Hace 50 años: “LO HORCONES”, LEPAGUARE. HISTORIA DE UNA MATANZA
Anales Históricos
---
Juan Ramón Martínez
PARTE XIV
Familia de campesinos del sur, trasladados al Bajo Aguán
40. Señales
de dificultades económicas.
La empresa privada, empezó a mostrar antes que
terminara septiembre señales que las cosas no iban bien en el frente económico.
La primera manifestación que algo no andaba bien, fue que en un periódico se
anunciara que el Gobierno, Droguerías y Farmacias habían comenzado pláticas
para controlar el precio de las medicinas. Y es que mientras el gobierno en una
acción populista trataba de abaratar el precio y llevarse el crédito por ello,
los dueños de droguerías y farmacias, temían que se afectara sus márgenes de
ganancia. “En esta etapa de negociación – dijo Wilfredo Herrera, Director de
Comercio Interior – hubo compromiso de parte de los
representantes de dichas casas comerciales de elaborar un documento que
contenga opiniones concretas para ser conocido en la siguiente reunión. Desean
emitir una resolución que no afecte a ningún sector y que beneficie al
consumidor” sentenció. “En una nueva cita, estarán presentes también los
organismos del sector público que en una u otra forma participen en la
producción de la medicina. Comprendemos los grandes esfuerzos que hacen las
casas comerciales en cuanto a inversión e investigación y por ello queremos
escucharles con la atención del caso”. (La Prensa 26 de septiembre de 1975,
Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
El gobierno quería sin duda
evitar una subida de precios; pero los costos se habían incrementado y ello
afectaba al final al gobierno que temía que el frente popular que sentía que le
respaldaba, se erosionara por una brusca subida de los precios. Por otro lado,
el gobierno de Melgar Castro sabía que necesitaba inyectar dinero a la economía
nacional. Era un secreto a voces que el déficit fiscal era desmesuradamente
grande. El 20 de septiembre salió para Canadá una misión de representantes de
entidades autónomas y de dos secretarías de Estado, en procura de apoyo
financiero. En el país del norte, buscaban reunirse con las autoridades del
gobierno de Canadá interesado en el desarrollo de la región y que miembros
suyos habían efectuado una misión de reconocimiento en Honduras, la que
había permanecido en el país durante los años 1972 y 74.
“El grupo de trabajo canadiense
estudio aquí algunos proyectos a ejecutarse con financiamiento y asistencia
técnica canadiense, entre ellos el vinculado a la creación de centros
destinados al servicio de granos básicos a dimensión rural y de la producción y
la comercialización de la pimienta”. Canadá había ofrecido "asistencia
para el estudio de la producción de frutas y legumbres, proyecto de información
agrícola y sobre el inventario de maderas duras en los departamentos de Olancho
y Gracias a Dios. El ministerio de Recursos Naturales estaba representado por
Efraín Díaz Arrivillaga, vice ministro de ese ramo, quien lleva en cartera tres
proyectos para exponerlos en Otawa y que se relacionan con pesca artesanal,
mejoramiento de la Dirección de Minas e Hidrocarburos, la aplicación del Plan
de Pequeños Riegos y la asistencia técnica que puede brindar el gobierno de
Canadá”. (La Prensa, 22 de septiembre de 1975, Colección Hondureña,
Biblioteca central UNAH).
La delegación además estaba integrada por
Arturo Corleto del Consejo Superior de Planificación Económica, Ricardo Reyes
Cerrato de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal, Julio Barahona,
Gerente de Industria de COHDEFOR, Alonso Bonilla del BANAFON y Mario Membreño,
de Planificación Económica. El gobierno militar, por una parte, necesitaba
dinero para financiar las reformas que eran la base que legitimaba su control
sobre el poder público y, además, tenía que cerrar la brecha deficitaria que se
había evidenciado durante la elaboración del presupuesto nacional para el año
1976. Y por la otra, frenar lo que ya era una leve tendencia, pero preocupante
de alza de precios. El diario La Prensa el 20 de diciembre había anunciado que
Comercio Interior buscaba frenar un probable incremento del precio de la azúcar
morena, que sin duda tendría influencia en los precios finales de las bebidas y
otros productos en donde era componente principal tal producto.
