Contracorriente: INMIGRANTES Y LA “SOLUCION FINAL”
Juan Ramón Martínez
Eichmann
juzgado en Israel.
El discurso de odio contra los
migrantes en Estados Unidos, la promesa de expulsión de millones de ellos,
recuerda el tratamiento que Alemania les dio a los judíos. El nombre de Adolf Eichmann,
su indiferencia burocrática en el cumplimiento de las reglas, su falta de sentimiento
de culpa y el irrespeto de los valores morales y legales, hacen temer que los Estados
Unidos, igual que Alemania, pueda convertirse en una nación, violadora de los
derechos humanos, incurriendo en imborrables vergüenzas alejadas del
comportamiento humano. Y que en el esfuerzo de “hacer grande otra vez a los Estados
Unidos”, puede transformar la nación que
ha sido faro de la libertad, ejemplo de la democracia y defensa de los derechos
humanos y la democracia, en violadora o cómplice de la anunciada mayor violación
de los derechos humanos del siglo XXI.
Como ahora, la cuestión judía empezó
con un discurso de odio, haciéndoles culpables de todo lo habido y por haber.
Hitler quería volver grande a Alemania para superar la vergüenza que le habían
sometido los Aliados con el Tratado de Versalles al fin de la Primera Guerra
Mundial. Los cristianos los habíamos hecho culpables de la muerte de
Jesucristo, cosa que ahora puede parecer baladí y sin importancia, pero que
entonces, era terrible y dolorosa como acusación general e intemporal, porque
era dirigida a los judíos de antes, los del presente y los del futuro.
Después fueron aislados en “ghetos” en
toda Europa y expulsados de diferentes países europeos. Y finalmente Hitler los
convirtió en “chivos expiatorios”, a los que acuso por el declive de la pureza
aria y mato a mas seis millones en los hornos de la vergüenza. Acompañado por
la complicidad de una sociedad que, sometida a la obediencia de las
autoridades, no reclamo, no se opuso; y todo lo que dijo Hitler y sus
ministros, fue celebrado eufóricamente. Y ante sus errores que golpean la
conciencia de algunos, la mayoría se llamó al silencio cómplice, con la
colaboración de sectores judíos, que para salvarse, entregaron a los más pobres
y débiles para que fueran víctimas de las deportaciones, los campos de
concentración y los hornos de la muerte.
No creo que Trump intente competir con
Hitler – superando la cifra hitleriana, expulsando a 11 millones de inmigrantes
– pero con el nombramiento de Tom Homan, por sus antecedentes de irrespeto de
la unidad familiar, y su vocación burocrática que parece anular cualquier consideración
moral y defensa de los derechos humanos, introduce en la sociedad
estadounidenses un elemento de peligrosidad. Leer el libro de Hannah Arendt,
puede ayudar mucho para evitar que en nombre del cumplimiento de la ley se
cometen violaciones a los derechos humanos que avergonzaran a los
estadounidenses, como todavía ponen roja la cara a los alemanes cuando se les
recuerdan sus desmanes.
Los europeos, no solo los alemanes, han
sido anti judíos en muchos tramos históricos. Las protestas en las grandes
universidades de los Estados Unidos y Europa, indican que el asunto no esta
finiquitado, que el odio y su control no es cuestión fácil. Primero obligaron a
los judíos a vivir en sus barrios propios. En Guatemala siglos antes, habían
diseñado trajes para que los indígenas no salieran de sus pueblos, donde
vivieron confinados. Después, los alemanes, inventaron la estrella de David, de
obligatoria portación para que todo el mundo supiera que quien la llevaba era
judío y debía recibir el rechazo; o, por lo menos el desprecio y el
distanciamiento de los demás, considerados superiores. Ahora, los judíos, armas
en mano, combaten contra los palestinos sin piedad, con el mismo odio con el
que en el pasado, fueron perseguidos y muertos los judíos en varias partes del
mundo.
Los estadounidenses, no son como los
alemanes. Son mas libres para pensar y actuar. Tienen menor “adoración” por la
autoridad. Pero son ingenuos, al juzgar que con tal que se cumpla la ley, todo está
justificado. Ley y justicia, algunas veces transitan por caminos separados. Son
igualmente cristianos como los alemanes y en su historia tienen cosas en común:
los primeros perseguidos religiosos en Estados Unidos, -- rechazados e
injuriados--, fueron los católicos alemanes.
De allí que no están exentos de caer en
el error y cometer parecidas barbaridades. Esperamos que no sean vencidos por
la irracionalidad, tratando a los inmigrantes como si fueran judíos. Creyéndose
herederos de Hitler.
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