Hace 50 años: LOS HORCONES, LEPAGUARE. Historia de una matanza (II)

(II Parte)

Catedral de Juticalpa

Juan Ramón Martínez

2. El reformismo militar de López Arellano y el conservatismo de Melgar Castro

El 4 de diciembre de 1972, el general Osvaldo López Arellano Jefe de las Fuerzas Armadas, derribo a Ramón Ernesto Cruz Presidente de la República elegido por el pueblo hondureño en elecciones libres y legitimas. Uso como excusa la amenaza – dicen que concertada con el golpista reincidente  de Reyes Rodríguez Arévalo, Presidente de la ANACH, que anunciaba tomar la capital, en una suerte de “marcha sobre Roma” de Benito Mussolini, para informarle al Presidente Cruz Ucles, que ya no era responsable del Ejecutivo; y que se quedara en su casa. No se disparó un tiro en el “Golpe de Estado; y nadie protesto por la nueva interrupción del régimen constitucional. Tampoco ningún oficial pidió disculpas por la acción irregular por una institución creada para respetar la ley. La dirigencia del Partido Nacional al que pertenecía el Presidente Cruz, se llamó al silencio. Algunos sectores de la Iglesia Católica de Tegucigalpa lo celebraron discretamente.

López Arellano inicio su tercera jornada como gobernante, haciendo reformas importantes y necesarias para el país. A los campesinos, los favoreció emitiendo el Decreto 8 y le dio al Instituto Nacional Agrario respaldo singular. Para que lo dirigiera nombró al coronel Mario Maldonado, el primero de la promoción de egresados de la Escuela Militar; y obtuvo asesoría internacional, yendo más allá de la tradicional entrega de tierras. Paso a la organización empresarial campesina y a la búsqueda de modelos de organización dentro de esquemas socialistas de empresas auto gestionadas que evitaran la concentración de la riqueza típica deformación del capitalismo liberal. Con el fin que, además, se constituyeran en un tercer sector de la economía y se forjaran las bases de una burguesía nacional. En vez de cooperativas, se privilegiaron las Empresas Asociativas escalonadas, auto gestionadas desde la base hasta la industrialización, pasando por el área de servicios. Creo un espacio privilegiado en favor de unas organizaciones rurales propias, estimulando – en los grupos que no atendía el INA y que quedaban al margen , esfuerzos de organización extraordinarios que provocaron una respuesta intensa de parte de las otras centrales campesinas, especialmente en la UNC, al tiempo que aumento entre los ganaderos y agricultores, las  antiguas preocupaciones, suspicacias y ansiedades.

En el caso del campesinado de orientación social cristiana, este modelo aislado de “reformismo militar”, dio justificaciones para aprovechar los beneficios del Decreto 8; y les dio nuevo convencimiento sobre la conveniencia de seguir el camino de usar preferentemente el modelo de las cooperativas. Esta competencia fue muy útil porque permitió que el movimiento campesino, en términos generales, alcanzara el momento más alto de su dinamismo aletargado y subordinado, exhibido hasta entonces. Los social--cristianos crearon CONCORDE-- y dieron respuesta más ordenada y menos burocrática a las organizaciones campesinas que el INA a sus organizaciones asistidas. En mejor forma y áreas que habían sido descuidadas, especialmente la organización de mujeres y el sector comercio y consumo, que el modelo del INA no consideraba importantes. En su conjunto, el reformismo militar de Osvaldo López Arellano – apoyado por AID con enorme entusiasmo y recursos –  justifico la organización popular y desarrollo la idea que era necesario oír y dar participación a los sectores emergentes que, hasta entonces eran excluidos. Especialmente los campesinos sin tierras, los más pobres del país. Como es natural, este nuevo paradigma dio fuerza a las centrales campesinas y mejoro la atención que hasta entonces se les daba a sus líderes en los medios de comunicación social. Ello igualmente aumento la preocupación de los lideres de los agricultores y ganaderos, especialmente la FENAG y el COHEP, que reaccionaron en defensa de sus propiedades afectadas por el Decreto 8 y por las amenazas de los dirigentes campesinos, especialmente los de orientación social cristiana que desarrollaron el concepto que los ganaderos eran “usurpadores”, --ocupantes de tierras nacionales-- que los campesinos estaban dispuestos a recuperar. Ellos, los campesinos, se consideraban descendientes y herederos de los dueños originales (los habitantes precolombinos) de las tierras hondureñas. Se dejó de hablar de invasiones en el léxico campesino; y se usó el termino “recuperación”, de enorme valor justificativo. El lenguaje, se volvió arma en la voz de los campesinos ilusionados.

3. Vaticano II y Medellín 68, un giro de la Iglesia hacia los pobres

“Espero tratar de hacer algo en cuanto a Comunidad, es decir despertar e inquietar”. P. Iván en una reunión comunitaria en Olancho.