Pero la indicación de mayor preocupación, fue
que el 13 de septiembre anterior, Porfirio Zavala, Ministro de Hacienda había
señalado que los organismos internacionales de financiamiento le habían
sugerido al gobierno un mayor esfuerzo interno para complementar los recursos
externos, por lo que dijo, creía era necesario llevar a cabo una Reforma
Tributaria. Precisando, declaró que “La Reforma tributaria viene, pues los
organismos internacionales crediticios nos han pedido que hagamos un esfuerzo
intenso para complementar los recursos externos que obtenemos. En este momento,
agregó, no puedo pronunciarme sobre qué tipo de impuestos vamos a decretar,
pero sí puedo decirle que serán cargas tributarias de muy difícil relación al
consumidor. Estaría dirigido más que todo a gravar a aquellas personas que
pueden pagarlos y que es necesario que lo hagan para poder desarrollar este
país que es de todos”. Aclaró además que no eran presiones, “sino medidas
insoslayables para llevar a cabo los planes de desarrollo que está ejecutando
el gobierno con la mayor buena voluntad y el mejor deseo porque se haga
rápidamente”. Estimo que con la reforma tributaria que quiere el gobierno, se
espera recibir un ingreso extraordinario de aproximadamente 20 millones de
lempiras”.
En respuesta a la pregunta del periodista sobre
la resistencia del pueblo que estaba soportando las consecuencias de la
inflación, la recesión y los salarios estáticos, respondió: “Usted sabe que hay
más tendencia y un margen de inflación, y que para hacer lo mismo que se hace
en un año hay que pesar los ingresos y lógicamente todo presupuesto tiene que
aumentar para responder a los precios constantes. Las Secretarías de Estado
están presentando sus proyectos de presupuesto para confeccionar los egresos e
ingresos de la nación a más tardar en octubre de 1975. Ignoro a cuánto
ascenderá el presupuesto para el próximo año; no hemos hecho la consolidación
correspondiente, pero si sufrirá un aumento. Estamos buscándole una solución a
todo el problema que implica ese aumento y tengan la seguridad plena que
nosotros vamos a los cuernos. Habrá aumentos para los empleados públicos porque
son los peor pagados; no sé cómo será el escalonamiento de dichos aumentos,
pero debo decirle que si queremos empleados eficientes debemos estimularlos” (Andrés
Torres hijo, La Prensa 13 de septiembre de 1975, Colección Hondureña,
Biblioteca Central, UNAH).
Es evidente que, ni el periodista ni el
ministro tenían muy clara cuál era la situación. No indicó el ministro cuál era
el déficit fiscal, la meta de su reducción para el ejercicio siguiente; y solo
marginalmente al final, anticipó detalles mínimos sobre el comportamiento del
mercado internacional. Refirió que anticipaba un aumento de los precios del
petróleo que desde 1973 había experimentado una subida extraordinaria; ni
tampoco dio indicios Porfirio Zavala sobre cuáles eran las expectativas de los
precios de los productos exportables de Honduras. Mostró que no sabía que el
precio internacional del banano había caído; ni indico si el de la madera se
había modificado y en qué dirección. Tampoco mostró interés en compartir
opiniones con el público sobre los precios generales de las importaciones para
indicar las tendencias de las balanzas comerciales con los países con los que
Honduras tenía relaciones.
41. La
realidad de la situación hondureña en 1975.
