomalía que comparte con el verbo decir: Le dijo sinvergüenza a Juan > Se lo dijo. Nos preguntamos: si no es el complemento directo, ¿qué palabra cumple esta función? La respuesta no ofrece dudas: se trata del pronombre se, caso único en la lengua española.
(Fuente: Nunca lo hubiera dicho, Taurus, Madrid, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, págs. 135 y 136).
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