Hace 50 años: “LOS HORCONES”, LEPAGUARE. HISTORIA DE UNA MATANZA (XV)
Anales Históricos
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PARTE XV
Juan Ramón Martínez
Enrique Ortez Colindres, (Presidente del BCIE, 1970's).
45. El
proyecto militar: entre la presión de los aliados, la tregua de los partidos y
el mercado internacional.
El gobierno militar de Melgar Castro había
logrado llegar a octubre. Para entonces, había frenado exitosamente la
embestida de los partidos políticos que reclamaban el retorno al orden
constitucional; neutralizar a la CGT y UNC con avisos de promoción de nuevas
reformas sociales; paralizar a la Iglesia Católica, rompiendo su alianza con
los campesinos social cristianos; e incluso, ordenar y encauzar el relevo
generacional que en el interior de sus filas castrenses había significado
la deposición del liderazgo de Osvaldo López Arellano, defenestrado de sus
cargos en abril de 1975. Pero no podía pasar por alto las debilidades del
sistema gubernamental que manejaba; ni tampoco dirigir los mercados
internacionales, en donde la presencia e influencia de Honduras era muy
limitada. El 30 de septiembre, una empresa de noticias informó sobre la
necesidad “de que Latinoamérica establezca formas colectivas de negociación con
la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), fue planteada hoy
aquí por el presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica
(BCIE) Enrique Ortez Colindres.
El funcionario centroamericano indicó que los
miembros de la OPEP no se habían dado cuenta que las presiones que ejercen en
este momento contra todo el mundo se están haciendo con recursos renovables que
a la vuelta de veinte o veinte y cinco años se habrán agotado. Según Ortez
Colindres, el continente latinoamericano para esa fecha tendrá un potencial
enorme. Entonces más que pedirle a la OPEP que nos bajen los costos, yo
sugeriría que Latinoamérica evalué que es lo que constituye en sí, y que es lo
que puede ofrecer a cambio del petróleo que necesite. Debemos buscar
acercamiento coyuntural con grupos como los países del tercer mundo que dentro
del concierto de las naciones constituyen una mayoría que sirve en varios
aspectos para establecer pautas de negociación. El funcionario puso como
ejemplo una votación en las Naciones Unidas para el caso que, si quisieran que
Israel dejase de existir como estado independiente, los países árabes tendrían
que pensar en el bloque de países que está negociando con ellos antes de tomar
una determinación coactiva a los intereses de naciones que necesitan el
petróleo” (ACAN—EFE, 30 de septiembre de 1975, La Prensa 1°. De octubre de
1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
Ortez Colindres no era economista. Era abogado
y político liberal. Por ello veía en forma simplista las posibilidades de los
latinoamericanos para negociar. Honduras era muy frágil incluso para pensar en
ello. Quería más que iluminar el problema, hacerle de guiños al gobierno
militar, para que les prestaran atención a sus habilidades como negociador; y
que no buscaran quitarlo del cargo que ejercía en representación de Honduras y
su gobierno. Tres productos: banano, maderas y café, operaban bajo un sistema de
precios en los que el gobierno de Honduras muy poco podía hacer. El precio del
banano había caído en los últimos 20 años. Según Arturo Castillo, Presidente
del Asociación de Bananeros Independientes, “Honduras es el país en donde las
compañías bananeras pagaban menos por el producto, no obstante, a que, con
excepción de Guatemala se encuentran en una posición geográfica privilegiada,
en cuanto al principal comprador de la fruta: los Estados Unidos de América. Es
lamentable el caso de que nuestro país sea el más mal pagado de América Latina.
El precio FOB de Costa Rica es de 2.60 de dólar la caja; Panamá de 2.71,
Colombia, 2.41, Guatemala 241, Ecuador 2.35 y a Honduras se le paga un precio
que oscila 2.15 y 2.30 la caja dependiendo de la distancia entre la empacadora
y el muelle” (La Prensa, 1° de octubre 1975, Colección Hondureña, Biblioteca
Central, UNAH).
