Contracorriente: RAZONES MORALES Y VOTOS ELECTORALES
Juan Ramón Martínez
Los
chinos, tiene una memoria histórica antigua. Son milenarios, y por ello, integran
más espacios poblacionales éticamente más homogéneos que ninguna otra nación.
Ahora que pujan por ser la primera potencia mundial, tienen cosas que enseñar.
El modelo de “capitalismo de estado” dirigido por el PCCH, es interesante por
los resultados logrado en corto tiempo. Y dentro de esto, mucho más por la
preocupación que manifiestan por la amenaza de la corrupción. Y las duras
reglas que usan para combatirlo. Sancionan con pena capital a los corruptos; y
preventiva deslindan los espacios de acción de las personas y los grupos. La
regla es que el empresario a sus empresas y el político a militar dentro del
PCH.
Este
deslinde entre empresarios y políticos, cuando se rompe, crea problemas. Lo
vemos en Estados Unidos. La pelea entre Musk, “el hombre más rico del mundo” y
Trump, “empresario inmobiliario”, inquilino de la Casa Blanca, ha estremecido
al mundo. Las mutuas descalificaciones, amenazas de afectar contratos de Musk;
y acciones de este, que puede inducir al electorado republicano hacia rutas
anti Trump, ponen en precario la estabilidad de la economía de los Estados
Unidos. Y cuestionan el modelo de capitalismo privado liberal.
Trump
y Musk, implicados en una ruidosa enemistad, están fuera de lugar de acuerdo a
las costumbres morales de los Estados Unidos.
Trump no debió haber entrado a la política y menos, triunfado en la
forma que lo ha hecho, sino es en una sociedad que tiene desplazado el eje que mantiene
el sistema público y la operación moral de su liderazgo. El que, en su Presidencia,
haya sido investido porque el Juez Merchán, privilegio – dentro de la lógica
constitucional – el voto popular sobre las acciones de castigo impuestas por el
jurado que ordeno encarcelar a Trump, impidiéndole jurar el cargo por sus responsabilidades
ilegales debidamente comprobadas, fue un hecho singular. Otra interpretación
diferente, tendría a Trump en la cárcel y no en la Casa Blanca.
El
presidente Eisenhower, previno a la sociedad estadounidense sobre la alianza de
los capitanes de la industria de las armas y los políticos. Anticipo el
peligro. Por ello fue que la irrupción de Trump, y Musk contratista de
actividades militares y espaciales, se consideró algo irregular que anticipó
que se producirían conflictos de intereses en algún momento. Y ello ha
ocurrido. Una ley emitida por Trump, ha roto la amistad de quien se había
acercado a la política con el fin de proteger sus intereses; y cumplir con sus
expectativas. En momentos fue el hombre más poderoso de la economía y de la
política mundial, incluso mucho mas que el propio Presidente de la Estados
Unidos. Y esto constituye una anormalidad, porque contradice las reglas del
capitalismo y las recomendaciones del ex presidente republicano, porque es como
la corrupción dentro de la lógica de la potencia competidora. Y lo es más porque
contraria el puritanismo calvinista de Estados Unidos. Evidenciando que, igual
que otros imperios que en el mundo han sido, ha entrado en una fase peligrosa
para su existencia, porque casi nunca las sociedades regresan de sus caídas
cuando descuidan sus valores morales.
Trump
es un transgresor y Musk, también. Ambos son anormalidades en una sociedad que
siempre ha tenido capacidad de reaccionar; pero que ahora no lo hará porque el
volumen de las anormalidades es inédito; incluso más fuerte que sus propias
capacidades de rectificación.
Roma cayo
más por razones morales que por derrotas militares. El relajamiento de las
costumbres, el placer por lo fácil y la renuncia al sacrificio orientando las
acciones y los hábitos hacia lo inmediato, provoco el fin del imperio.
Estados
Unidos ha disminuido desde 1975 su poder militar y su participación en el
comercio mundial. Ha perdido capacidad para imponer militarmente su voluntad individualmente.
Fue a Irak en una alianza que Trump ha debilitado para enfrentar a China.
El dilema es la aceptación que la ley está por encima de la voluntad popular; y que los jueces, más que los políticos, tienen la palabra final. Es posiblemente la regla que tendrán que aceptar sin cuyo cumplimiento estará amenazada la existencia de la nación. La política, ha superado las reglas morales. La Cámara de Representantes y el Senado no tienen voluntad para alejar a Trump del poder. La alternativa son los jueces. Que inviertan la lógica de Merchan. Solo ellos pueden evitar la caída de los Estados Unidos que insinuó Godel.
Yo no creo en este pleito, para mi es de "compadre hablado" ambos son empresarios exitosos, y lo que buscan es subir el perfil de Elon, ya que este ha tenido pérdidas millonarias por su incursión en política.
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