La Iglesia Católica hondureña, no ha sido en el curso de su historia – y hasta 1968 – una entidad renovadora interesada en anticipar y abrir nuevos caminos. Siempre funciono como entidad legitimadora del poder establecido, celebrando al gobernante; y recibiendo a cambio fondos con los que subvenir sus necesidades llevando una vida discreta en las peligrosas orillas de la pobreza. Su mayor contradicción en el siglo XIX, – “la guerra de los curas” – fue producida más por motivos políticos y deseo de ocupar posiciones en la dirección de la Iglesia de Comayagua por parte del Vicario Capitular, que por otras razones. En algunos casos, tales relaciones se tradujeron en el gobierno de Gálvez especialmente en obras comunales en las comunidades más aisladas del país. Importante cambio represento en el dinamismo de la Iglesia Católica la llegada de misioneros alemanes, españoles y canadienses. El segundo arzobispo Agustín Hombach, se preocupó por la formación del clero nacional y por la mejora del comportamiento y disciplina del mismo. Monseñor Turcios Barahona, busco ayuda en el exterior y solicito cooperación misionera de sacerdotes y diócesis extranjeras. A partir de 1946, los Jesuitas llegaron al departamento de Yoro (Progreso, Minas de oro y Olanchito). Y en 1948, Monseñor Turcios Barahona solicita que los sacerdotes javerianos canadienses, vengan a hacer misión en Honduras. Lo más importantes, Monseñor Turcios, descubrió que los más pobres eran los campesinos y a ellos se consagro preferentemente. Pero el Vaticano no estaba listo con el paso dado, porque Monseñor Turcios descuidaba por viajar de pueblo en pueblo, sus tareas de acompañamiento en las ceremonias públicas al Presidente Villeda Morales que estaba sometido a la acusación de ser comunista, por lo que pidió y obtuvo su destitución. Monseñor Turcios fue obligado a renunciar y fue sucedido por Monseñor Héctor Enrique Santos, miembro de la congregación salesiana, interesada preferentemente en la educación de las nuevas generaciones y especialmente de las elites gobernantes. Aunque no era hombre del campo, Monseñor Santos continúo apoyando las Escuelas Radiofónicas creadas por monseñor Domínguez y favoreció, dentro del espíritu de Vaticano II, la formación de las elites adultas del país por medio de los Cursillos de Cristiandad. Y simultáneamente aprovechando la embestida anticomunista apoyo discretamente a las primeras organizaciones campesinas no reivindicativas; pero interesadas en el mejoramiento de los servicios básicos de sus comunidades. Cuando en Medellín, la Iglesia de Latinoamérica aceptó una opción por los pobres y se animó a la atención a los campesinos, los obispos más sensibles, fueron los extranjeros. Entre ellos destacó Marcelo Gerin de Choluteca y Nicolás D´Antony de Olancho. Se decía, en los círculos inferiores de la Iglesia, sin pruebas por supuesto que Monseñor Santos no estaba de acuerdo con Medellín. La evangelización usando la organización de base, se convirtió en una herramienta fundamental para asegurar la presencia de la iglesia en la vida de los más pobres, especialmente los campesinos. La Celebración de la Palabra, los Patronatos, los Clubes de Amas de Casa y las Cooperativas de Ahorro y Crédito y las de Consumo, se convirtieron en los modelos organizativos en los que se apoya intensamente la evangelización. Y por supuesto, crea la inevitable necesidad para que los lideres de las organizaciones promovidas por la iglesia, descubran la necesidad de su formación integral y los lleva por urgencias dialécticas inevitables a descubrir que hace falta que se constituya al final de la cúspide organizativa un órgano político para intervenir en el dialogo nacional junto a los otros partidos, inevitable para participar en la dirección de la sociedad. La mayoría de los fundadores del PDCH, constituido en Choluteca en 1968, eran fruto de la acción educativa de la Iglesia Católica Hondureña. (Williams, Montes Matamoros, Martínez Villela, Landaverde, JRM, Álvarez Molina, Padilla Sierra y Corrales Tarrius, eran católicos participantes).

4. Los conflictos internos de los “actores”

Los dolientes han erigido cruces para marcar donde cayeron sus familiares. Los dueños de la tierra, han derribado las cruces invocando derechos patrimoniales.

A principios de los setenta las Fuerzas Armadas, la Iglesia, las organizaciones campesinas, el PDCH y la FENAG, no pudieron manejar las diferencias en un clima de dialogo normal. Ni neutralizar en el caso de los militares sus contradicciones evitando los conflictos generacionales. En su conjunto, los actores dominantes de la sociedad hondureña en este momento histórico, creían que el único camino era el del uso de la fuerza para manejar los conflictos, imponiéndose los unos a los otros en casos necesario. Aunque la Iglesia hizo esfuerzos muy importantes y se desarrolló el concepto de la marginación de los más pobres, la promoción popular como estrategia de ascenso social y la integración de los grupos a un gran dialogo general con las otras fuerzas sociales, políticas y económicas que terminaran en acuerdos puntuales para avanzar, no se le dio a este modelo – que entre otros animo inicialmente los objetivos del PDCH – la atención y la dedicación que correspondía.