La OPEP, que desde 1973 había creado una crisis
mundial aumentando el precio del petróleo, amenazaba nuevamente incrementar el
precio de los carburantes, situación a la Honduras todavía no había podido
acostumbrarse. Guillermo Bueso, Presidente del Banco Central explicó que
un aumento del petróleo pesaría aún más en nuestra economía. “Los efectos del
10% en los precios del crudo aprobado por la OPEP, son todos de carácter
negativo para Honduras…”. Precisó el funcionario que, manteniendo nuestro
volumen de exportaciones y los mismos precios en estas, se incrementarán los
costos de las importaciones sobre el índice alcanzado el año anterior. Sobre lo
que estamos importando este año, podemos estimar el impacto entre 10 y 12
millones lempiras adicionales sobre una tasa igual, de manera (que)
observaremos un déficit de la balanza de pagos incrementado por esas razones”.
Advirtió al mismo tiempo que sí el país está
pagando más por el precio del crudo, es obvio que habrá que ponerle un poco más
de cuidado a la política petrolera en relación con el petróleo que estamos
consumiendo. Supongo que el gobierno tendrá que sopesar cuidadosamente cómo
trasladar el incremento que ahora se nos está imponiendo, hacia los
consumidores nacionales, lo cual ha sido parte de la política que hasta ahora
se ha venido aplicando en materia de energéticos. Países como Honduras que
tienen que importar petróleo, se ven incrustados dentro de las dos fuerzas
económicas que están ahora luchando en el mundo. De un lado los países de la
OPEP, arguyendo que es necesario para ellos incrementar el precio de su
producto, lo cual es inevitable por el control que tienen del mismo en el
mercado mundial, y de otro lado tenemos, que los países industrializados si
están haciendo lo que los economistas llamamos, su ajuste de balanza de pagos.
Estas naciones están aumentando masivamente lo que ellos les venden a los
países exportadores de petróleo y además aumentando de precio. De manera que
esa lucha de la OPEP con los países industrializados, repercute en sumo grado
sobre los países subdesarrollados al pagar facturas de importaciones más altos
tanto por el petróleo como por las importaciones de los países
industrializados”. (Juan Sierra Fonseca, La Prensa, 2 de octubre de 1975,
Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
Guillermo
Bueso, Presidente del BCH.
El café seguía estático en los precios y la
contribución de la madera había dejado de crecer, porque las ventas se habían
reducido. Honduras había perdido mercados en el caribe y los precios no eran
atractivos para los exportadores privados especialmente. Además, el país
contaba entre la burocracia gubernamental con muy pocos negociadores
calificados. Sin embargo, Guillermo Bueso, era optimista. Dijo que estaba
“convencido que para el último trimestre de 1975 la economía se estará
nivelando a escalas como las del pre Fifí. Esta recuperación más las
transformaciones que continúa haciendo el gobierno en materia de Reforma
Agraria, los proyectos que pondremos muy pronto en marcha, unidos, estoy
seguro, a un despertar de la inversión privada, para completar el cuadro de
factores internos, nos hacen ser optimistas en cuanto a las perspectivas de
excelente recuperación a partir de 1976”. Hablo de la necesidad de unificar
esfuerzos. Tenemos una coyuntura que nos debiera ayudar proveniente del
exterior, basado en que los países industrializados continúen con énfasis su
política de recuperación económica, y que al entrar ellos en esa fase se
transmita a nosotros los beneficios de ese auge, que, aunque no se producirá
rápidamente, como dependiente que somos de ellos, creo que vamos a
beneficiarnos” (Sierra Fonseca, óp. cit).
