Contracorriente: DESINTERÉS, POBREZA Y ATRASO
Juan Ramón Martínez
Nadie ha comentado que Honduras es con Haití, la nación más pobre y más desigual del continente. Aunque obligados a preocuparnos y reaccionar, nadie ha levantado una ceja siquiera cuando dicen, simultáneamente, que tenemos la Policía “más corrupta del mundo”. Las élites que dirigen el país y tienen control sobre la población y el aparato público, carecen de capacidad para observar, analizar y reaccionar ante varios problemas simultáneamente. Cosa que no sorprende porque la pobreza es provocada fundamentalmente por la calidad de unas élites poco nacionalistas y patrióticas. Las que tenemos estan orgullosas de su propia ignorancia.
Hace algunos años un sociólogo, el jesuita Vekcman que trabajaba para DESAL de Chile, en una conferencia ofrecida en Tegucigalpa, dijo que le llamaba la atención que los dos países de piel más oscura: Haití y Honduras, eran los más pobres. En aquel entonces, todavía se creía que la raza tenía que ver con el desarrollo y que, a más pigmentación, más pobreza y sufrimiento. Los mejores ejemplos continentales, eran los países africanos; y entre los de tez amarilla, China, India y Vietnam.
Ahora ese enfoque está deslegitimado. Hay países que lo niegan: China, India, Vietnam, Corea del Sur, España, Italia y Sudáfrica. Por lo que la explicación es otra y variada: desde la falta de institucionalidad, respeto a la ley, la inexistencia de elites imaginativas que intervengan en las actividades productivas, reducidas innovaciones universitarias, educación pública deficiente, las migraciones debilitantes; e incluso, las ideas religiosas que otra vez, aportan escalas de valores apuntados hacia la resignación a la pobreza; o niegan la pertinencia de la búsqueda de la prosperidad. Por supuesto, el éxito de China ha obligado a revalorizar el papel de los gobiernos, el control de los mercados y las relaciones entre poblaciones rurales y urbanas. Abandonando la discusión capitalismo versus anti capitalismo.
En 1972, Honduras – y otros cinco países – llamaron la atención de los organismos internacionales. Estaba de moda la planificación estatal y las visiones de largo plazo. López Arellano y los asesores extranjeros determinaron por primera vez una ruta más allá de los plazos relacionados con la operación de los gobiernos. Desafortunadamente, mientras Chile satisfizo las expectativas, Honduras se quedó atrás. Lo más patético es que entonces, el PIB de Corea del Sur era inferior al de Honduras; y esta nación ahora es una de las más pujantes de la cuenca norte del Pacifico. Mientras Honduras con dificultad apenas ha triplicado su PIB en cincuenta años
Esto no es fruto de ningún accidente, sino que del descuido de las variables del desarrollo. Honduras no ha cuidado la fortaleza de sus instituciones. Las reformas, apenas se movieron en dos direcciones: una, hacia el ajuste de la mano de obra a los mercados internacionales; y la representación de la sociedad, con la creación de la fiscalía general, para controlar el desbocado crecimiento del gobierno. De las dos medidas, la primera no avanzó, porque el país sigue poniendo su mano de obra en telas, sin avanzar hacia la producción tecnológica. La segunda, el crecimiento del gobierno ha anulado a la Fiscalía, con lo que el gasto público entonces se ha convertido en el factor acelerador de la pobreza. No es irrelevante reconocer que por cada 100 lempiras que producen los hondureños, más del 85% se gasta en mantener una burocracia parasitaria que, además, obstaculiza y frena la iniciativa y la actividad de los particulares.
El crecimiento del sector informal – que opera evitando las trabas burocráticas – es algo que llama la atención y confirma el auge de las ciudades y la lentitud en la capacidad nacional para duplicar el producto interno bruto. Con lo que se confirma que en el gobierno – por el que disputan las elites con fiero interés “democrático” – está el factor que profundiza la pobreza y la parálisis del país.
El gobierno no solo es indolente, parasitario y caótico, sino que es productor de inseguridad, lo que desanima la innovación, la creatividad y la inversión. Mediante un sistema de educación indolente que fomenta la desigualdad, produce elites incompetentes en el manejo de la lectura, la solución de problemas matemáticos, el manejo de la tecnología y la ignorancia de la filosofía y la historia. Lo que hace que entre más se aumenta la población alfabetizada, más atraso produce al país. La predicción de Harari que Honduras desaparecerá el 2050, parece que se está cumpliendo. Y a nadie le importa.
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