Era obvio que para 1975, la tasa de crecimiento se había reducido y que el país había entrado en un periodo de estancamiento y declinación de su capacidad productiva. Un análisis histórico del comportamiento de la economía hondureña, así lo demuestra. Entre 1960 y 1963 el crecimiento del sector agropecuario fue negativo. Entre 1964 y 1968 creció desde un 5 hasta un 10 y luego en 1969 se produjo una caída del --18%, conservando una productividad del 3%. Desde 1970 ha bajado hasta un 2.8% en 1974. La industria minera y la construcción tuvieron el siguiente comportamiento: entre 1960 y 1969, exhiben tasas de crecimiento desde el 5% hasta el 20 %. En cambio, la rama de la construcción tuvo en 1970 una tasa negativa de –3.9%, recuperándose hasta 1974, en que subió hasta un sorprendente 16.3%.
En cuanto al sector servicios, las cifras
disponibles son las siguientes: Electricidad, agua, sanidad y transporte
muestran un crecimiento de un 4% en 1960 y un 17% en 1970, con un crecimiento
negativo en 1971 de –8%, volviendo a recuperarse, mostrando en 1974 un exiguo
crecimiento del 1.3%. Los servicios de banca, seguros y administración pública
tuvieron un crecimiento del 7.5% pero en el 1971 la tasa bajó al 3% y continúa
cayendo hasta 19 74 en que el crecimiento apenas fue del 0.3%.
“Entre 1970—71 comenzó el declive peligroso se
las actividades de la economía nacional coincidiendo con la aparición de
fenómenos negativos de índole natural, político, internacional, institucional y
social, los cuales siguen golpeando al país en 1975; y, cuya gravedad – desde
su aparición – ha demandado la ejecución de medidas patrióticas y de gran
ingenio gubernamental y las cuales, por el momento, no se ven por ninguna
parte. En los últimos dos años la estabilidad del lempira se sostiene a puros
créditos contingenciales, la inversión pública se hace con préstamos y ayudas,
la huida del capital hondureño ha roto todos los récords anteriores, la
inflación es desmedida, el desequilibrio de la balanza de pagos se ha
cuadruplicado y el desempleo sigue empobreciendo a miles de familias hondureñas
y el hambre asoma sus garras por todas partes” (Práxedes Martínez, Salvemos
a Honduras de la Crisis Actual, La Prensa, 20 de septiembre de 1975, Colección
Hondureña, Biblioteca central, UNAH).
42. La nacionalización de la banca, los controles a las farmacias y otros rumores.
Guillermo
Bueso, Presidente del Banco Central de Honduras
La crisis que vivía el país, se sentía en el
interior de todos los hogares hondureños. Algunos sectores veían natural el
deterioro de los índices referidos al bienestar de la ciudadanía. Otros
apostaban a las reformas, especialmente a la agraria, porque creían que
reformando el sector agropecuario – el más importante e influyente porque daba
empleo a más hondureños y era el mayor contribuyente del PIB – inmediatamente
se reducirían los indicadores negativos de la realidad que se vivía. No
faltaban tampoco los que, una vez que se derogaron las concesiones bananeras,
creyeron que había que nacionalizar a la banca nacional. El rumor creció como
la pólvora. El presidente del Banco Central, Guillermo Bueso, le salió al paso
al rumor, negando la supuesta nacionalización bancaria y además, sosteniendo
que la medida era inconveniente, porque no resolvería las dificultades sino que
más bien las complicaría mucho más. En declaraciones a Andrés Torres de La
Prensa, Guillermo Bueso le dijo que “No hay nada de eso. Definitivamente estoy
en contra, porque estoy convencido que eso no funcionaría en nuestro país. Los
ejemplos huelgan; cierto país centroamericano probó el sistema y no ha obtenido
resultados positivos. En Honduras mantenemos buenas relaciones entre el sector público
y el sector privado, hablando en materia bancaria y no veo la necesidad de
adoptar una posición que en vez de beneficiar puede perjudicar el desarrollo de
este país”.
Sobre la versión referida a la nacionalización de las farmacias, agregó Guillermo Bueso que “El Ministerio (de Salud) tiene previsto ampliar el laboratorio farmacéutico del Patronato Nacional de la Infancia para aumentar la producción de medicamentos a fin de dotar a todos los establecimientos del país, y de proveer a las farmacias y droguerías algunos fármacos para que se vendan a bajo costo al consumidor. Nunca hemos pensado en nacionalizar farmacias”.