Pero el problema más serio del gobierno militar era el déficit fiscal. El gobierno gastaba más de lo que captaba y políticamente era inconveniente – en ese momento -- hablar de impuestos. Aunque Porfirio Zavala, Ministros de Hacienda había señalado las presiones internacionales, para que Honduras aumentara su contribución a la par de los nuevos financiamientos recibidos, la empresa privada no estaba dispuesto a ceder fácilmente. AID, por medio de su director – que recientemente había sucedido a Marasciulo, muy beligerante en los asuntos nacionales hondureños, negó que ellos estuvieran presionando al gobierno militar para que impusiera nuevos impuestos. “No sé si el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo lo están haciendo, pero la AID no hace ningún tipo de presiones al gobierno para que aumente sus impuestos. Pero particularmente considero que es muy importante que el gobierno tenga impuestos razonables, porque es la única fuente que le asegura a un gobierno conseguir el dinero que se necesita para invertir en el país. Ningún país puede vivir sin impuestos y por ello los consideramos necesarios. La AID tiene actualmente en marcha un programa de cooperación en el catastro que se lleva a cabo en el país, ya que es fundamental saber los límites de sus tierras y que puede derivar en la absorción de impuestos sobre las tierras”. (Juan Sierra Fonseca, La Prensa, 13 de octubre de 1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH) La insinuación para que el gobierno impusiera un impuesto sobre tierras fue muy suave y discreta. Pero era una sutil recomendación de un extranjero muy influyente entonces en Honduras.
Frank B.
Kimball, Director en Honduras de AID.
La empresa privada en la reunión este mismo mes
de octubre, había a anunciado que fijaría su posición ante el gobierno; y este,
esperaba con cierta ansiedad que la postura no fuera una que alimentara la
urgencia de los políticos civiles para regresar al poder regresando a los
militares a sus cuarteles, de donde no debían haber salido. La FENAG, que era
la más dura fuerza gremial, contraria a la reforma agraria, se había contenido.
Algunos de sus miembros, mostraban cierta complacencia destinada a lograr que
los militares dejaran de verlos como sus enemigos. “Enrique Wedle, Francisco,
Armando, David y Cesar Moran Escobar, conocidos hacendados de la región sur del
país donaron recientemente al INA (Instituto Nacional Agrario) un total de 170
manzanas, lo que constituye un aporte voluntario al proceso que actualmente
lleva a cabo ese organismo. Del total de tierras anteriormente mencionadas, 138
manzanas fueron aportadas por los hermanos Moran Escobar y se encuentran en los
alrededores de Santa Elena, departamento de Choluteca, mientras las restantes
32 manzanas fueron entregadas por el señor Enrique Wedle al INA dando en la
primera oportunidad 150 manzanas para hacer un total de 182 manzanas para
distribuirlas entre los campesinos. Las 32 manzanas tienen un valor de 22 mil
cuatrocientos lempiras, adelantándose que el INA ocupara esas tierras para la
ubicación de nuevos grupos y asentamientos campesinos. Las escrituras de
propiedad legitima y donación fueron leídas públicamente por los donantes en la
oficina regional que el INA tiene en Choluteca” (La Prensa, 1 de octubre de
1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
46. Las presiones de los “campesinos amigos”, un forcejeo que no ceja.
Campesinos
saliendo de Casa Presidencial. Julín Méndez y Reyes Arévalo, de camisa blanca
Pero de repente el problema que ponía nervioso
a los militares es que se rumoraba que las centrales obreras y campesinas
habían unificado posturas y planteado, urgencias inmediatas a los militares
para que entregaran masivamente tierras a las organizaciones de labriegos sin
tierras en diversos puntos del país. “Durante varias horas dialogaron ayer
miembros de la Unión Nacional de Campesinos (UNC) y de la Federación Hondureña
de Cooperativas de reforma Agrafia (FEHCORA) y al final acordaron respaldar la
posición adoptada por la Asociación Nacional de Campesinos de Honduras (ANACH)
durante su última convención celebrada en San Pedro Sula. Quienes conforman
esas dos organizaciones emitieron igual solidaridad en lo concerniente a la
presentación de un detallado documento al Jefe de Estado, por parte de Reyes
Rodríguez Arévalo, máximo directivo de la ANACH, en la cual dan al Gobierno
Militar 15 días a partir de del siete de octubre pasado, para que inicie la
distribución de tierra entre los campesinos, lo que consideran vital para
materializar plenamente el proceso de Reforma Agraria” ( La Prensa, 10 de
octubre de 1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central, UNAH). Aunque los
militares no respondieron al reto, fue evidente su nerviosismo y preocupación
que, además, fue compartido por los intelectuales que se oponían a que los
campesinos tuvieran un protagonismo que les parecía desmesurado en los asuntos
nacionales.