Además, el hecho que el reformismo militar fuera sustituido abruptamente con la salida de Osvaldo López Arellano, más cercano a la Iglesia católica, acelero el conflicto y debilito la capacidad social de respuesta a las crisis, porque sus sucesores eran más militares “prusianos” y tenían “menos barrio” para negociar en forma más civilizada las diferencias. Ello explica que el conflicto, especialmente en Olancho, se haya dado en un término tan rápido. Los miembros de la Primera Promoción de la Escuela Militar Francisco Morazán no estaban preparados para darle continuidad al estilo de liderazgo de López Arellano y tuvieron que entregar a Melgar y Paz García, la dirección del Poder Ejecutivo y de las Fuerzas Armadas. López Arellano era más urbano, con intereses en las ciudades: bancos, líneas aéreas, industrias. En cambio, Melgar era más proclive a la agricultura, la tierra y además era más conservador, políticamente afiliado en privado al Partido Nacional y más amigable con los dirigentes agropecuarios que se centraban en la posesión de la tierra, la dominación de la sociedad y la explotación de los bosques. Que desde 1960, había identificado que Olancho era la zona en donde era más fácil explotar los bosques haciendo del negocio de la madera una fuente inmediata de riqueza. Es decir que la lucha por el control de la tierra, se agregaba ahora, el control y uso intenso de los bosques y sus beneficios.

A la Iglesia por su esquema de descentralización diocesana, que le permite más libertad a cada obispo, todos ellos hasta 1975, siguieron el mismo modelo de organización y educación y similares estrategias de abordar la movilización de sus feligreses: formar líderes campesinos preferentemente, dar servicios litúrgicos a mas hondureños por medio de la Celebración de la Palabra, continuar las obras comunitarias y mejorar la salud de las madres y de sus hijos. Aunque siguieron trabajando en los Cursillos de Cristiandad, -- que atendían a las elites urbanas, políticas y económicas -- no fue fácil para los párrocos, en razón de costos y recursos necesarios para la formación y atención del liderazgo urbano. Además, “en la medida en que los campesinos eran motivados y emprendían reivindicaciones de tierra, estas acciones perjudicaban a los terratenientes. Fue así como se fue perdiendo el encanto de sus reuniones y cursos hasta que muere definitivamente el movimiento de los Cursillos de Cristiandad” (Bernardo Meza, Padre Iván Betancourt, mártir de la Iglesia Latinoamericana, pág. 11). Este hecho fue más notorio en el caso de Olancho, donde paradójicamente este tipo de promoción y formación cristiana era más necesario. Los grupos que sobrevivieron en 1975, estaban muy debilitados, porque el tema de la promoción campesina se había vuelto una cuestión que dividía y separaba a los católicos.

Para atender las necesidades de formación de los campesinos, se forjo una red de Centros de Capacitación: La Colmena, en Choluteca, La Fragua en Progreso, Santa Clara en Juticalpa y Las Milpas en Pinalejo Santa Bárbara donde se formaban lideres campesinos, capaces de identificar su realidad, encontrar los problemas y sus causas; y buscarles en forma organizada solución a los mismos. La respuesta fue extraordinaria. Además, la acción de CONCORDE (Consejo de Coordinación para el Desarrollo) permitió una entrega ordenada de servicios a los grupos de base que en ninguna otra época ha sido superada. El problema fue que en la medida en que los grupos se fortalecieron, la inminencia del conflicto se volvió una realidad que muy pocos, -- casi nadie, talvez algunos analistas militares y centros de estudio estadounidenses -- anticiparon. Y se dio, en la Diócesis en donde el esfuerzo de capacitación y formación era más intenso y en donde las elites ganaderas tenían más intereses que defender y en la que, desafortunadamente se manejaban las mejores relaciones con los militares: en Olancho. Aquí, el plan general de los militares para dominar y controlar a la Iglesia Católica, para que rebajara su énfasis reformista, mostro sus peores intenciones y las más criminales torpezas. Y que el 25 de junio de 1975, avergonzarían a la sociedad y provocaran un quiebre de la vida institucional hondureña.  

(Continuara)

Comentarios

  1. Es una fase de alto interés. Es importante destacar que después del Golpe de Estado del 4 de diciembre, 1972 un Grupo Selecto de intelectuales como Gautama Fonseca, Dos expertos de Sur América y otros buenos pensadores nacionales participaron e la elaboración del Decreto Ley Número 8 del 26de diciembre de 1,972 con la Aplicación de ese Decreto en 9 meses se incorporaron a la producción 24.000

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  2. Familias campesinas, dotándolas de 94 000 manzanas y organizándose 1009 asentamientos campesinos, rectorado el INA Don Mario Ponce Cambar

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  3. En otra ocasión describiré el esquema de los TDA con Coronel Maldonado y los expertos de PROCCARA INS FAO PNUD

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