Porfirio
Zavala, Ministro de Hacienda
43. El déficit económico hondureño, de gran complejidad.
Jorge González del Valle, Secretario Ejecutivo del Consejo Monetario Centroamericano (CMC)
El Secretario Ejecutivo del Consejo Monetario
Centroamericano, Jorge Gonzales del Valle calificó de preocupante la situación
económica de Honduras. “Refiriéndose a la situación de Honduras, cuya economía
se ha visto debilitada ostensiblemente por la caída de las exportaciones en sus
más importantes rubros, dijo que: Todos estamos compenetrados de las
situaciones que se han presentado en determinados rubros de exportación, por
ejemplo, de la madera; no es un problema de producción, es un problema de mercadeo”.
Y ante la pregunta del periodista sobre si
COHDEFOR había fracasado en la operación del mercadeo de la madera respondió:
“No, de ninguna manera, son dos cosas muy diferentes, el verdadero problema no
está en cultivar bananos o en cortar trozas, sino en venderlo, eso es lo que he
querido indicar”. Ampliando detalles sobre las fluctuaciones que se presentan
en las operaciones económicas de estos países, el Secretario Ejecutivo de CMCA
explicó que pese a las dificultades que durante los últimos tiempos se han presentado
en algunos renglones, algunos de ellos presentan inesperadamente perspectivas
halagüeñas, que satisfacen a estas naciones a costa de golpes que pudiera
percibir otro país. El desastre de un país, que es una cosa que hay que
lamentar –ejemplificó—es hasta cierto punto un alivio para otro; tal es el caso
del problema que ocasionó la helada en el café de Brasil, lo cual ha permitido
justamente que la oferta de café disminuya, favoreciendo con ello a países como
El Salvador, Costa Rica, Guatemala, y Honduras, que van a tener relativas
ganancias por el incremento de los costos de venta del producto. Sin embargo –
explicó con perplejidad – he visto por ejemplo que las
ganancias de Honduras, siempre son pequeñas, posiblemente lleguen a los 20
millones de lempiras, en relación a los déficits enormes que ya han venido
acumulándose… Una de las informaciones que acabamos de ver del Banco Central de
Honduras, es que, en los primeros cinco meses de 1975, según afirma el
presidente de la institución, el país ha llegado a tener un déficit de 110
millones de lempiras; de manera que el problema es complejo en su magnitud
y en calidad” (Juan Sierra Fonseca, La Prensa, 10 de septiembre de 1975,
Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
Desafortunadamente, Melgar Castro y José Jorge
Solórzano, que era el hombre de la Inteligencia Militar, no entendían que las
dificultades del país no estaban en la movilización campesina; ni en la prédica
de la Iglesia Católica, favoreciendo el ingreso de los campesinos a los
beneficios de la tierra, sino que la operación general del sistema que no
animaba a las fuerzas económicas para generar riqueza; ni tenían ideas claras
de cómo distribuirlas, para elevar el nivel de vida de la población. Tampoco sabían
que la destrucción de la operación bananera, la nacionalización de los bosques
y la intervención del gobierno en la actividad económica de los particulares,
era un error. Y que, en vez de iniciar la recuperación del país, estaban
acelerando su velocidad de precipitación hacia el precipicio. Y que, más bien,
en el caso particular de la institución castrense que se creía superior, había
empezado su cuenta atrás; porque la crisis centroamericana les obligaría a
devolverle, en contra de su voluntad, el poder a los civiles. Y que todo había
empezado sin que se dieran cuenta, en un pozo de malacate en una pérdida finca
ganadera del valle de Lepaguare, Olancho. Chinchilla, Plata y Mel Zelaya,
seguían en la PC, en donde, dos presos habían huido, sin que en ningún momento
los implicados en la matanza de Olancho, los siguieran.
