Contracorriente: ¿QUIEN ELIGIO A REDONDO?
Juan Ramón Martínez
Un lector preocupado pregunta ¿ “que hemos hecho para tener un
Congreso paralizado, y una Comisión de Ética disfuncional que no corrige la
conducta de los diputados”?. Y “porque lo dirige un desquiciado que irrespeta
las convenciones del cargo, poniendo en peligro la democracia; y, empujándonos
licencioso, hacia la selva y la irracionalidad”. La respuesta es fácil: tenemos
lo que nos merecemos, porque los electores eligieron a Luis Redondo; y fueron
ellos, los que convirtieron en legisladores a un grupo de hombres y mujeres que:
no oyen a los ciudadanos, no les prestan atención; y tampoco se sienten
obligados con ellos, porque no creen ser representantes suyos. Luis Redondo no bajo
en una nube, desde los cielos encapotados. Tres partidos y miles de ciudadanos
lo votaron, lo aceptaron; y confiaron en él. Cuando empezó a dar bandazos,
yendo de un lado para otro; o dejando de hacer sus deberes, los electores no hicieron
nada para corregirlo.
Hace un poco mas de tres años, fue impuesto como Presidente del
Congreso irrespetando los procedimientos y autorizándolo para que actuara ilegalmente.
Dos años después, por un pacto entre cuasi--delincuentes, fue reelegido y legitimado
en el cargo convalidando sus irregularidades y celebrando su irrespetuosa
conducta. En fin, como decía Jorge Arturo Reina, “no sé de qué se asustan”.
Ustedes lo eligieron. Ustedes lo han respaldado; y lo siguen apoyando.
Porque en realidad, igual que Mel, Flores, JOH, Xiomara o Cazaña son
evidencia del deterioro de la “clase política” hondureña. Que no tiene “clase”.
Que posiblemente nunca la tuvo. Son también la prueba de la falta de calidad y buen
gusto del electorado para escoger a los mejores para las tareas importantes de
la vida política nacional. Ricardo Maduro, Azcona, Callejas, Reina, Pepe Lobo;
e incluso el más burdo y rural Suazo Córdoba, les dispensaron a sus electores
más respeto y consideración que el que le dispensan Redondo, Mel, Rixi, Ceballos, Ochoa y Torres.
Cada cuatro años, los electores han escogido lo peor: lo que estaba
en el piso. Y les dieron cargos que no merecen. Frutas dañadas, con falsas
apariencias de belleza, para que cumplieran tareas fundamentales para el
fortalecimiento del bien común.
Todo empezó, cuando no pudimos hacer nada para convencer a Flores
que no era un patricio singular; y que su mandato era solo de cuatro años. No el
de un Rey o un “dios descalzo” cuidando al país, haciendo sus caprichos; e
imponiendo sus egoísmos. Por ese “cerco roto” se coló Mel que — falta de pupitre y con criminales antecedentes
familiares — sin merecer la confianza ciudadana. Otra vez, la clase política y
los votantes, eligieron a un hombre para presidente de la república, sin
merecerlo. Porque además de irrespetuoso de las leyes, fue desagradecido con el
Partido Liberal que le otorgo el honor más alto que un hondureño puede aspirar.
Y como no le prestamos atención a sus locuras, después de la crisis de 2009, en
que en vez de castigarlo encarcelándolo, lo premiamos, sintiéndonos culpables porque
habíamos sido injustos. Y por ello lo recompensamos pasando por alto su
condición delincuencial al suplantar la soberanía popular. Le perdonamos sus
delitos – muy bien documentados en los
archivos judiciales – y le regalamos un “partido político” privado; confirmándole
que le daríamos la oportunidad para regresar al poder.
Por esa “puerta falsa”, también JOH violo la ley que tuvo la osadía,
sabiendo que en el pueblo había el sentimiento desfavorable para soportar la
reelección, de irrespetar la Constitución e imponer su voluntad, creando la cresta
de la crisis actual. Para castigar a JOH, abrimos las puertas, dejamos de
cumplir las exigencias; y permitimos que cualquiera – como lo dijo cínicamente
Mel – llegara a ser presidente. Y elegimos a la más incompetente que
encontramos. Con el agravante que por abusada, sufre el “Síndrome de Estocolmo”;
y acepta obediente y sumisa a quien le falta al respeto al cargo con que el que
el pueblo la honro.
Y detrás, en el escenario, superando a otros demiurgos, Carlos
Flores controlando la vida nacional y haciéndonos creer – como “dios” tropical – que todo está bien; y que vamos por buen camino. Ahora que tenemos el abismo
desmoronándose bajo los zapatos, hay que reaccionar: o morir humilde y cobardemente.
Redondo, Ochoa, Rixi, Carlos
Zelaya, Torres, Mel, Tome, Isis Cuellar, Cazaña y Xiomara son lo peor que han elegido los ciudadanos. Y han validado sus
excesos. Ellos son – no lo duden – los culpables.
No cabe duda que nosotros los electores hondureños tenemos la culpa de las calamidades a qué nos someten los gobernantes.
ResponderBorrarNo raciónanos, ni siquiera pensamos a la hora de votar porque es mucho más fácil trazar una línea horizontal en la “sábana electoral” que meditar un momento y ver por quién votamos.
No busquemos culpables, únicamente tenemos que vernos al espejo y los encontramos.
Muy acertado su enfoque don Juan, puntualmente acertado.. esto es una pudrición política basada en la ambición personal de estos y otros personajes de la cúpula, una ambición políticamente destructiva que fermenta y que detonará a fin de año, esta será una amarga navidad.
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