Contracorriente: CONOCIENDO A RIXI

Juan Ramón Martínez


He viajado a Talanga en búsqueda de información sobre la candidata del PRL a la Presidencia de la República. He empezado por esta ciudad en donde nació hace 60 años. Hija de Donaldo Moncada y Ramona Godoy. Sus hermanos son Mario Moncada, -- el más brusco y sectario— Verónica, Norma, Claudia, y Oscar. Todos empleados públicos, en el país; o en el exterior (como sus hijos Marcela y Ernesto Ramón Arias Moncada). Con ellos, Rixi tiene buenas relaciones, excepto con Claudia, que milita en el PL al lado de Jorge Cálix. La casa familiar está en una de las dos calles pavimentadas. Actualmente está en obras.  La familia Moncada es, como dijo el CNA, una de las 14 familias nepóticas del país. Todos cobran dinero público. “No hay pruebas que don Donaldo lo reciba”, me confirmó una fuente periodística local.

Talanga, es la segunda ciudad del departamento de Francisco Morazán, hasta 1935 llamado Tegucigalpa. Tiene en el casco urbano más de 60.000 habitantes. Las dos calles principales están pavimentadas. El resto es de tierra, aunque bien delineadas,-- en forma de cuadricula--, lo que le da un carácter de ciudad moderna. El comercio es intenso. Circula mucho dinero.

Aquí, sin embargo, el PLR, ---el partido de Rixi--, es minoritario. Mientras el PL y el PN tienen cuatro regidores cada uno, el PLR solo uno. Un hijo de Mario Moncada, va de vice alcalde en la formula municipal. Esta es la primera indicación que Rixi no cuenta con buena opinión. Cosa que no ocurrió con Rodas Alvarado muy querido en Sabanagrande, Mel en Catacamas; y Villeda Morales en Ocotepeque. “Todos muy queridos aquí”.

En conversación con líderes políticos, comprobé que conocen poco de Rixi. Aparentemente no se han publicado una biografía suya. Y en vez de resaltar su figura, mostrando sus ejecutorias, en las paredes de la sede del PLR en el centro de la ciudad, lo que destaca es un hombre de sombrero que de lejos parece a Sandino; y de cerca es Mel Zelaya.

Los padres de Rixi fueron muy humildes. Su encumbramiento en la política se debe más que a sus méritos – que los tiene sin duda -- a su amistad con Mel. La relación empezó en 2006, cuando la nombró Ministro de Trabajo. Antes fue asesora de la Fiscalía General. “Algunos creen que Mel regresó al país en septiembre de 2009” – nos dice un militante del PRL – “por Talanga y estuvo varias semanas refugiado en casa de los Moncada”. ¿Tiene pruebas? “No, repito lo que dicen”.

Donaldo Moncada era un hombre humilde, muy pobre. Le toco educar a su familia, gracias a su empleo de chofer de un aserradero y ayudado por Ramona Godoy, que le apoyaba desde la casa. De modo que tuvieron una infancia muy humilde, llena de carencias. Ahora la casa se ve muy bien pintada. “Bueno, la han reformado manteniendo la estructura”. “Era muy humilde, de piso de tierra”.

“Usted puede ver que Mario y Oscar son bruscos, malcriados por alguna inseguridad y amargura que se nota también en Rixi”, me dice una ex profesora del colegio “Brasavola”, en donde ella hizo el Plan Básico. Después fue a estudiar a la Normal de Tegucigalpa. Se graduó de maestra. Fue profesora rural, durante algún tiempo. Aparentemente militó en la Democracia Cristiana. Fue empleada del RNP.

“No sabemos dónde se conoció a su marido Enrique Arias”. Era diputado liberal por Choluteca le digo. “¿Cierto?”. Lo confirmo con seguridad. “Creo que están casados”, por supuesto que sí. Pero “es el segundo matrimonio para Arias”, dice una señora en el restaurante donde comemos.  “Él estaba casado con Marta Aguilera de Choluteca con la cual tiene tres hijos de más edad que Rixi”, concluye riéndose.

 “Vea si esta mujer tiene méritos es porque que sabe escoger a sus amistades”. “Sin Enrique Arias y Mel, no es nada”. “Todas las posiciones logradas se deben a sus habilidades para relacionarse”.

“Viera como le gusta a Mel estar aquí”. “Cuando viene ella y la visita, cierran las calles”. “Molesta a los vecinos que le tienen envidia a una triunfadora como mi prima”, dice una señora orgullosa al hablar de Rixi Moncada.

“Muy poca gente quiere a los Moncada, porque son bruscos, malcriados, especialmente Mario y Rixi”. ¿Inseguros? pregunto. “No, es que son francos”, dice un hombre de sombrero. “No creo que gane, porque si aquí no la quieren, imagine afuera”.

Hay que esperar las votaciones, le digo riendo al despedirnos.

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