44. La nueva política bananera, un error político e inicio de la mediocridad en la toma de decisiones.
Punto de
embarque de banano
El 15 de septiembre de 1975, entró en vigencia
el decreto 253, en virtud del cual se declararon caducadas las concesiones a
las bananeras y se inauguraba un nuevo régimen tributario con el que se
pretendía aumentar los recursos públicos y, desde allí favorecer el desarrollo
del país por medio del mejoramiento de las condiciones de vida de los
hondureños más afectados por la pobreza. Era, en realidad, la más elevada
supresión de los incentivos a los inversionistas extranjeros Había singular
entusiasmo en los gobernantes sobre los resultados que tendría al país lo que
algunos llamaron, “nueva política bananera”. Otros discretamente sonrieron;
pero sin soltar las campanas al viento. Y muy pocos tomaron en cuenta que, en
los negocios, las empresas se mueven desde los lugares en donde obtienen
mejores tratos y se alejan de donde se les castiga en forma que creen injusta,
reducen operaciones; o se van para otro lado. Los pesimistas llamaron la
atención. Pero el entusiasmo nacionalista era muy fuerte e incluso, para los
militares las medidas contra las bananeras tenían un aire de venganza porque
habían comprometido a López Arellano en una acción irregular que producía daños
morales a la institución militar. Melgar Castro, que resultó favorecido por el
relevo de López Arellano, creyó que era una forma de hacer justicia castigando
a las bananeras que habían corrompido al líder máximo de las Fuerzas Armadas.
Una lectura del largo documento (“Entra en
Vigencia cancelación de concesiones bananeras”, Tiempo, 16 de septiembre de
1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH) permite conocer la
naturaleza de las medidas, los temas controvertidos y las nuevas sanciones que
se imponían a las empresas bananeras. Dos primeras observaciones: se trata
fundamentalmente de un instrumento tributario, en el cual, se rectifican cálculos
tributarios, se imponen medidas clarificadoras en asuntos ambiguos y de doble
interpretación; y se busca, en forma clara que las compañías bananeras paguen
impuestos que los redactores de las medidas consideran que no han tributado al
país y a los hondureños. Es obra de expertos en tributación; por lo que se nota
que conocen muy poco de la dinámica de los negocios privados, y que no
anticiparon la reacción de las empresas afectadas; ni mucho menos la dinámica
de la operación de la producción y exportación bananera. Nadie pensó en el
futuro. De forma que se puede decir que en la Comisión que Asesoró al Jefe del
Estado en este tema, no formaron parte empresarios o conocedores de la
operación de las empresas; y menos, personas con conocimientos sobre la industria
bananera. Las medidas que se tomaran, como la creación de la Corporación
Hondureña del Banano, dio la impresión que hubieran sido los mismos que
diseñaron la nacionalización y explotación gubernamental del bosque; y que,
igualmente, pasaron por alto—en uno como en otro rubro – las áreas más
sensibles de la operación: el mercadeo de la producción, el control del
transporte y los contactos con los mercados de consumidores finales. Es
probable que el triunfalismo militar, la necesidad que tenían los jóvenes
oficiales de justificarse y la generación de Melgar Castro, Paz García,
Solórzano y Elvir Sierra, de demostrar su superioridad, confirmando lo que
habían repetido: su superioridad sobre los civiles y su segura competencia que
auguraba que ellos al frente de las nuevas medidas contra las bananeras
obtendrían buenos resultados.
