Contracorriente: OLANCHITO, SIEMPRE DEMASIADO LEJOS
Juan Ramón Martínez
Anteayer regresé de Olanchito. Siempre la
nostalgia me hace guiños agridulces. Allí me forje, construí mis primeros
sueños, hilvane los amores iniciales; y desarrolle los compromisos que han
marcado mi vida. Siguen allí muchos amigos, viejos y nuevos; y están parte de
mis familiares, renovados con sobrinos que se extienden generosamente. Por lo
que llegar me impresiona más que cuando entro a Washington, Madrid o Roma. La
excepción es Barcelona, en donde viven mis hijas que se ha convertido en la
ciudad que, junto con Tegucigalpa, hacen el triángulo equilátero construido por
los afectos iniciales, los muertos enterrados; y los nietos floreciendo frente
a la existencia retadora.
Fui para atender el honor que al homenajear mi
carrera como escritor y divulgador cultural dentro de la Semana Cívica, me
hicieran en el XXII Encuentro Nacional de Poetas que anualmente se organiza en
Olanchito. Conocí a las nuevas generaciones, escuché a los niños, hablar y
declamar; y pude en conversaciones con las autoridades imaginar el futuro de la
ciudad. Además, con los antiguos compañeros y ex alumnos, intercambiamos
recuerdos y pusimos a prueba nuestras memorias indomables. Me atendieron con la
generosidad con la que mis paisanos, atrapan y envuelven a quienes visitan la
ciudad. El abrazo generoso, la fotografía inevitable y la comida abundante y
lujuriosa, en donde los buenos gustos se rinden ante los platos de nuestra
gastronomía local.
Con el Alcalde Juan Carlos Molina, hablamos del
futuro del centro de la ciudad, que se ha desplazado sobre el eje de la
carretera hacia Tocoa y Yoro; y de la construcción del segundo piso del Cabildo
Municipal, levantado por nuestro bisabuelo Juan Colindres; de un proyecto que
hablamos con Elvin Santos Lozano de cerrar la plaza con edificios de dos
plantas para unir a las dos obras emblemáticas: la Iglesia y el Cabildo y en el
centro el parque Morazán, para recordar la Plaza Mayor de Madrid. Con los poetas,
los vecinos y maestros, compartí el temor a que la ciudad pierda el control de
sus espacios y avance hacia el caos como ha ocurrido con Siguatepeque, La Ceiba
y SPS.
Con Jardel Quesada, Arturo Morales, Hernán
Posas, Luz Castro Morales y Chabelita Quezada hablamos de las dificultades para
llegar a Olanchito porque hay hacer ilógicos rodeos, y nunca se ha podido
terminar la Carretera Central, que pondría a Olanchito más cerca de todo.
Insistí que frente al mal estado de las carreteras de Ceiba a Saba y de Tocoa a
Olanchito que mis compatriotas norteños no protesten. Y que incluso, los que
dominan el gobierno ahora, no se preocupan que allí está – en Tocoa – la
capital política en donde “El Comandante”, encontró siempre el cariño y el
afecto de los liberales que ahora, suicidas, le siguen hacia el norte,
“gigantesco y rencoroso”.
Las carreteras de Honduras son un laberinto
inexplicable. Proyectadas con mágica perversidad. Los ingenieros no nos han
dicho a quién han obedecido: al diablo o a los burros, que cuentan eran los que
en su seguro andar trazaron las rutas iniciales, trepando por las montañas y
creando espacios de peligro que no resisten los largos inviernos y los veranos
irrespetuosos. Para ir de Tegucigalpa a Olanchito, hay que pasar por SPS,
Progreso, Tela y La Ceiba. O por Olancho, desvío de Limones, Salamá y Mame, haciendo
otro rodeo, muy amenazado en estos inviernos recurrentes de la costa caribe.
La Carretera Central – que se debió construir
primero – y que se inicia en Tegucigalpa, Talanga, Cedros,
Sulaco, Victoria, Yorito, Yoro, Jocón, Arenal, Olanchito, nunca se concluye.
Vamos de administración en administración; y nada. Un día un ministro hace una
cosa que el otro no termina; o maliciosamente la descuida porque no le
beneficia. Al estar terminada, permitiría llegar a Olanchito en cuatro horas,
en vez de las 9 siguiendo Juticalpa, San Esteban, Bonito Oriental, Tocoa y
Saba.
Aquí están las más abandonadas carreteras de
Honduras: Ceiba—Saba y Corocito—Olanchito. Incluso las dañadas aproximaciones
de los puentes, afectadas en el 2020 siguen intactas, poniendo a prueba a los
tecnólogos y sus equipos, en cada bache; trampa mortal y “negocio” de inocentes
que, con pala, llenan de tierra, pidiendo dinero.
Cuando Azcona pavimentó La Ceiba--Olanchito, me
llamó para darme la noticia. A Mel no le interesa mejorar nada. Prefiere las
dificultades para conseguir “las mitades” que su hermano cobra filialmente. Uno
nunca sabe. Especialmente cuando las cosas están demasiado lejos: y se ven
desde Olanchito.
Si usted, -que seguramente viajo en una Prado o yo qué se que carrazo- sintió ese viaje al grado de merecer un artículo, imagine a uno que lo hace sobre las ruedas de la muerte que son los transportes públicos
ResponderBorrarTerrible suerte la de nosotros los hondureños. El tripartidismo, su incompetencia, corrupción y ausencia de un Norte nos tienen jodidos. Dios nos ampare.
ResponderBorrarDesde Olanchito.
Felicidades por el reconocimiento a su trayectoria que le ofrecieron en Olanchito.Escuché sus declaraciones, pero creo que que Dios nos dará la satisfacción de darle muchos años más de vida, para beneficio de Honduras.
ResponderBorrarHonor a quien honor merece respetado Escritor, Columnista Don Juan Ramón Martínez Dios le siga bendiciendo y pido por esas nuevas generaciones de juveniles escritores de Olanchito y sus alrededores, su apoyo es muy importante, es Ud. uno de los grandes de la Ciudad Cívica por Exelencia! 🙏🤲🙌
ResponderBorrar