Contracorriente: HONDURAS, ¿UN PAIS NECESARIO?

Honduras, Mapa de Jesús Aguilar Paz, 1954.


Juan Ramón Martínez

La pregunta no está fuera de lugar. Muchos creen que Honduras no es necesaria. Que su existencia es irrelevante. Que los extranjeros piensen así, no sorprende.  Lo que requiere pensamiento y búsqueda de pruebas y explicaciones es descubrir que hay muchos compatriotas para los que la existencia de su país no es un tema fundamental. Encontrada la respuesta, en caso fuere negativa para los que creen lo contrario, es necesario indagar porque piensan así. Y preguntarnos qué podemos hacer para evitar que tal forma de pensar genere un comportamiento dañino para la existencia del país. Los extranjeros tienen derecho a pensar lo que quieran; no están obligados a servir y amar a nuestro país. Quienes sirven a Honduras y conviven con nosotros, tienen toda nuestra simpatía, admiración y reconocimiento.

Una ojeada rápida al comportamiento colectivo, es importante en esta indagación. Empecemos con los que emigran: todos ellos, tienen la ilusión de volver. Pocos se quedan fuera.  Con sus ahorros, mandan órdenes para que les construyan las casas en donde quieren pasar sus últimos días, adquiriendo tierras y ganados en algunos lugares. Este comportamiento no deja de provocar el malestar de sus convecinos. Dudan del dinero enviado porque no saben cuánto trabajan los migrantes en sociedades competitivas y exitosas. Los más perversos dicen sin pruebas que lo que envían es fruto del comercio ilegal. Vaya usted a saber. Pero la envidia es terrible y capaz de cualquier cosa, especialmente si las personas creen que la riqueza y la felicidad son limitadas. Y que, si el otro las alcanza, de alguna manera les está quitando parte de lo que les “corresponde”.

Los que se quedan, pueden clasificarse en los quien les interesa el asunto; y los que no. A la mayoría no les interesa el destino de Honduras. Algunos no creen que tenga algún futuro. Unos por ignorancia, otros por menosprecio al lugar donde han nacido. El sistema educativo ha descuidado la formación ciudadana y no se le da importancia a la libertad y menos al uso creativo en favor del éxito y la felicidad. El pesimismo que nos abate, el discurso de negatividad que hace que muchos solo valoren lo extranjero y menosprecien lo nacional, tiene bastante que ver con la descalificación que se hacen ellos mismos en el interior de los hogares, las aulas y en la vida laboral y social.

El discurso de los políticos, no esta interesado en el bien común, sino en la destrucción del “adversario” que se atraviesa en la búsqueda golosa de los encantos del presupuesto. La vida política es una competencia fiera, no para mostrar quien sirve mejor, sino el que se aprovecha mas de los bienes colectivos destruyendo esperanzas y el futuro de las nuevas generaciones. Oficio ratonil.

Priva la ignorancia. Sobre la política, la democracia y la responsabilidad individual. La “contra cultura” cultivada en los últimos años, hace creer que la política es acción de los más “vivos” para provecharse de los tontos y sobre sus espaldas llegar al gobierno para lograr riqueza. Y nunca más trabajar.

Hemos perdido la ética del trabajo, queremos jubilarnos mañana. “El trabajo es mi enemigo”. La jornada laboral de ocho horas, ahora se ha reducido a la mitad, por lo que, en vez de mejorar la productividad, mas bien se han reducido peligrosamente.  Antes producíamos banano, ahora lo importamos. Éramos el granero centroamericano. Ahora no producimos los granos básicos suficiente, con la excepción del frijol. El valle de Comayagua es ejemplo de la indolencia y de la falta de iniciativa para provechar lo que Dios nos ha dado. Tenemos fama de haraganes.

Esto hace creer que el gobierno es de los políticos y sus familiares. Más cuando con los impuestos colectivos, “regalan” bonos estimulando la estupidez de los votantes, que venden sus votos.

Dos grupos se disputan el gobierno. “Socialistas” y “demócratas”. Antes, liberales y nacionalistas se diferenciaban por la hora que iban a misa. Hoy son idénticos. Los “socialistas” son una mezcla de marxistas, desempleados que buscan riquezas; o resentidos que buscan vengarse de sus ofensores. Nadie trabaja por nuestra felicidad. Los primeros los conocemos y podemos echarlos cada cuatro años. Los segundos tienen vocación continuista, son dictadores potenciales. De allí que, si creemos que Honduras es necesaria, al votar debemos escoger bien. Si nos equivocamos, Honduras se nos caerá de las manos. Puede desaparecer sin que nadie, fuera de algunos sentimentales le importe un carajo.

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