En primer lugar, se enfatiza en la medida, la
necesidad de ordenar el pago del impuesto sobre la renta. La participación de
esta entre Estados Unidos y Honduras, lugares en donde estaba el capital y el
país donde se realizaba la operación productiva, era confusa. El decreto que
comentamos busca resolver el problema. El segundo tema es el pago por la
exportación de la fruta que al principio había sido diseñado el cálculo en
función de la unidad racimo y que ahora se hacía en forma de cajas. Además, los
derechos de exportación en los puertos, los impuestos por el ingreso de bienes
de capital, especialmente automóviles, tractores y otra maquinaria, las
obligaciones de matricular los automóviles dentro del sistema nacional; y el
uso de las aguas para riego de las fincas, mejorando el canon por hectárea
sembrada. Hasta aquí, se puede discrepar; pero hay que reconocer que la nueva
Política Bananera, tendía a ordenar un régimen tributario, muy irregular, que
daba un tratamiento diferente a una de las empresas con respecto a la otra; y
que, además, llenaba vacíos penosos como el referido a la matrícula de los
vehículos que para cualquiera hacía pensar que las bananeras, creían con ello,
que estaban trabajando en otro país, diferente, creado a sus imagen y
semejanza. Hasta aquí, todo es casi perfecto. Porque se puede diferir de las
cifras; pero es evidente que la Nueva Política Bananera, creaba un marco más
ordenado en sus medidas tributarias y resolvía las áreas en donde había
controversia desde hacía tiempo. Y, además, establece igualdad entre las dos
grandes empresas bananeras. El problema fue que, en la Nueva Política Bananera,
pasaron por alto los valores y la influencia de los incentivos públicos a los
empresarios privados. Que, en el fondo, lo que suprimían y el vacío que
creaban, tenía que ver con los estímulos tradicionales a la inversión de parte
de los particulares
El problema entonces es que la política no
tiene incentivos adicionales y sustitutos, pasa por alto que la operación
bananera no es estática y sin competencia; y se anticipaba que las empresas
bananeras se quedarán sin reaccionar. Y que sus reacciones, podrían ser
negativas para el país. En ningún momento se exploró las oportunidades de
expansión de áreas sembradas, el incremento de la mano de obra nacional, la
investigación tecnológica y el manejo de los mercados. Incluso, la
participación de los hondureños en la rehabilitación de las fincas afectadas
por el huracán Fifí, fue pasada por alto. Incluida la acción que meses antes
había empezado a ejecutar el INA en Isletas, Sonaguera, Colon Los redactores de
la Nueva Política Bananera desde una visión estática, hicieron una política
estática que incluso, carece de mecanismos de ajuste, formas de resolver
controversias y menos, mecanismos compromiso de los empresarios extranjeros con
la continuidad de la operación productiva. Más bien, sobre el triunfalismo
militar, se hace creer a los hondureños que burócratas de Tegucigalpa o
militares de la Primera Promoción de la escuela Militar Francisco Morazán eran capaces
no solo de manejar las empresas bananeras; sino que, además, intervenir y
dirigir el mercadeo de un producto perecedero y de mercados exclusivos
centrados en Estados Unidos y Europa.
La conclusión es que, en vez de ver un problema
económico, se confundió con otro de naturaleza ideológica lo que oscureció la
realidad sobre la que se actuó y, además, dificultaron la intervención y
aplicación de medidas para cambiarla o mejorarla. El “nacionalismo militar” –
que entonces estaba en auge en América Latina—y la fuerza de los países no
alineados, para hacerle frente a los Estados Unidos, sin romper del todo con el
Tío Sam, es un insumo que da ánimo y crea la sensación que ha llegado la hora
en que los países de América Latina han encontrado el rumbo, ahora bajo la
dirección de los militares reformistas. Además, Honduras sigue un modelo en que
pretenden imitar a los países petroleros que se formaron en un cartel y
lograron aumentar los precios en 1973. Ello explica, por ejemplo, la creación
de la UPEB (Unión de Países Exportadores de Banano) con la cual creían
intervenir en los mercados internacionales y lograr mejores precios. Se buscaba
entonces, la suscripción de un Convenio Internacional del Banano, “que será
celebrado para eliminar las barreras arancelarias y liberalizar la
comercialización de la fruta obteniendo mejores precios para los países
productores. Tal convenio será suscrito por los países exportadores e
importadores de banano, con el ánimo de definir la estrategia y posesión que
van a adoptar cada una de las partes en pos de un mejor entendimiento para la
comercialización de la fruta”. (Tiempo, 3 de septiembre de 1975, Colección
Hondureña, Biblioteca central, UNAH).