El 13 de octubre, un diario de SPS editorializó
sobre el tema, insinuando que posiblemente estaba por producirse una nueva
“marcha de campesinos”, se producirían invasiones de tierra y el INA no tendría
capacidad de respuesta a las peticiones de los labriegos. Según el
editorialista (Oscar Flores), la impaciencia de los campesinos “deriva en
parte, de la labor de agitación un tanto demagógica que se han encargado de
realizar algunos funcionarios y empleados del propio organismo ejecutor de la
reforma, quienes en muchos casos se dedican a indisponer a los campesinos,
contra los agricultores y ganaderos cuyas propiedades – les dicen – es
necesario que sus legítimos dueños las recuperen. De ahí que por rebote, los
dirigentes campesinos acusen de negligente e inoperante al INA y a su director,
que en vez de ofrecerles la tierra y también el cielo, debía haberles dicho la
verdad, que en este caso equivale a explicarles cual es la situación real e
inobjetable en cuanto al problema agrario hondureño y, sobre todo, insistir en
el hecho de que la ley hay que respetarla, pues para eso es la ley, y que las
transgresiones a la misma perjudican más que a nadie a sus beneficiarios”. (Editorial,
La Próxima Marcha del Hambre, La Prensa 13 de octubre de 1975, Colección
Hondureña, Biblioteca Central, UNAH).
Ese mismo día, el Director del INA, teniente
coronel Mario Maldonado Muñoz, declaró a la Prensa que la institución que
dirigía expropiaría “la presente semana un total de 23.000 hectáreas de tierras
que hasta el momento han sido usufructuadas por la Tela Railroad Company”. El
funcionario agregó que esa es la cantidad de tierras medida por empleados del
INA, pero de la misma deberá dejarse una porción para que la compañía pueda
pastar su ganado, y otra que habrá que respetarse porque se desarrolla en ella
experimentos de floricultura, en una extensión de 200 hectáreas. Maldonado
Muñoz puntualizó que también no toda esa cantidad de tierra es aprovechable,
por cuanto existe una zona que la compañía ha destinado para desagües, la cual
hay que este estudiar desde otro punto de vista para ver si es posible su
utilización. Hay antecedentes que indican que, si esa esa tierra se usa en
menesteres propios de la agricultura, al taparse puede dar lugar a inundaciones
en las plantaciones, todo lo cual es ahora objeto de exhausto análisis de parte
de los especialistas del INA”. Según se desprendía de las palabras de Mario
Maldonado “se desea expropiar lo antes posible esa cantidad de tierra, aun
antes que se haya terminado el prolongado proceso que involucra poner en forma
legal muchos documentos, en lo que se entiende como una respuesta a las medidas
de presión que durante los últimos días han ejercido varias organizaciones
campesinas, las cuales reclaman tierras para sus afiliados”.
