Relato: MI BEBÉ

 Luis Zavala  

Tengo un amigo de 76 años que de alguna manera es ¨rabo verde¨ y según él es GARAÑON. Le dicen CHAPO

Puedo decir que es un hombre presumido que hace alarde de conquistas de mujeres jóvenes entre 25 y 30 años. Sus conquistas las respalda con hechos. A veces se pasea por el Mall agarrado de la mano con ellas o mejor dicho con la que está de turno. Aunque agarrarle la mano, es una operación de control para que ella no se meta a las tiendas y pida artículos o mercaderías de todo tipo que él tiene que pagar. Como es un hombre de experiencia, se las sabe todas

Como él conoce que lo aprecio y respeto sus decisiones, se atreve a decirme intimidades superficiales. Por ejemplo, me dijo hace unos días:

-Mire Luis Zavala, esta última muchacha que tengo está enamorada de mí, ella me quiere.

- ¿Y porque dice eso Chapo? ¿de dónde saca esa conclusión que ella lo quiere?

- Porque ella me dice MI BEBE. Me abraza y me besa y continuamente me dice MI BEBE.

Aquella confesión, me obligo a preguntar lo siguiente:

- ¿Chapo, pero ella no es de la que está pendiente de su pago el fin de mes?

- Ah bueno, eso sí. En la semana que sale el pago ella es más atenta conmigo… entonces ya sé que tengo que darle o enviarle dinero.

Mi buen amigo disfruta eso de MI BEBE y yo, no me atreví a cuestionarle su ilusión. Siempre respeto las decisiones que toman los demás. No aconsejo a nadie. Si doy un consejo es porque me lo piden. Siempre creo que un consejo sin que lo pidan, es intervenir en la vida ajena. Es decirle a otro viví tu vida como yo te digo y no como vos queres. Me niego a ser consejero así.

Cuando escribo, tengo libertad de exponer mi pensamiento y razonar en voz alta de la manera que creo sin tratar de dañar a nadie. Por eso imaginaran ustedes que el Chapo es un nombre ficticio. No obstante, lo que narro es apegado a la verdad.

Resulta que en una plática privada con un amigo garífuna que se llama Martin Castillo, le conté sobre la ilusión de nuestro común amigo que se siente feliz porque la novia le dice MI BEBE. Ni corto ni perezoso, Martin me dijo: ENTONCES AHORA EL CHAPO ES CHICHI.

Confieso que me gustó la puntada de Martin de esa alegoría de CHICHI. En Honduras y particularmente en la zona bananera, a los niños también se les dice CHICHI. Por eso nuestro amigo no solo es un BEBE, ES TAMBIEN UN CHICHI con billete.

Conozco otros BEBE O CHICHI que compran EL AMOR y según ellos son grandes conquistadores… por cierto, uno de ellos recientemente le envió un carro a una mujer que no solo es prepago, sino que tiene su marido. Otro se llevó una mujer con sus dos hijos en un viaje que supero los cien mil dólares. Puestos allá con alguna seguridad, EL BEBE O CHICHI se da cuenta que es COMO LAS OREJAS DEL TORO: CERCA DE LOS CACHOS Y LEJOS DEL CULO.

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