Días antes, un periódico de la capital había
informado que el precio del banano había empezado a bajar en los mercados de
consumo de Estados Unidos y Europa. “El precio del banano ha bajado en un 30%
en los últimos 20 años, al tiempo que la inflación ha elevado las cotizaciones
de casi todo lo demás, según los resultados de un estudio del Programa de
Desarrollo de las Naciones Unidas. El problema ha de ser debatido en la sesión
especial sobre el tema que efectúa actualmente la Asamblea General de la ONU;
no obstante, las perspectivas de encontrar una solución rápida al asunto son
muy escasas” (David Smyth, AF, La Prensa 8 de septiembre de 1975, Colección
Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
Los dirigentes obreros, incluso los más
alineados con el llamado sindicalismo libre que apoyaban las centrales
estadounidenses, no tomaron conciencia de los problemas que se estaban creando.
Al mismo tiempo que se aprueban las nuevas medidas, ya la Standard Fruit Co.
había empezado a despedir trabajadores. 211 muelleros de Puerto Cortés fueron
despedidos, “después de haber cancelado las respectivas prestaciones y sueldos
caídos a 211 muelleros de Puerto Cortes”, dijo el señor John W, Starr,
Contralor de la División de la Standard Fruit Company para Honduras. Justificó
tal medida porque “a raíz del huracán Fifí las plantaciones bananeras fueron
seriamente afectadas y que pese a la rehabilitación de las áreas afectadas el
volumen de producción bajó considerablemente, lo que hizo imposible seguir
operando en el muelle de Puerto Cortés lo cual obligó a las empresas a
suspender sus trabajadores” (Tiempo, 5 de septiembre de 1975, Colección
Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
Algunos, sin embargo, ante el triunfalismo militar, expresaron dudas. “Pero al analizar serenamente nuestra realidad, se llega a la conclusión de que los dispuesto por los gobernantes militares es un paso que tal vez nunca se hubiera atrevido a dar un gobierno de partidos políticos tradicionales. La decisión debe interpretarse como el consenso de quienes tienen el auténtico control del gobierno militar, representados por los miembros del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas y de ninguna manera es producto de inquietud individual. La institución castrense, cuya imagen pública se había deteriorado tras los sucesos de Olancho, se ha reivindicado; y, al mismo tiempo ha propinado un golpe estratégico a los partidos Liberal y Nacional que se disponían a arreciar su lucha constitucionalista. La justeza de lo acordado en el decreto Ley 253 es admitida inclusive, por los modernos caza bruja criollos. No cabe duda, pues amerita el respaldo de todos los hondureños. Mientras, el pueblo todo debe permanecer alerta en la defensa de esta nueva conquista alcanzada tras duro esfuerzo” (Reynaldo Amador, El Día, 15 de septiembre de 1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
Muelle
de tela, Atlántida
De lo que no se habló entonces, fue el destino
que tendrían los muelles, -- La Ceiba, Tela y Puerto Cortés -- líneas férreas y
equipo que las transnacionales habían devuelto al país, una vez que sus
operaciones de transporte habían sido mejoradas por las vías carreteras
construidas por el país en los últimos veinte años. Una organización de
trabajadores, recomendó al gobierno que debía recibir ambos bienes, sin
indemnización. “Los sindicalistas ven con buenos ojos la eliminación del
régimen concesionario a dichas compañías, mientras consideran que en el futuro
próximo pueden iniciarse medidas más concretas dirigidas a rescatar los muelles
y ferrocarriles, que según ellos deben pasar al estado sin indemnización
alguna, por cuanto los dos consorcios adeudan al gobierno enormes cantidades de
dinero”. (La Prensa, 5 de septiembre de 1975, Colección Hondureña,
Biblioteca central, UNAH).
Creían que la cuestión era fácil. Que solo era
cosa que los trabajadores de muelles y ferrocarriles, recibieran sus
prestaciones y cambiarán de patrono, sin que se pusiera en peligro su
estabilidad laboral. Triunfalismo ingenuo, típico en estas circunstancias.
(CONTINUARÁ)
Comentarios
Publicar un comentario