Finalmente, Mario Maldonado dio a conocer que
lo mismo se hará con tierras de la Standard Fruit Company, sospechándose que
antes de terminar el año, el INA habrá expropiado enormes cantidades de tierras
en poder de particulares, para entregarlas a los campesinos, en la ejecución
más importante, inquietante y expectativa, dentro del proceso de Reforma
Agraria actual”. (La Prensa, 14 de octubre de 1975, Colección Hondureña,
Biblioteca Central, UNAH). La conducta de Mario Maldonado, era una
expresión directa del hecho que se había declarado que la opción del gobierno
militar era la reforma Agraria y, además, la diligencia de los funcionarios,
obedecía a que los campesinos, como se ha indicado habían puesto un plazo que
estaba por cumplirse. De manera que no se repitiera como insinuaba el director
de La Prensa, Óscar Flores, una nueva tragedia como la que había terminado el
25 de junio en Lepaguare, Olancho. Los empresarios del agro centroamericano se
habían dirigido y hablado con Melgar Castro, mostrándole sus preocupaciones y
reclamando el respeto para quienes invertían en la tierra. Y recordando que,
era necesario que hubiera confianza suficiente para que ello fuera posible. Los
banqueros privados hondureños por su parte, dijeron que ellos se abstenían –
por estos momentos – de financiar proyectos en el agro por el clima de
inseguridad que privaba en el campo hondureño. Paul Vinelli, del Banco
Atlántida, declaró que “la situación económica de Honduras está arrancando en
forma positiva, después de haber vivido casi doce meses en caída vertical,
durante los cuales ha habido contracción en el producto nacional y por
consiguiente se ha creado un desempleo evidente. Pero no todo ha tenido origen
interno, sino que también ha influido en forma decisiva la situación económica
internacional imperante. Estamos ahora nuevamente arrancando para un mejor
futuro de Honduras”.
En lo que respecta al financiamiento de la
Reforma Agraria dijo que “actualmente la banca privada del país ha disminuido
su cartera de créditos para el sector agropecuario, operación cautelosa por
mientras se llega a definir claramente la función de dicha banca en el
financiamiento del agro. Esto, está siendo estudiado detenidamente por las
autoridades del Banco Central de Honduras y de las Asociaciones Bancarias”.
Explicó además que “obviamente la transformación de la estructura del agro
implica, transformación de los mecanismos que deben ser empleados para operar
en el agro. En otras palabras, toda transformación implica una transformación
en otro mecanismo, y nosotros estamos trabajando en el mecanismo de la banca
para adoptarlo al sistema del agro”. (Andrés Torres hijo, Entrevista a Paul
Vinelli, La Prensa, 9 octubre de 1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central
UNAH).
Por otro lado, se supo que los empresarios
estaban dispuestos a invertir y que lo único que les hacía falta era un clima
de confianza que como es natural en un tiempo de invasiones de tierra es
difícil de mantener. Según Leonardo Godoy, Presidente de la Asociación Nacional
de Industriales (ANDI), la gran concentración del sábado 18 de octubre en San
Pedro Sula, significará la unidad empresarial que ya han logrado “podemos
expresar con propiedad que somos actualmente el gremio nacional que participa
en el proceso productivo que está mejor integrado y más unificado. Nos ha
costado, pero dialogando, comprendiéndonos y respetándonos lo hemos logrado.
Nuestra conducta va hacer constructiva, vamos a revisar la problemática
nacional; sin orfandades intrascendentes y, con seriedad para buscar salidas
adecuadas y oportunas a fin de que Honduras vire hacia una mejor posición,
convencidos de que esto solo se logrará cuando todos los hondureños mejoremos
en una forma progresiva, justa a base de trabajo intenso. Por ello espero que
este evento (la Asamblea de los empresarios que se efectuaría el 18 de octubre
próximo en SPS) sea la plataforma para canalizar la iniciativa del gran dialogo
nacional”. Sentencia que la confianza a todos los sectores es el gran
ingrediente para que haya un desenvolvimiento a plenitud, en función del país y
de sus aspiraciones; y el propiciador por excelencia de este clima de confianza
tiene que ser el Gobierno”. (La Prensa, 17 de octubre de 1975, Colección
Hondureña, Biblioteca Central UNAH).
