Contracorriente: URGE NUEVA POLITICA EXTERIOR
La
salida del “petit” Canciller Reina, es oportunidad para un análisis de la política exterior de los “revolucionarios”
del PRL. Algunas afirmaciones preliminares: el fin del Estado es garantizar su
sobrevivencia; y, asegurar el bienestar de su población. En el escenario
internacional actual, priva el desorden, con dos potencias disputando – Estados
Unidos, número uno y China, numero dos – y una tercera que, a partir de la
primera década del siglo XXI, ha reaparecido, reclamando espacios: Rusia. En un
modelo de relación caótica después de la guerra fría, cada una de estas
potencias reclama un espacio de influencia y seguridad; como decimos, su “patio
trasero”.
Además,
una consideración teórica: la “visión liberal” ha sido sustituida por el llamado
“realismo político” que interpreta el comportamiento de los estados en el
escenario internacional en términos defensivos. En la visión liberal se
privilegia la cooperación y el desarrollo. Biden, propiciaba el concepto que
las relaciones comerciales, volvían inevitable la coexistencia entre las
potencias, porque creaba una dependencia mutua de diferente grado entre ellas.
El presidente Trump, por el contrario, desde una óptica “realista”, reclama los
espacios de influencia y quiere detener a China eliminando su participación en
el continente americano, arrinconándola en el Asia Oriental. El liberalismo de
la política exterior de Biden, no fue entendido por Honduras. A nivel interno,
el PRL renuncio a la política bipartidista y opto por el partidismo. Y en sus
acciones, siguió la vía del aislacionismo, en un cálculo que resultó fatal:
Estados Unidos cambio de paradigma con Trump; volvió irrelevante a Honduras. Y
Honduras, no pudo cambiar oportunamente.
El
primer error de la política exterior tiene que ver con la destrucción de la
inteligencia diplomática. Despidió a los embajadores profesionales, hábiles en
los asuntos exteriores, conocedores de los conflictos históricos entre
potencias y las formas como han defendido sus intereses en el curso del tiempo. Cambiándolos por leales seguidores de Mel,
ignorantes de las dinámicas del poder de los Estados en el escenario mundial,
comprometidos en la idea que antes que la diplomacia había que seguir las visiones
de la ideología.
En
seguimiento de estas ideas, Honduras busco alianzas para distanciarse de
Estados Unidos. No anticipo dos cosas: la primera que con Trump y Marco Rubio
disminuiría la influencia de China en el continente; y la segunda que bastaba
para defender a Honduras, establecer alianzas con China y con estados
inamistosos con Estados Unidos. En aplicación de estas consideraciones Honduras
aumentó su dependencia de México e hizo de Cuba y Venezuela, los modelos a
seguir no solo en política interna, sino en estilo de relaciones
internacionales. Rompió con Taiwán y abrió relaciones con China. En respuesta a
estas dos acciones, Estados Unidos ha vuelto invisible a Honduras,
desconociendo los valores estratégicos que durante la administración Biden eran
formulas para buscar arreglos que garantizaran la sobrevivencia del Estado y
protegieran el bienestar del pueblo hondureño. Marco Rubio pasa de largo. No muestran
interés en tener un embajador en Tegucigalpa; y en Washington el embajador
hondureño no recibe siquiera invitaciones del país donde está acreditado. Apenas
hay cooperación desigual en lucha contra el narcotráfico, control de
inmigración y relaciones militares sin apoyos materiales.
La
relación con China no ha vuelto más fuerte Honduras; ni más segura. Por el
contrario, el país es más frágil. Trump ha logrado que Panamá ceda a sus exigencias
sobre el Canal de Panamá, expulsando a los chinos de sus puertos en el
Atlántico y en el Pacifico. Honduras, por el contrario, da señales de querer
entregar Puerto Cortés a China, sin anticipar la oposición de Estados Unidos. Y,
además, ha congelado las relaciones diplomáticas con Israel, privilegiando a
Rusia y descuidando las aproximaciones con la Unión Europea, Canadá y la Gran
Bretaña.
Apostar
a que China sobrepasara a Estados Unidos antes de 2050 es irrealista. O
anticipar que el cambio de potencia se hará pacíficamente. Estados Unidos necesita
terminar la guerra de Ucrania para encerrar a China; e impedir que se mueva del
espacio regional de su zona de influencia en Asia Oriental. Apoyará a Israel y
detendrá a Irán, aliándose con los árabes. Y disminuirá las influencias de
China en Brasil, Colombia, Perú, Venezuela y Centroamérica.
Urge una política exterior realista, menos romántica y más inteligente. Empezando por reconstruir el aparato diplomático destruido por el PRL. Para negociar desde paradigmas realistas, sabiendo que muchas puertas estarán cerradas. Para ello urge un Canciller en Tegucigalpa.
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