Contracorriente: EL LIBERALISMO, ¿TIENE ALGO QUE DECIR?
Juan Ramón Martínez
El “silencio” de Nasralla y Asfura no hay que interpretarlo como indicación que el liberalismo no tiene nada que decir. Y menos, que los “socialistas” –como piensan algunos – son los únicos que tienen ideología, doctrinas y pensadores. Los dueños de la "verdad" teórica. El Liberalismo tiene una andadura mayor que los “socialistas científicos” marxistas. Desde sus raíces en el iluminismo, el racionalismo, el utilitarismo hasta el catolicismo social.
El Liberalismo privilegia el individuo frente al Estado y a la sociedad. Esta es la suma de la acción individual. Creada para sus fines como persona humana según la teología católica. La sociedad, es el espacio donde se asegura que el gobierno estará y la sociedad están al servicio del bien común.
También hace del ejercicio de la libertad y la practica democrática, la actividad más genuina del individuo y el escenario donde es posible su realización personal. La libertad individual es el derecho para hacer, en la vida colectiva, lo que conviene a nuestros intereses y gustos, con tal que no entre en conflicto con los derechos de los demás. La expresión: “no estoy de acuerdo con lo que dices; pero daría mi vida para permitirte la libertad que la digas”, distancia al individualismo del socialismo que elimina la persona, colocando al partido y al gobierno por encima de la persona humana, y abrogándose el derecho exclusivo para determinar que hacer en la vida política, en la vida económica; e incluso en la vida familiar o religiosa. El fin colectivo no es ignorado por el liberalismo; pero no se lo deja al gobierno – “gerente del bien común” subordinado a vigilar que debe rendir cuentas – que opera dentro de la ley, con limitaciones precisas en donde la persona usando partidos y sociedades intermedias (locales, profesionales, religiosas y culturales) controlan la marcha de la sociedad de manera crítica y deliberada.
Este derecho a la libertad y al ejercicio crítico, hacen que la sociedad entonces, sea un proceso de perfectibilidad. Pero dentro de la ley y la organización democrática, y en la que el caudillo y sus camarillas no tienen espacio para existir. Sociedad democrática y caudillo, son incompatibles.
El cumplimiento de la ley, respeto al estado de derecho y la institucionalidad son, fundamentales. Son el entramado que garantiza la existencia de la vida social, donde es posible la libertad, la deliberación y la participación en la dirección de la vida política y social. Para que esta participación la persona debe preservar el poder. El que deriva de su condición de propietario. No se puede ser dueño de la sociedad que es el todo, sino es dueño de una de las partes de esa sociedad. La protección común de la sociedad política, es la defensa de los derechos e intereses del individuo que no puede confiarse a nadie que no esté subordinado a su voluntad y poder.
El derecho a la propiedad, su protección o denuncia, según los casos, es para efectos del liberalismo, un asunto crucial. La frase que el rey manda afuera; pero no puede entrar en mi casa sin mi permiso, atribuida a un campesino inglés, es ilustrativa de este derecho individual, sobre el que se construye, además de su valor, la libertad política. La propiedad privada entonces es un derecho, tanto para conservarla si se ha recibido, como la oportunidad para conseguirla. De allí que la iniciativa del individuo, es de tal manera que cada uno, puede dentro de la ley, ir al mercado y comprar lo que quiere. Y vender allí, todo lo que está permitido por la ley y la costumbres sociales, culturales y religiosas. La pobreza es un estado transitorio que el individuo puede remontar o renunciar de manera deliberada, porque la pobreza no es impuesta por el sistema, sino que fruto de nuestra decisión, de nuestra voluntad.
El capitalismo es controlado mediante impuestos, regulaciones anti monopólicas y mecanismo para frenar la concentración que es natural en este modelo. Camino a una economía social de mercado.
El gobierno, al final, tiene la obligación de dar seguridad, para permitir al ciudadano el ejercicio de la libertad y la creatividad, por medio de las cuales logra la felicidad. El ciudadano tiene el derecho inevitable y la obligación de ser feliz, defendiendo hasta la muerte su libertad. Incluso solo, si no hay otra alternativa. Pero sin dejar que el gobierno entre en nuestra casa.
Rixi no es “liberal”, es “socialista”. Es la conclusion.
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