47. La
situación de Honduras desde la perspectiva de los empresarios.
Camilo
Rivera Girón, Presidente del COHEP & Edgardo Dumas Rodríguez.
Los empresarios hondureños se reunieron el 18
de octubre en San Pedro Sula. La reunión se produjo en un clima de gran
expectativa, en vista que se dudaba si ellos lograban unidad alrededor de
conceptos básicos relacionados con sus intereses económicos; y por la otra, sí
no había alguna forma de interferencia política desde los partidos políticos
para usar a los empresarios en contra de los militares. Las conclusiones más
importantes de esta reunión en la que se logró una clara expresión de unidad es
que la libre iniciativa se ha visto enormemente obstaculizada por el actual
régimen militar; y que, era imprescindible un diálogo del Gobierno con todos
los sectores nacionales. “El desarrollo de Honduras deberá llevarse a cabo
necesariamente dentro de un sistema democrático de libre empresa, por cuanto la
realidad ha demostrado que es el medio idóneo para lograr el bienestar
colectivo que afirma la libre iniciativa por la cual el hombre, que es el medio
y fin de toda actividad humana, goce de libertad para decidir el mejor uso de
su capacidad innata”. Esta fue parte del compendio de “conclusiones y
recomendaciones de la Primera Asamblea Nacional de la Libre Empresa, celebrada
el sábado recién pasado en San Pedro Sula y cuyo contenido acordó entregar a
las más altas autoridades de la república.
El evento duró desde las nueve de la mañana
hasta aproximadamente a las siete y media de la noche y al cual asistió gran
número de empresarios e industriales por invitación del Consejo Hondureño de la
Empresa Privada (COHEP) entidad bajo cuya iniciativa y patrocinio se desarrolló
la asamblea. El prontuario de conclusiones explica que el concepto de libre
empresa se ha visto enormemente obstaculizado por el actual sistema político,
en donde se palpa que las libertades fundamentales están a juicio y criterio de
un solo sector que no puede superar el estancamiento económico en que nos
encontramos. Por lo tanto, “es imprescindible un dialogo del gobierno con todos
los sectores nacionales ya que su ausencia ocasiona desconfianza por el derecho
irrenunciable de la ciudadanía en las determinaciones que inciden sobre la vida
y el futuro de la patria”. (La Prensa, 20 octubre de 1975, Colección
Hondureña, Biblioteca Central UNAH).
Camilo Rivera Girón, presidente del COHEP
expresó en su intervención que “la libre empresa se ha visto sometida los
últimos tiempos a un evidente acosamiento que procedió originalmente del sector
gubernamental y que se ha extendido a otros sectores que fueron motivados en
este sentido. Las razones de tipo político, han prevalecido en contra de las
normas que han probado a través de la historia que constituyen las herramientas
adecuadas para un desarrollo equilibrado. Tenemos que convenir, a la vez que estamos
plenamente conscientes que el país requiere de la inversión, la que debe tener
un alto sentido social. El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP)
acepta la responsabilidad que le corresponde en la reconstrucción nacional y la
ha asumido, pues no obstante las condiciones adversas que han prevalecido, ha
realizado esfuerzos para mantener y fortalecer las empresas y hacer nuevas
inversiones”. (La Prensa, 20 octubre de 1975, Colección Hondureña,
Biblioteca Central UNAH).
Adicionalmente Edgardo Dumas Rodríguez fue muy
enfático al declarar “el gobierno está obligado a establecer un clima de
confianza a las inversiones. Últimamente nos ha tocado escuchar y detectar la
existencia de un rumor sordo pero perceptible del interés en la creación de un
nuevo orden económico social y político, cuyos lineamientos sus autores no han
tenido el suficiente valor de descubrir en toda su magnitud, pero que, sin
mucho esfuerzo intelectual, todos estamos en capacidad de deslumbrar”. Se refería
Dumas Rodríguez a la especie que circulaba en los corrillos populares que los
militares estaban por organizar un partido político con el cual enfrentar a los
partidos tradicionales. Este partido estaría integrado por las fuerzas
progresistas, las familias de los militares y los dirigentes de las
organizaciones populares, algunas de las cuales se les acusaba de ser
comunistas. Repitió Dumas Rodríguez que, “para desarrollar las actividades
privadas es necesario un clima de confianza. Ese clima de confianza que tanto
necesitamos corresponde su creación al gobierno, sobre todo aquellos que
necesiten y deseen la inversión extranjera, ya que es esencial el respeto de
las convenciones libremente adoptadas; una definición clara de derechos y
obligaciones, una garantía a las inversiones, el derecho a gestionar, la
seguridad de los bienes, personas y cosas, el respeto a la propiedad privada y
la inviolabilidad de la persona humana”. (La Prensa, 20 octubre de 1975,
Colección Hondureña, Biblioteca Central UNAH).
Adolfo
Facusse
Finalmente, Adolfo Facusse declaró que “La
tradicional inestabilidad política se ha institucionalizado a grado tal que no
solo se puede cambiar de gobernante sin que eso signifique que ha habido cambio
de gobierno, sino que se ha terminado por colocar a la Constitución en un
estado de permanente limbo, ni vigente ni no vigente, ni condenada ni salvada,
tal y como en el mismo limbo han quedado algunos derechos ciudadanos, como el
de reunirse pacíficamente para la expresión organizada de su voluntad política”.
(La Prensa, 20 octubre de 1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central
UNAH). Aludía Facusse al hecho que los militares dirigidos por Melgar
Castro, haciendo una interpretación caprichosa de la proclama de las Fuerzas
Armadas el 4 de diciembre, fecha en que habían derribado el gobierno
constitucional de Ramón E. Cruz, se suspendían las actividades políticas en
todo el territorio nacional. Y al hecho que en forma extraña, los dos partidos
políticos más vigorosos – el PL y el PN – habían bajado la cabeza y suspendido
sus concentraciones.
Un detalle importante. A la reunión más
importante de la empresa privada del país no asistió ningún funcionario del
régimen, lo que ilustra que entre el gobierno y los empresarios como también
con los políticos liberales y nacionalistas, las relaciones estaban en muy bajo
nivel lo que obligaba a Melgar Castro a mover fichas para mejorar esas
relaciones como única alternativa para facilitar que su administración pudiera
salir de la parálisis en la que se encontraba. Asunto que era de interés
nacional, porque la economía del país no podía seguir estancada por más tiempo.
48. Reacomodo
del Gobierno y purgas en las Fuerzas Armadas.
Tte. Cnel. Mario Maldonado Muñoz
“El mismo día que los empresarios estaban
reunidos en San Pedro Sula, el Jefe de Estado Juan Alberto Melgar Castro,
juramentó a las diez de la mañana en la casa presidencial al Coronel Omar
Antonio Zelaya, como nuevo Sub Secretario de Defensa Nacional y Seguridad
Pública en sustitución de Oscar Colindres Corrales. Zelaya venía desempeñándose
como comandante de la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP) y el coronel
Colindres Corrales después de venir ejerciendo desde el pasado 22 de abril el
cargo de vice Ministro de Defensa Nacional ha sido transferido como Agregado
Militar de Honduras en Panamá. Juan Ángel Arias pasó a ocupar el cargo de
Comandante Nacional de las Fuerzas de Seguridad Pública (FUSEP). Gerardo Wildt
Yates fue nombrado jefe del Comando de Apoyo Logístico de las Fuerzas Armadas y
Hubert Boden Cáceres fue nombrado jefe de Estado Mayor de la FUSEP.
“Confirmaron también las fuentes castrenses el
nombramiento del Teniente Coronel Rodolfo Bonilla Blanco, como Comandante del
Décimo Batallón de Infantería con sede en Marcala. Antes ocupaba las funciones
de G-4, Jefe del Departamento Logístico del Estado Mayor del Ejército. El
Teniente Coronel Danilo Ferrera Suazo, anteriormente Secretario de Estado Mayor
del Ejército, fue nombrado como Director de la Escuela de Aplicación para
Oficiales. Además, el Teniente Coronel Gustavo Adolfo Álvarez Martínez, quien
comandaba el Decimo Batallón de Infantería con sede en Marcala, ha pasado como
Comandante del Cuarto Batallón de Infantería con sede en La Ceiba, departamento
de Atlántida. Entre tanto, el Teniente Coronel Amílcar Castillo Suazo, quien se
desempeñaba como Sub Director de la Escuela Militar Francisco Morazán, ha
pasado al cargo de Jefe del Departamento Logístico (G-4) del Estado Mayor del
Ejército. Fue también nombrado el Teniente Coronel de Infantería José Antonio
Madrid Rodríguez, Oficial de enlace entre las Fuerzas Armadas de Honduras y la
misión militar norteamericana. Los nuevos nombramientos dentro del engranaje de
las Fuerzas Armadas se han complementado, con la designación como sub
Comandantes del Primero y Segundo batallones de artillería de los mayores
Héctor Aplicano Molina y Lutfi Azzad Matute respectivamente, y el mayor de
Administración e Intendencia Pedro Emilio Banegas Chávez, fue nombrado
Secretario General del Estado Mayor del Ejército”. (La Prensa, 21 octubre de
1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central UNAH).
El 22 de octubre, el diario La Prensa en
primera plana reportó que “fuentes competentes confirmaron que el Teniente
Coronel y Licenciado Mario Maldonado Muñoz, interpuso su renuncia el viernes
pasado ante el Jefe de Estado, como Director Ejecutivo del Instituto Nacional
Agrario (INA). Los informantes no revelaron los motivos que indujeron al
militar a interponer su dimisión a su delicado cargo, lo cual se produce a
pocas horas de conocerse una serie de transferencias de cargos y retiros
producidos al más alto nivel dentro del Ejército Nacional”. (La Prensa, 22
octubre de 1975, Colección Hondureña, Biblioteca Central UNAH).
En realidad, no hubo tal renuncia. Mario
Maldonado Muñoz recibió de manera informal información en el sentido que debía
dejar el cargo de Director del INA y escoger una posición en el exterior. Sin
oportunidad de comandar ninguna unidad militar. No era de confianza de Melgar
Castro y sus compañeros, apenas defendían que se fuera al exterior como
agregado militar. Y era, para las fuerzas que se oponían al régimen militar de
Melgar Castro, la cabeza para calmar a los agricultores y ganaderos que seguían
en pie enfrentando el proceso de reforma agraria. Evidentemente Melgar
Castro logró eliminar a Mario Maldonado, -- primer lugar de la primera
promoción de la Escuela Militar Francisco Morazán y delfín de Osvaldo López
Arellano dentro de las reglas de movilización acostumbradas en las FFAA-- . Y
por este medio afianzó su liderazgo al frente del gobierno militar. El mismo
día en que purgaron a Mario Maldonado Muñoz y lo despacharon hacia Washington
como agregado militar en esa embajada en Estados Unidos, los líderes de todas
las centrales campesinas eran recibidos por Melgar Castro en Casa Presidencial.
Sin que ellos, levantaran un dedo para defender al militar que había dirigió el
proceso agrario y que les había dispensado indudable apoyo a sus
reivindicaciones. Con la destitución Mario Maldonado, Juan Alberto Melgar Melga
Castro, además, les enviaba una señal a los empresarios, a los políticos y
también a los campesinos que él era el Jefe del Estado. A los primeros, que
estaba dispuesto a negociar. Y a los otros, que era el que él mandaba en el
Gobierno Militar.
(CONTINUARÁ)
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